Proclama contra el miedo y el síndrome del impostor: CEO de un Propósito.

Desde muy corta edad he forjado pilares mentales, bases de conocimiento y estructuras lógicas que orientan mi barca vital en medio de tempestades que enturbian las aguas del mar de los sueños. De la misma manera en que nacemos, nadie elige su puerto de partida en este inmenso mar de oportunidades; oportunidades que son peces, peces posibles de pescar, pero siempre escurridizos para manos novatas.

¿Qué es estar lista? Hablar de lo dura que fue mi infancia no tiene sentido porque tales hechos no corresponden al margen de mi control, sin embargo, destacar la tenacidad para soportar pesados bloques de valor, que uno a uno, aprendizaje tras heridas, gratitud y más aprendizaje, ahora utilizo para construir un muelle donde anclar identidad, constancia que me define. Cuando era adolescente acepté que solo podía ver aquellos horizontes que mi mente tenía la capacidad de dimensionar, es decir, observaba el mundo para el que estaba preparada, y entonces decidí arrojarme hacia la búsqueda de lo que ya no sabía no saber.

Interiorizando tal dureza, aún lloro poemas hasta recitar carácter, no hay mejor maestra que la verdad; los milagros carecen de testigos. La autonomía implicaba renunciar a la mediocridad, la ferocidad del tiempo compite contra la productividad, estancarse es decaer…

¿Son cuantificables los frutos de pensar? Sí. El reto es resistir y persistir en el buen juicio, susceptible de ser degradado por exceso o por defecto; el ego adolece de soberbia y necedad que a la virtud corrompen, y la falta de autoestima es humillante al punto de creer que la virtud le es ajena. Humanizarse… Desgarrarse y adiestrarse, también se domestica al algoritmo, racionar no pocas veces resulta contraintuitivo; la humanidad parece poco hasta que intentamos componer en la memoria el camino recorrido, y es entonces donde osamos hacernos responsables de la esperanza debido a todo el conocimiento recibido.

Imaginar futuros y en métricas traducirlos, comunicarlos asertivamente para en objetivos convertirlos. El primer obstáculo contra el crecimiento es uno mismo, habitarse con amor implica la humildad y la ambición de quien su lugar en el mundo tiene clarísimo: aquí y ahora. Sufrir es distracción, pero hay honor en el sacrificio, todo depende del enfoque, tomar decisiones es dejar de ser víctima; aquella que se ahoga en incompetente egoísmo. El árbol no cuestiona las ramas que le han cortado ni los rayos que ha atraído, más reafirma su importancia con los frutos y la sombra que ofrenda en la majestuosidad de existir en sí mismo.

Aunque siervos de la misma mano, cada dedo es distinto. Sus particularidades que señalan, apuntan, soportan, tejen, agarran…, datan la complementariedad como un activo y lo torpe que sería imponer artificialmente uniformidad para confundir la justicia con los caprichos de un individuo. ¿Por qué comparar mi proyecto con indicadores vecinos? Si toda farsa resulta estafa del autoengaño como vicio, es mejor conocerse y asumirse en la excelencia hasta lograr el deber cumplido. Hacer lo que nos corresponde es servicio, en lo demás sobramos, interferimos.

Gerenciar el propósito es tomar las riendas sobre nuestro destino, el éxito es consecuencia de la coherencia en accionar desde nuestros principios.

 

María Camila Chala Mena

Poeta. Abogada con énfasis en Administración Pública y Educadora para la Convivencia Ciudadana, Especialista en Gerencia de Proyectos y Estudiante de Maestría en Ciudades Inteligentes y Sostenibles. Fundadora de Ágora: Laboratorio Político. "Lo personal es político".

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