El país está cansado de la violencia, y en especial de esa que es derivada del modo de pensar del individuo.
Cada vez que se anuncia un paro (sea cafetero, estudiantil, de transportadores, nacional) están las personas que sin conocer las causas deciden marchar porque sí, por moda, porque sus amigos lo harán, porque sienten que marchando están haciendo su contribución para una sociedad mejor. Por supuesto, no son todos y ni siquiera la mayoría. De la misma manera, están los que critican el paro, aun sabiendo que existen razones de peso para marchar, porque pertenecen al status quo, o les interesa que éste se mantenga. Mucho más reprochable lo de estos segundos, por supuesto. Tampoco falta el político oportunista que se atribuye como éxito propio el alcance de las manifestaciones.
El de este 21 de noviembre anuncia ser un paro muy grande, uno de los más grandes de los últimos tiempos. Más allá de demagogias, de desinformación, de modas, de posibles intereses, en este artículo, intentaré dar las razones objetivas por las que, a mí juicio, la mayoría de personas saldrán a marchar el jueves.
Las organizaciones y sectores que han liderado la iniciativa han realizado un decálogo con los diez motivos para salir a paro. Con toda humildad, como ciudadano independiente que soy, considero que, si bien todas esas causas generan inconformidad social, no condensan las razones puntuales por las que las personas, o por lo menos la mayoría de ellas, los ciudadanos de a pie, asalariados, estudiantes, sin partidos ni ideologías, van a salir a marchar, y que creo son las siguientes.
Primera, el descontento generalizado con el gobierno de Duque. Este gobierno parece no ser bueno para nadie, excepto para los mismos miembros del gobierno y aquellos que de manera directa o indirecta se benefician de él. Están inconformes los estudiantes, que reclaman el cumplimiento de los acuerdos luego del paro del año pasado, específicamente sobre la financiación de Colciencias, y la corrupción al interior de las Universidades. También lo están los trabajadores, ante el anuncio de gremios afines al gobierno de la intención de realizar una reforma pensional que aumente la edad de pensión y de convertir a Colpensiones en un fondo privado. También los jóvenes, ante la propuesta de pagarles sólo el 75% del valor del salario mínimo a los que tengan entre 18 y 25 años. Y por supuesto, hay un descontento entre los defensores del proceso de paz, que observamos la intención clara del gobierno de estropear los acuerdos, lo que ha generado un recrudecimiento de la violencia en las zonas veredales.
Creo que la segunda razón es lo que acaba de ocurrir con el bombardeo de los niños en el Caquetá. Hecho que generó indignación absoluta en la opinión pública. Y creo que es causa suficiente para que muchas personas decidan salir a marchar. No se explica cómo el gobierno nacional accedió a bombardear una zona donde había presencia de niños. El gobierno se excusa en que se desconocía la presencia de menores en el campamento bombardeado, y que, por lo tanto, el actuar de las fuerzas armadas estuvo enmarcado en el DIH. Pero entonces siendo así, el reproche sería por no tener conocimiento exacto y preciso de los blancos legítimos, incurriendo en una posible violación del principio de distinción.
Pero en todo caso, lo que resulta más escandaloso es que hayan ocultado que había menores entre los muertos por el bombardeo. Mínimamente había que contarle al país lo que había ocurrido, dar una justificación, mostrar pruebas, y asumir responsabilidades. Es lo que cualquier gobierno con un mediano sentido de dignidad y de decencia hubiera hecho. Pero no. Decidieron ocultarlo, sabedores de la gravedad de lo ocurrido, de manera vil y cobarde. Lo que demuestra su desprecio por la vida de esos menores, sus familias, y por la sociedad en general.
La tercera razón es el recrudecimiento de la violencia frente al asesinato de los líderes sociales. El país está cansado de la violencia, y en especial de esa que es derivada del modo de pensar del individuo. Hemos visto cómo en los últimos meses, en todo el territorio nacional, pero en especial en aquellas zonas que sufrieron de manera especial el conflicto armado, y donde es precaria o nula la presencia del Estado, ha empeorado el fenómeno. Sin embargo, a pesar de la gravedad del fenómeno, y de las denuncias y solicitudes que han hecho las mismas víctimas y sus familiares y amigos, el gobierno no ha mostrado un interés real para resolverlo, que se evidencia en la ausencia de soluciones efectivas para detener las muertes.
Creo que las anteriores son las razones que más pesarán en la decisión de las personas de marchar el 21 de noviembre.