Imagínese que un día cualquiera, usted decide tomar su carro y hacer el típico paseo rolo a Sopó con almuerzo y postre. De repente, mientras va por la Autonorte, se da cuenta de una señal que dice “Prohibido Chevrolet por el carril rápido”. Usted, orgulloso dueño de un Spark, se da cuenta de cómo solo le permiten a carros de otras marcas andar por el carril rápido, en tanto el suyo queda confinado al carril lento. A pesar de la confusión, usted continúa con su viaje, hasta que llega al peaje de Chía. Ahí se encuentra un nuevo letrero que dice “Prohibido el paso de Chevrolets más allá de este punto”. Usted, indignado, se da la vuelta y regresa a Bogotá, eso sí, muy por el carril lento.
¡Imagínese semejante injusticia! Increíble que en un país respetuoso de la libertad de movimiento se limite el tránsito a las personas, solamente por el tipo carro que manejan. Afortunadamente, este no es el caso en Colombia y usted puede ir con un carro de la marca que quiera por las vías del país. Ahora, ¿usted me creería que esta historia ridícula que le cuento es un riesgo constante en nuestra autopista digital, la Internet? Sí, ciertamente distintas autoridades nacionales y compañías se han puesto en la tarea de impedir o hacer más difícil que ciertos programas, contenidos y aplicaciones puedan transitar libremente por la Internet. Para esto, se valen de distintos argumentos políticos o económicos para justificar estas restricciones. Así, de a poco, consiguen controlar qué cosas van por la Internet y en últimas, a qué pueden acceder los usuarios de esta a través de sus dispositivos. Esto lo hacen al excluir o dificultar la entrada de algunos de estos contenidos, programas y aplicaciones al tránsito por Internet.
Para evitar que estas cosas pasen y algunos pocos puedan decidir qué va y qué no en Internet, se inventó el Principio de “Neutralidad de la Red”, que es la garantía legal de que cualquier contenido, programa y aplicación puede viajar sin restricción por la Internet, sin ninguna restricción más que la Ley o la prohibición de una autoridad judicial. Este principió está parcialmente incluido en la Ley de Telecomunicaciones (Ley 1341 de 2009) y está regulado por la Comisión de Regulación de Comunicaciones (Resolución 3502 de 2011). Esto significa que en el sistema jurídico colombiano existe una limitación de orden legal, que impide que algún particular o autoridad administrativa pueda elegir qué carros pasan, o no, por la autopista digital. También significa que a la hora del té, la administración debe encargarse de que la Internet sea una verdadera autopista libre de obstáculos innecesarios para los usuarios, innovadores y empresarios.
Sin embargo, una ojeada a la prensa nacional, nos muestra que hay todo tipo de intereses privados y públicos que buscan atentar contra la Neutralidad de la Red, al solicitar que se bloqueen aplicaciones o que se limite su tránsito en la Internet. Esto no es otra cosa que un atentado contra las libertades ciudadanas en Internet en al menos dos frentes. Por un lado, se limita nuestra capacidad como usuarios de acceder a los distintos contenidos que se encuentran en la Red. Por otro, se recorta nuestra capacidad como innovadores y empresarios, al existir la posibilidad que nuestros contenidos, aplicaciones y programas tengan “tránsito restringido” en la Web.
Por lo anterior, es de la mayor importancia que conozcamos que la Neutralidad de la Red existe y que es una garantía fundamental para el pleno desarrollo de nuestras libertades ciudadanas en Internet, para poder subir, bajar, usar y compartir lo que queramos. Igualmente, es importante ver que el debate de fondo, cuando se discute si debemos o no bloquear una aplicación o contenido, no es solamente de conveniencia política o económica para cierto grupo. No, también están en juego los límites de nuestra libertad en Internet y lo que podemos hacer con ella. Si permitimos que comiencen a bloquear contenidos y aplicaciones en la Web, estamos dando pie a un precedente nefasto para que la Neutralidad de la Red sea desconocida o reducida a niveles intolerables en una sociedad democrática.
Es por esto que, cuando esté discutiendo a favor o en contra de bloqueos de aplicaciones y contenidos, le recomiendo tener en cuenta que también se está jugando que tiene o no el derecho de andar por la Internet. Así pues, esta discusión merece el mayor tacto y reflexión del caso, en aras de proteger nuestras libertades en la Red. No vaya a ser que un día nos levantemos y no puedan andar más Chevrolets por las autopistas.