Honre ese mandato no solo con ideas revolucionarias, sino con una revolución en la forma de gerenciar el Estado.
La transmisión del consejo de ministros fue un momento histórico para Colombia, de hecho considero que fue una estrategia audaz del presidente, en cuanto a que había un grupo de ministros que en medio de sus campañas presidenciales le querían hacer una encerrona para manipularle sus decisiones y terminaron expuestos. Vi con preocupación una radiografía de un gobierno que necesita urgentemente repensar su modelo de gestión. Sin embargo, entiendo que gobernar no es lo mismo que manejar una empresa privada. Una nación no es una corporación; es una democracia, un ente complejo y diverso donde las decisiones deben equilibrar múltiples intereses, visiones y realidades. Pero sí creo que gerenciar, en el sentido de gestionar con eficacia, es fundamental, y es el mínimo ejercicio de conversar. Y eso implica, sobre todo, tener las conversaciones adecuadas en los momentos correctos.
Presidente Petro, con el respeto que merece su investidura y reconociendo su capacidad intelectual indiscutible, permítame hablarle en el lenguaje de la gerencia moderna, pero también en el de la democracia. El idealismo y el conocimiento histórico son fundamentales para inspirar, pero la transformación real requiere una ejecución impecable y, sobre todo, un diálogo constante y efectivo con todos los sectores involucrados.
Lo que vimos en pantalla fue una mesa directiva fragmentada, donde la desarticulación entre ministerios quedó expuesta de manera preocupante. Cuando el Ministro de Defensa señaló la falta de articulación territorial, la respuesta no podía ser únicamente un análisis histórico de Bolívar y Santander. Se necesitaba un plan de acción concreto, responsables claros, fechas de cumplimiento y, sobre todo, una demostración de que el gobierno está escuchando y actuando en consecuencia. La historia es importante, pero no puede ser un sustituto de la acción.
Señor Presidente, permítame compartirle algunos principios básicos de gerencia que podrían fortalecer su administración, siempre entendiendo que gobernar es más que gerenciar, pero que gerenciar bien es indispensable:
- Las reuniones uno a uno con su equipo son fundamentales.Ningún líder exitoso, ya sea en el sector público o privado, se entera de los problemas de su organización en una reunión pública. El seguimiento individual permite identificar obstáculos y brindar apoyo antes de que los problemas escalen. Pero también es crucial que esas conversaciones sean sinceras y constructivas, no meros monó
- Una matriz de compromisos no es burocracia; es la columna vertebral de la ejecución.Cada promesa de campaña debe tener un responsable, un cronograma y métricas claras de é Sin embargo, en una democracia, esos compromisos deben ser comunicados de manera transparente y sometidos al escrutinio público, porque el gobierno no responde solo ante sí mismo, sino ante la ciudadanía.
- La unidad del gabinete no es opcional.Las diferencias ideológicas son válidas y hasta saludables en una democracia, pero cuando estas afectan la ejecución, es momento de tomar decisiones difíciles. Un equipo dividido nunca podrá entregar resultados excepcionales. Aquí es donde el arte de conversar y negociar se vuelve esencial. Un presidente debe ser, ante todo, un facilitador de consensos. Y de ser necesario, despedir.
- La comunicación estratégica es vital.Transmitir un consejo de ministros sin una agenda clara y sin preparación previa expone innecesariamente las fracturas internas y genera incertidumbre en el país. La transparencia es importante, pero debe ir acompañada de claridad y propósito. Cada palabra, cada gesto, debe estar alineado con una narrativa coherente que inspire confianza.
Colombia necesita un gobierno que funcione como un reloj suizo, pero también como una plaza pública: un espacio donde las ideas se debatan, donde las diferencias se resuelvan mediante el diálogo y donde la ejecución sea el resultado de un proceso participativo y transparente. No basta con tener las mejores intenciones o el discurso más elaborado; la transformación real requiere una gerencia efectiva y una democracia vibrante.
Presidente, tiene una oportunidad única de recomponer el camino. Comience por conformar un gabinete verdaderamente ejecutivo, donde la capacidad de gestión sea tan importante como la afinidad ideológica. Establezca una secretaría privada robusta que actúe como centro de comando y control, pero también como un puente entre el gobierno y la sociedad. Retire a quienes están más enfocados en sus ambiciones políticas que en la ejecución de su programa de gobierno, pero no olvide que la política es, en esencia, el arte de construir acuerdos.
La grandeza de Colombia no está en juego. Está probada en cada crisis que hemos superado, en cada obstáculo que hemos vencido. Lo que está en juego es la oportunidad histórica de demostrar que la izquierda puede gobernar con excelencia gerencial, que puede combinar el idealismo social con una ejecución impecable y, sobre todo, que puede hacerlo en el marco de una democracia robusta y participativa.
Presidente Petro, Colombia le dio un mandato de cambio. Honre ese mandato no solo con ideas revolucionarias, sino con una revolución en la forma de gerenciar el Estado. El país que construyó paz desde el diálogo, que superó crisis económicas con innovación, que exporta talento al mundo, merece y exige una gerencia presidencial de altura.
Los colombianos esperamos resultados. Más que discursos históricos; esperamos transformaciones tangibles. Más que buenos propósitos; esperamos una gestión excepcional. Pero también esperamos un gobierno que nos hable, que nos escuche y que nos incluya en el proceso de construir un país mejor.
Colombia merece brillar, y para ello necesita un gobierno que no solo sueñe en grande, sino que sepa convertir esos sueños en realidad a través de una gerencia efectiva, una ejecución impecable y un diálogo constante. La historia juzgará su gobierno no por la profundidad de sus análisis históricos, sino por su capacidad de transformar la vida de los colombianos. Es momento de elevar el nivel de la gestión presidencial a la altura de las aspiraciones de nuestra nación.
¡Colombia merece y exige excelencia, pero también democracia y diálogo!.
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