Postergando lo inmediato

“Sigue siendo cierta la teoría económica cuando se refiere al gasto público procíclico, pero nos quedamos apegados a la viejísima idea que el gasto público es capaz de movilizar la producción y la inversión”


SI, el Banco de la República volvió a reducir la tasa de interés de política monetaria en 50 puntos básicos, pasando de 11,25% a 10,75%, ajustando el nivel lentamente para no provocar un efecto negativo sobre la inflación que pudiera impulsarla nuevamente. A la espera también que la transmisión del tipo de interés al sistema financiero logre recuperar el apetito por el crédito impulsando el consumo de manera que la economía no siga perdiendo tracción. Hará ahora, las decisiones del Banco han sido prudentes, han ido en la línea de responsabilidad monetaria y han permitido confiar en una de la institución más responsable y brillantes del país.

Sin embargo, la política fiscal parece ir demasiado rápido sobre una vía llena de huecos, va golpeándose estrepitosamente y con un ruido exagerado que limita la visibilidad, evitando un manejo prudente y responsable, no ha logrado recuperar la economía con mayor gasto, esto por cuento la mayor parte es burocrática e ineficiente, las transferencias se han vuelto desordenadas, la focalización de los programas sociales parece estar en problemas, el pago de nuevos ministerios parece haber recortado la eficiencia del gasto, la distribución de los recursos en sectores de rápido retorno como la infraestructura no responde, los contratos de placa huellas a través de la figura de contracción de mínima cuantía no funcionaron, el aumento de funcionamiento del Estado se ubico en 20 billones adicionales, al pasar de 308 a 328 billones. La incertidumbre sobre la estabilidad de las finanzas públicas se confirmó con la propuesta de modificar la regla fiscal para no cumplirla y en su lugar revisar cómo se puede controlar el crecimiento de la deuda si la economía no responde.

Ahora resulta que nos enfrentamos a una nueva tributaria o ley de financiamiento por 12 billones, aunque el Confis se mantiene en necesidades por 24 billones, de manera que, en el presupuesto general radicado al Congreso de la República, el gasto contingente puede ser de entre 12 y 24 billones, es decir, no están asegurados. Las formas de conseguir ese dinero explicadas en algunos medios y comentarios económicos, pueden ser a través de IVA vía una reducción de exenciones e incluso incremento en algunos bienes y servicios, un impostergable aumento de la base de contribuyentes (por la que hubo estallido social) y un coherente bajonazo a la tarifa de renta corporativa del 35% al 30% (por la cual también hace unos años hubo estallido) que se requiere para reactivar la locomotora, también esta seguir insistiendo en impuestos verde y por supuesto “apretar” la escasa proporción de colombianos que tienen ingresos de actividades formales, seamos sinceros, la informalidad que es del 56% no paga impuestos.

Igual, si los entres territoriales no tienen control, organización y autonomía sobre sus rentas, ninguna reforma tributaria se vuelve por arte de magia eficiente, los recursos son de los territorios, lo lamentable es que, en la economía regional, la planificación del gasto es paupérrima, termina en la compra de automóviles de lujo, preferiblemente Toyota o en el pago de contratos para pintar andenes, o en estudios de sostenibilidad para el medio ambiente que no concluyen ni se aplican.

Así que, estamos postergando lo inmediato, que es la recomposición de la base productiva con mejores inversiones para generar crecimiento económico, sin crecimiento no hay ingresos, es la máxima, no podemos seguir burocratizando el crecimiento económico cambiándole de sentido cada vez que queremos, tampoco pensar que el crecimiento en la base destructiva del planeta, la base destructiva somos nosotros, que ni siquiera podemos clasificar la basura en casa, por citar un ejemplo.

Entonces lo que hay es un desorden en cuanto a las decisiones no solo económicas, sino de política pública con impacto social, venimos en el discurso de la pobreza pero la inversión pública no se focaliza hacia los medios de superación de pobreza, una renta básica no va a sacar un hogar de la pobreza, pero proveer aseguramiento si puede impactar positivamente a esta, eliminar las barreras de acceso a bienes y servicios para los más pobres y permitir mayor oferta de bienes públicos pude ser otra razón válida, en fin hay un dosier de posibilidades que no se pueden centralizar en gestión de recursos.

Para finalizar, la administración de la casa que hacen los hogares colombianos es brillante: no llegan a mes con el salario o los ingresos percibidos, pero mantienen un nivel de vida digno a esfuerzo constante, la inversión mas grande que hacen es la educación de sus hijos, y son colombianos que están por fuera de cualquier beneficio, incluso partiendo son sus impuestos la expansión de subsidios para equilibrar la balanza. Esta proporción de la población esta desapareciendo.

Los empresarios no son los que mas tayotas tienen, son emprendedores de base que arrancaron su negocio con lo mínimo, abrazados del sueño de independencia y de dejar de caminar con la hoja de vida debajo del brazo, los medianos empresarios son familias que tienen todo su capital invertido para sostener entre 20 y 50 empleos, y los mas grandes son los que ponen a rodar la inversión y las copras locales. Entonces ¿cuál es el argumento desigual para no creer en el crecimiento?

Sigue siendo cierta la teoría económica cuando se refiere al gasto público procíclico, pero nos quedamos apegados a la viejísima idea que el gasto público es capaz de movilizar la producción y la inversión.

Seguimos postergando lo inmediato …

Gustavo Sepúlveda

Economista de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Especialista en proyectos de la Universidad Católica de Colombia y Magíster en Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Actualmente analista económico, en temas de legislación económica, crecimiento, sector productivo. Investigador y académico.

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