“Es importante reflexionar sobre el concepto de arte-política y su relación con la gestión pública, enfocando esta discusión en la mística de lo estético”
La filosofía del arte puede parecer un tema distante para muchos, pero su importancia se hace evidente cuando se relaciona con la gestión pública, ya que la política es una obra de arte pintoresca y cruel. Por lo tanto, es necesario reconocer la centralidad de la práctica artística sin limitarla y examinar las condiciones necesarias para que algo sea considerado arte, incluyendo lo político como arte. La tarea del político frente al arte en el mundo poshistórico es establecer criterios que permitan identificar lo social del arte y comprender su significado desde la acción política.
La interpretación en el arte es esencial para comprender y apreciar el significado que hay detrás de una obra, y en este sentido, la política del arte tiene un papel fundamental en el análisis y la reflexión crítica sobre la producción artística y en la definición de políticas culturales que promuevan su desarrollo.
El concepto del «fin del arte» propuesto en los años 60, donde el arte se había liberado de la necesidad de representar la realidad y se había convertido en una especie de juego autónomo, hoy se concibe bajo la misma concepción del arte como un juego sin una función específica, especialmente en el campo político-social, lo cual debe ser cuestionado desde la postura de ver el arte como un campo relacional, activista y social, que busca recuperar un papel más activo en las políticas públicas. En este sentido, la reflexión filosófica es esencial para entender las implicaciones de estos nuevos planteamientos estéticos y para determinar cuál es el papel del arte en la sociedad actual y cómo puede hacer simbiosis con el accionar político.
Es importante reflexionar sobre el concepto de arte-política y su relación con la gestión pública, enfocando esta discusión en la mística de lo estético y llevando el planteamiento a la construcción de políticas públicas desde los planteamientos de Adorno y Horkheimer, quienes han propuesto una postura más radical sobre el papel del arte en la sociedad capitalista. Hacer política desde y para el arte es una herramienta esencial para entender la producción cultural de nuestras regiones y su impacto en la sociedad, y debería ser tomada en cuenta en la gestión pública y en la definición de políticas culturales.
En resumen, la reflexión sobre el arte-política y su relación con la gestión pública es esencial para comprender la producción cultural y su impacto en la sociedad actual. Es importante que los políticos consideren la relevancia del arte en la definición de políticas culturales y en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Entonces, ¿por qué los políticos no hablan de arte en sus campañas electorales? Quizás deberían empezar a hacerlo.
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