“Diciembre -y cualquier fecha del año- siempre será una buena oportunidad para perdonar y perdonarnos. Cualquiera que sea el motivo, dese la oportunidad”.
No sé por qué a muchas personas les cuesta pedir perdón, ¿qué influye en que sabiendo que están equivocadas no asumen con humildad su responsabilidad? ¿Por qué no tratan de remediar la situación y tener buenas y sanas relaciones con los demás? ¿Qué hace que se generen conflictos permanentes con los otros?
Puede que haya múltiples razones desde problemas internos que afronta una persona y que explota con externos que nada tienen que ver con sus problemas; frustraciones o el ego que nos hace creer que somos perfectos cuando es lo menos que somos. También por orgullo o soberbia.
Pienso que cuando reconocemos nuestra imperfección estamos en un proceso de mejora continua porque siempre vamos a encontrar oportunidades de mejora; por el contrario, creer que no tenemos nada por mejorar nos estanca.
Los problemas entre vecinos sí que son ejemplo de cómo problemas pequeños se vuelven grandes cuando se pudieron solucionar de raíz y de manera asertiva con diálogo: el vecino que está incómodo porque el del lado pone la música duro; la señora que le molesta que niños jueguen en la calle cerca de su casa; el que tiene perro y lo dejó suelto y mordió a una persona, el gato de una familia que se fue al techo de otra casa y les hizo una gotera, todos estos problemas de convivencia que se pueden presentar en una vecindad.
Todos, a mí modo de ver, problemas menores que se pueden resolver con diálogo pero que muchas veces escalan porque ninguna de las partes reconoce su equivocación y no quieren ceder. El que pone la música duro y a altas horas de la noche, por sentido común le podría bajar a la música viendo que la mayoría de las personas duermen a esa hora; la señora, desde que los niños no le hagan daños, no se debería incomodar porque jueguen en la calle; el dueño del perro que mordió debería disculparse con el vecino y no dejarlo salir suelto; el dueño del gato que se pasa para el techo del vecino debe poner una malla para evitar que el gato genere problemas.
Pero las reacciones suelen ser lo contrario, como si aceptar el error nos mostrara débiles, entonces el de la música a alto volumen la pone más duro cuando le piden lo contrario; la señora sale de su casa, a la calle, buscando que los niños, que juegan con balón, le peguen y luego tener la excusa de regañarlos o decir que le hacen daños; el dueño del perro que mordió, no se disculpa y encima lo sigue dejando suelto, igual que el dueño del gato que se sigue pasando al techo del vecino a hacerle goteras. Todas estas son actitudes desafiantes que hacen que un conflicto menor crezca y se rompa la convivencia.
Y no me imagino situación más incómoda que tener problemas con el vecino de al lado, al que a casi diario se lo tiene que cruzar.
El perdón y la reconciliación son grandes regalos que tenemos como seres humanos. Aparte de liberarnos de cargas y sentimientos negativos, nos dan grandeza en el buen sentido de la palabra.
Diciembre -y cualquier fecha del año- siempre será una buena oportunidad para perdonar y perdonarnos. Cualquiera que sea el motivo, dese la oportunidad.












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