¿Qué le hace falta al mundo?

José María Dávila Román

“El presidente Petro, a pesar de que habla de amor y de vida, con sus acciones instiga lo contrario: odio y violencia”.


Esta semana participé de un taller sobre fortalecimiento de equipos. Dentro del ejercicio, el facilitador planteó la pregunta: ¿qué creen que le hace falta al mundo? La mayoría de mis compañeros respondió que al mundo le hacía falta empatía, yo respondí que le falta amor, conceptos que de cierta manera están relacionados.

Sin duda alguna, los lamentables acontecimientos que estamos viviendo como país y en algunos sectores del mundo como el conflicto entre Israel, Palestina e Irán; así como el de Rusia y Ucrania son por falta de empatía, amor, comprensión y sí por mucho ego y ganas de poder para someter al otro.

Que el presidente Petro omitiera mencionar el nombre de Miguel Uribe Turbay para lamentar y rechazar el atentado que el senador del Centro Democrático sufrió la semana pasada y que hoy lo tiene en estado crítico; para hacer unas maromas diciendo que “quieren matar al hijo de una árabe” (ver), porque es un político de la oposición no tiene presentación.

El presidente de la República tiene gran parte de responsabilidad en la división y odio que vivimos como país. Sus discursos incendiarios y con los que busca crear enemigos para justificar sus causas generan violencia y en un país históricamente violento como ha sido Colombia, que el jefe de Estado en lugar de apaciguar caldee los ánimos de sus barras bravas es peligroso. El presidente de la República debe trabajar por la unidad de todos los colombianos. Si bien fue elegido con un plan de gobierno que no representa a todos los sectores de la población, debe generar consensos.

Lo cierto es que el orden público en el país se está desmoronando. Departamentos como Cauca, Valle del Cauca, Antioquia, reportan diariamente muertes de civiles, policías, soldados y ahora atentados contra políticos. Capítulo que creímos haber cerrado con la Constitución Política del 1991 y tras la dolorosa muerte de Luis Carlos Galán en 1989, hace más de 30 años. Parece que como país retrocedimos y para mal, volviendo a vivir situaciones de zozobra e inseguridad. La potencia mundial de la vida se quedó en eslogan.

Porque el presidente Petro, a pesar de que habla de amor y de vida, con sus acciones instiga lo contrario: odio y violencia.

Es difícil resolver los problemas de todo el mundo y de un país, pero si queremos ver un entorno en paz y armonía donde haya respeto a las diferencias y se piense en el bienestar colectivo, debemos empezar por nosotros mismos como personas. En resumen, debemos “ser el cambio que queremos ver en el mundo” como decía Gandhi.

No podemos exigir un mundo mejor si nosotros mismos no actuamos en consecuencia. Por estos tiempos el panorama puede parecer desesperanzador, pero si mantenemos la ilusión y la esperanza de que podemos aportar a la construcción de un mundo mejor, actuando desde el amor y la empatía, que es esa capacidad de entender al otro para construir con él y no verlo como un enemigo, que es lo que nos está pasando, lo podemos lograr.

*Empleado de Minera de Cobre Quebradona, mis opiniones no representan a mi empleador.

 

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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