Pareciera este un buen momento para retirar la reforma y abrir un espacio para mejorar la propuesta y demostrar que sí se quiere un propósito nacional.
En el ejercicio de lo público hay decisiones difíciles, que parecieran ser una forma de ceder y de derrota, pero que en un momento determinado pueden construir hacia adelante. Pueden generar ganancias políticas y de gobierno. Decisiones que permiten avanzar. ¡Decisiones valientes!
Viendo las dificultades que ha tenido la reforma a la salud en su trámite en el Congreso, las debilidades de constitucionalidad, los costos a la armonía política y al devenir de la salud en el país, su efecto en polarización, pero además viendo las oportunidades que se derivarían de una decisión distinta para construir consensos, para abrir un real diálogo abierto y no un monologo ideológico; pareciera este un buen momento para retirar la reforma y abrir un espacio para mejorar la propuesta y demostrar que sí se quiere un propósito nacional. No hacerlo puede ser una nueva derrota en el proceso que ya no tiene mucha probabilidad de éxito o porque termina cayéndose en la Corte Constitucional por vicios legales o porque se hunde políticamente en las próximas semanas o incluso en la siguiente legislatura, prologando la agonía.
Presidente, este es el momento de lograr más unidad y no de perpetuar un difunto que muérase ahora o después, termina dividiéndonos más. Escuche a la mayoría del país que clama por no perder lo ganado en el sistema de salud, construya en la diferencia y saldrá airoso, aun retirando el proyecto.
Hoy el 73% por ciento de la población destaca nuestro sistema a la salud como bueno. Y tienen razón. Los avances del sistema de salud son muy impactantes. En los últimos 28 años la cobertura en salud ha aumentado del 24 al 94% de la población, la cobertura en los más pobres paso del 4 al 91%, la prevención en el país ha aumentado del 43 al 70% y la entrega de medicamentos a los más pobres aumentó del 32 al 80% de la población.
Pero presidente véalo con sentido pragmático. Si persiste en el error de sostener el proyecto, usted podría impedirle a los colombianos que el sistema mejore. No lograría que se dignifique en salarios a médicos y enfermeras, no mejoraría en la prestación de servicio en zonas más dispersas y rurales, no avanzaría el país en gestión del riesgo y en eficiencia en la prestación del servicio de salud y la nación no daría un paso adelante en promoción y prevención y de paso pondría en riesgo por tiempos y trámites las otras reformas de su agenda. Pero además piense usted presidente que la reforma tiene severos riesgos adicionales que luego pondrán en riesgo nuestro sistema de salud en derechos, sostenibilidad fiscal, calidad en la prestación, acceso, participación privada, gobernanza, integridad, entre otros.
Llegó el momento de apostarle de verdad a esa unidad nacional. Quedan pocas semanas para lograrlo, ¡ánimo presidente! Dejarlo allí es quedarnos con un Frankenstein en salud que demostrará que el remedio resulta peor que la enfermedad y habrán vidas de por medio. Por el contrario, retirar la reforma es una muestra de grandeza y pragmatismo que ratificaría cómo el presidente es el símbolo de la unidad nacional.
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*Rector Universidad EIA
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