Hace unos días estuve en cine viendo la película Lazos de Vida, protagonizada por Anthony Hopkins; llevaba varias semanas queriendo verla, me habían dicho que era muy conmovedora, y efectivamente lo es. Allí se retrata una de las tragedias humanitarias más dolorosas de la Segunda Guerra Mundial: el caso de los niños y niñas judíos que quedaron huérfanos, sin hogar o que tuvieron que abandonar a sus familias para buscar una oportunidad, una posibilidad de futuro mientras huían de la invasión del ejército nazi en los diferentes países de Europa, en el caso de esta película -que está basada en una historia de la vida real- se muestra el drama vivido en la Checoslovaquia ocupada de 1938 – 1939.
Hopkins encarna el papel de un filántropo británico (Nicholas Winton) que organizó todo un equipo de trabajo para desarrollar una operación logística de rescate logrando salvarle la vida a 669 niños y niñas, la mayoría judíos, que fueron recibidos como refugiados y adoptados en hogares del Reino Unido, evitando que acabaran capturados por los nazis y eludiendo el fatal destino de los campos de concentración. Esta niñez tuvo un futuro y una posibilidad de vida distinta al sufrimiento y la desolación. Todo gracias a un principio del humanismo: la solidaridad.
Mientras veía en la pantalla del teatro a los niños llorando cuando dejaban a sus padres y madres en busca de una oportunidad lejos de la guerra, me fue inevitable conectarlo con las imágenes que hemos estado observando casi todos los días en los últimos ocho meses del genocidio en Palestina. Miles de chiquillos deambulando por las calles destruidas en Gaza, hambrientos, sin un techo dónde dormir, huérfanos, desorientados, mutilados por las bombas lanzadas por ejército de Israel y me pregunté: ¿qué futuro queda para la niñez en Gaza y Palestina?
Según datos de Ministerio de Sanidad de Gaza desde el 7 de octubre de 2023 han muerto más de 15 mil niños y alrededor de 5 mil están desaparecidos bajo los escombros que han dejado los bombardeos israelíes. La Unicef calcula que hay al menos 600.00 mil niños y niñas desplazados al interior de la Franja de Gaza, no tienen ningún lugar seguro al cual ir y carecen de medios para cubrir sus necesidades básicas. Qué horribles ironías de la vida, los judíos que sobrevivieron al holocausto perpetrado por la Alemania nazi, ahora tienen un gobierno que masacra a la niñez en Palestina y convirtió a Gaza en un campo de concentración.
Ahora queda la pregunta ¿dónde está el principio de solidaridad entre las naciones? Ha habido diversidad de declaraciones de países rechazando el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza; sin embargo, pareciera que pocos gobiernos han dispuesto recursos y logística para salvar, dar refugio y una nueva oportunidad de vida a los niños y niñas de la Franja de Gaza.
Recientemente el presidente Gustavo Petro informó que Colombia recibirá a 50 niños gazatíes afectados por la guerra y les brindarán ayuda humanitaria por 6 meses – no faltaron los comentarios mezquinos que juzgaron al presidente, argumentando que en Colombia hay muchos niños en condición de pobreza-. En este mismo sentido, Rusia entregó un complejo de viviendas para 200 palestinos que han sido recibidos como refugiados en la República de Chechenia. Estas iniciativas de solidaridad deben ser aplaudidas y valoradas, además deben servir como ejemplo a otros países, gobiernos, a la sociedad civil y a cada uno de nosotros/as.
No podemos olvidar que hay más de medio millón de niños y niñas en Gaza esperando una posibilidad de futuro para sus vidas, una que sea distinta a la guerra, al sufrimiento y el desamparo al cual están condenados hoy. ¿Lograremos salvar más de 669 niños palestinos?.
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