Pulgar arriba en contrato agropecuario canadiense y el nuevo desafío para el derecho

La tecnología ha transformado por completo la forma en que interactuamos, incluso en el ámbito del derecho. Un caso reciente en el sector agropecuario ha demostrado cómo un simple emoji de pulgar arriba (👍) puede ser interpretado como la aceptación de un contrato. ¿Están los tribunales preparados para reconocer este tipo de pruebas digitales?

El caso Canadiense que involucra un emoji como prueba digital y medio de aceptación de contrato agropecuario abre una reflexión interesante sobre cómo los sistemas jurídicos deben adaptarse a las nuevas formas de comunicación y dejar la ambigüedad de una vez. Este fallo tuvo lugar en el año 2021 cuando Mickleborough firmó el acuerdo y le envió una foto del texto al productor agropecuario, quien le respondió con un emoji de “pulgar arriba” (👍).

En el fallo, el juez T.J. Keene -del Tribunal del Rey, en Saskatchewan- advirtió que se trata de una “nueva realidad de la sociedad” a la que el Poder Judicial tendrá que enfrentarse a medida que se usen más “emojis” como modo de expresión, incluso en negocios serios o en disputas personales.

Ante la falta de cumplimiento de pacto, el comprador de granos acudió a la Justicia, pero el demandado alegó que el emoji del pulgar hacia arriba solo confirmó que recibió el contrato y negó que se tratara de una aceptación de sus términos.

Por su parte, Mickleborough señaló que cuando le envió la foto del pacto por mensaje de texto a Achter escribió “por favor, confirme el contrato de la linaza” y que, por ello, cuando el agricultor le respondió con el emoji asumió que estaba de acuerdo con su contenido y que esa fue “su manera” de firmarlo.

En la actualidad y desde la incorporación de la tecnología en nuestro mundo cultural, en el sector agropecuario, han implementado celebraciones de contratos mediante mensajería instantánea, dejando a un lado los papeles firmados en oficinas. Sin embargo, el problema no radica en este acuerdo de partes, más bien radica en la ambigüedad de los sistemas judiciales y legislaturas que no se capacitan y acoplan a esta nueva realidad virtual que se instauró hace décadas.

En el derecho tradicional, la firma tiene una función clara: certificar la voluntad de una persona para aceptar o firmar un acuerdo. Los contratos digitales, y particularmente el uso de los emojis, complican esta interpretación. ¿Puede un gesto tan simple como un pulgar arriba (👍) o una carita sonriente (😊) realmente sustituir una firma tradicional de manera válida y legalmente vinculante?, ¿Cómo interpretas un emoji pulgar hacia arriba?.

El caso canadiense nos invita a pensar que, si bien los emojis pueden parecer inofensivos o superficiales, tienen el poder de expresar intenciones claras dentro del contexto digital.

Ornella Trosero

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