Superados autoritarismos que marcaron la historia de la segunda mitad del siglo XX y con el intento por resolver distintos conflictos armados y consolidar la democracia, en la primera década del nuevo siglo XXI se hace evidente en la región sudamericana un interés compartido por el desarrollo de temas sociales y de derechos humanos en una situación sin precedentes en la historia reciente, la cual no fue ajena al surgimiento y consolidación de organismos integradores regionales.
Justamente con la llegada del nuevo siglo verían la luz organismos como la Unasur, mientras que el Mercosur si bien fue constituido en 1991 evidenciaría reformas en “clave posliberal” en este nuevo periodo. El primero planteó un acercamiento de los países del sur del continente en torno a una historia e intereses comunes, promoviendo una identidad compartida y dando prioridad al desarrollo de temas políticos, sociales y ambientales. Por su parte el Mercosur, en el nuevo siglo buscó complementar la dimensión comercial del bloque con políticas de ámbito social y humano, creando el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur-IPPDH con el propósito de desarrollar una cooperación técnica, investigativa y coordinar políticas en materia de Derechos Humanos en la organización, a la par de otros proyectos como el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur-FOCEM, el Instituto Social del Mercosur-ISM o el “Mercosur Social” que también proyectaron una cercanía hacia estos temas.
En términos medibles, de acuerdo con la publicación Our World in Data en su análisis de protección y respecto por los Derechos Humanos a nivel de países (Human Rights Scores), desde el año 2000 hasta el año 2015 se aprecia un crecimiento constante hacia una mayor protección de derechos en los países suramericanos que integraron el Mercosur y Unasur en un periodo particular conocido como Posliberalismo Latinoamericano.
Este lapso coincidió con el ascenso al poder de gobiernos de izquierda como Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina o el mismo Hugo Chávez en Venezuela hasta entrada la segunda década del nuevo siglo que vería marcados recambios electorales con la llegada de Mauricio Macri en Argentina, Iván Duque en Colombia, Sebastián Piñera en Chile, Pedro Pablo Kuczynski en Perú o Jair Bolsonaro en Brasil en una especia de “vuelta a la derecha” que también presentó su propuesta integracionista con fuerte interés en lo económico identificable en la conocida Alianza del Pacifico o la recién creada Prosur.
Hoy, en el preludio del tercer decenio del nuevo siglo, el panorama sudamericano marca un nuevo “giro a la izquierda” en un mapa representado por mandatarios que han demostrado cercanías en sus políticas, identificables en figuras como Gustavo Petro, Gabriel Boric, Alberto Fernández y el recién reelegido Lula da Silva, uno de los precursores del periodo posliberal.
Dada esta nueva configuración regional surge entonces la pregunta ¿estamos ad portas de un Posliberalismo 2.0? y, entendiendo las dinámicas propias de este nuevo periodo caracterizado por el fuerte interés hacia el desarrollo de una agenda medioambiental que se acompaña del continuo fortalecimiento económico de los mercados asiáticos los cuales han demostrado acercamiento hacia los países latinoamericanos, entonces ¿conviene para la región el desarrollo de un nuevo Posliberalismo?
El debate seguirá abierto.
El artículo está bien aterrizado porque nos ilustra sobre la génesis de la integración Latino Americana a través de esfuerzos conseguidos por cada uno de los organismos internacionales establecidos. Si miramos el momento actual de la geopolítica tenemos una nueva realidad, hoy se consolida la posición de la izquierda a través de sus triunfos electorales en diferentes países de L A. Hay una urgencia en toda L A para definir derroteros en torno a la sensibilidad social a favor de la gente más vulnerable. Es el valor humano, la vida, la que en estos momentos hay que privilegiar a través de la integración, no lejana al sueño de Bolivar: hacer de los pueblos de Latinoamérica, una Patria Grande , deponiendo odios políticos , retaliaciones, antagonismos e ideologías; sólo así, a mi manera de ver, podremos construir la Unidad Latinoamericana. Buscando una integración más allá de la existencia de Organismos Internacionales que han quedado en deuda con los pueblos Latinoamericanos.