Popularizar lo bueno de la minería

José María Dávila Román

“Las empresas mineras deben mostrar con orgullo y abiertamente sus actividades, llegar a las bases y explicar sin miedo sus actividades”.


La minería en Colombia y buena parte de Sudamérica carga con una reputación negativa. El imaginario que tiene una persona común y corriente de estas latitudes sobre la minería es destrucción del medioambiente, contaminación de las aguas y afectación al orden público. No perciben que la minería está en todo lo que nos rodea: la energía a las casas se transmite con cobre; las casas se construyen con materiales de construcción que son producto de la actividad minera; los aparatos electrónicos como televisores, celulares, vehículos contienen oro, litio, plata, cobre y otros minerales; en la medicina diferentes herramientas que utilizan los médicos están hechos con minerales e incluso clínicas y hospitales están haciendo experimentos pintando sus paredes con aditivos que incluyen cobre porque se ha comprobado que este mineral evita la propagación de bacterias y virus que se expanden rápidamente en los centros médicos por la cantidad de personas que llegan enfermas.

El reto más grande que sigue teniendo el sector minero en Colombia -y desde hace veinte años- es cómo lograr que las personas de todos los niveles: niños, jóvenes, amas de casa, agricultores, políticos, empresarios, vean en el sector minero un aliado más que contribuya al desarrollo y bienestar del país. Lograr acuerdos en el que todas las partes salgan beneficiadas.

Para ello debe haber apertura al diálogo y de parte del sector minero, este debe ser proactivo en buscar espacios de conversación, mostrar públicamente los programas y la forma como desarrollan las actividades para que masivamente la población empiece a ver que existen ejemplos positivos de minería que genera beneficios reales para las comunidades y el medioambiente.

Pero esto no se logrará si las empresas que lo hacen bien no son abiertas a mostrar sus procesos, como si les diera vergüenza. Hace dos años estuve conociendo una mina subterránea tecnificada y que convive con cultivos agrícolas como café. El municipio donde se encuentra es tranquilo, pacífico y goza de agua potable. Es un ejemplo vivo de buena minería; sin embargo, la empresa es supremamente celosa con sus prácticas. No permitió divulgar contenido acerca de la visita ni mostrar lo que hacen. Sienten que si son visibles empezarán a estar en el ojo de activistas que les dificultarán sus operaciones que llevan ejerciendo por más de 30 años.

Ese silencio histórico le ha hecho mucho daño al sector minero. El silencio no construye confianza; las empresas mineras deben llegar a las bases y explicar sin miedo y masivamente sus actividades. Si es un sector que está seguro de contribuir a un mejor país, hay que mostrarlo con contundencia, transparencia y argumentos.

No se puede seguir teniendo la postura de estar en silencio con la excusa de no tener opositores; si las empresas no hablan, los contradictores sí lo harán y la mayoría de las veces desinformando para generar miedo y rechazo hacia esta actividad, con el fin de tener réditos políticos y personales como efectivamente viene pasando. Estar en silencio, sin socializar ni hablar, da la sensación de estar haciendo algo malo.

Por eso es de resaltar el trabajo de personas como Luis Madriñán (ver perfil), gerente ambiental de Cerrejón que día a día muestra cómo en esta operación minera se ha hecho una restauración ambiental ejemplar logrando que una especie sombrilla como el jaguar habite esta zona minera, así como diversas especies de aves y venados. Este ejemplo nos muestra que la naturaleza convive con la minería.

Madriñán ha logrado cambiar imaginarios negativos por positivos, ahora imagínense si de cada proyecto y empresa minera hay por lo menos una persona que, como él, se dedique a mostrar todo lo bueno que están haciendo y las contribuciones positivas a la sociedad, basados en evidencia, ciencia y argumentos. Se popularizaría lo bueno de la minería y se generaría un ambiente favorable para el desarrollo de este tipo de proyectos en el país; así las comunidades empezarían a sentir que es un privilegio contar con este tipo de empresas, sobre todo en territorios alejados y rurales que es donde se hace la mayor parte de la minería empresarial.

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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