Comprender la Democracia como el Sistema de Gobierno en el que el Poder Político pertenece al Pueblo, el Pueblo es un concepto vacuo. La Ciudadanía es el estatus de igualdad política que legitima la condición de libertad connatural al ser humano. Las mayorías Ciudadanas constituyen el Pueblo, el Poder Político es cuando se ejerce, entonces, la Democracia persiste en tanto asumimos la Ciudadanía.
La ciudadanía es, ante todo, un estado mental; dignificarse a sí ante el poder político siendo consciente de la vulnerabilidad humana que lo encarna, interpelar desde la autonomía.
«No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». – Voltaire
Emanciparse desde las posibilidades del pensamiento, necesariamente libre, hasta que se coarta la expresión.
La ‘corrección política’ amenaza la democracia, la retórica populista apela a las emociones primarias (miedo, ira, frustración, envidia) para suscitar reacciones violentas e irracionales contra las ideas que categoriza censurables al cuestionar las creencias de grupos específicos, generalmente concentrados en masa, donde se anula cualquier característica particular del individuo, diluyendo así las responsabilidades y degradando la potencia creadora que yace al divergir.
Hannah Arendt señalaba que una de las características de la persona que se convierte en masa es el aislamiento, refiriéndose a una incapacidad autoimpuesta de conectar genuinamente con el otro y a la vez consigo mismo, de encontrarse con la verdad al enfrentar la realidad, provocando la sensación de desolación que hace naufragar al individuo hasta ahogarlo en simples consignas multitudinarias que desplazan su propia voz crítica de la esfera pública, consolidando el totalitarismo: donde es uno quien piensa por todos.
Con la proliferación de las redes sociales en la era del entretenimiento y la transición de los políticos a ‘influencers’ y bufones; los logros de la humanidad obtenidos bajo los principios racionales de la modernidad – como, por ejemplo, el Estado de Derecho, el Método Científico, la Economía de Mercado –, se hallan amenazados por la escena protagónica de la subjetividad que condena la visión de desarrollo a un paradigma victimista, tergiversando el fundamento jurídico de los derechos (que se soportan en deberes) con discursos políticos insulsos para seducir a las masas, destrozando moralmente al ciudadano para convertirlo en méndigo.
En la distopía ‘1984’, Orwell recrea el Ministerio de la Verdad y la Policía del Pensamiento como instituciones al servicio del Gran Hermano, que además cumplían con la tarea suprema de salvaguardar y concentrar totalmente el poder a partir de regular y controlar lo que las personas podían pensar, sentir, decir y hacer. La proclama que enmarcaba el único pensamiento permitido por el Ministerio de la Verdad era: “LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”.
https://x.com/petrogustavo/status/1753562437071061453?s=20
La Constitución Política de Colombia (1991), reza textualmente en su artículo 188: “El Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”. Es pertinente señalar que, Colombia al ser una República, cuenta con independencia entre los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial – a la cual se adscribe el Fiscal General de la Nación –), y, al ser un Estado de Derecho, ningún ciudadano – incluido el Presidente – puede estar por encima del Orden Jurídico.
A la fecha en que se publica esta columna, personas del círculo más cercano al Presidente Gustavo Petro, incluido su hijo Nicolás Petro Burgos y directivos del Partido Colombia Humana (fundado por el primer mandatario), se encuentran en etapa indagatoria tras comprobarse que efectivamente recibieron dineros provenientes de fuentes ilícitas para el financiamiento de la campaña que los llevaría a administrar el Gobierno central. Contrario a lo que menciona Petro en su cuenta de ‘X’ – que, por cierto, debería fungir como cuenta institucional –, la gravedad de las denuncias y las investigaciones por parte de instituciones constitucionalmente habilitadas para proceder en este sentido, se soportan en pruebas fehacientes que dan indicio de que los mencionados dineros provenían de narcotraficantes, extranjeros, criminales de lesa humanidad (algunos ya condenados) y grupos delincuenciales que actualmente atentan contra la seguridad y la integridad de la ciudadanía.
La declaración irresponsable que hace el Presidente Petro sobre una “Ruptura Institucional” para convocar movilizaciones masivas en las calles y buscar de esta manera presionar servidores públicos adscritos a otras ramas del poder para que obedezcan a una voluntad particular y mezquina, no solo viola el mandato constitucional para el cual tomó posesión el 7 de agosto de 2022, sino que también genera inestabilidad y confrontación social que deteriora la confianza en las instituciones republicanas y en el legítimo ejercicio de la democracia, pues la popularidad y el capital político del Presidente continúan en caída libre.
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