En la historia política de Colombia tenemos que resaltar episodios como el bipartidismo, la violencia, el levantamiento y la sectaria intolerancia de los partidos políticos que terminaron en convergencia en el Frente Nacional. También debemos mencionar la influencia de la Iglesia católica como autoridad indiscutible, que influenció en la construcción del orden social del Estado. Debemos resaltar el derecho al voto de la mujer que en los últimos años ha ganado un importante espacio dentro de la política colombiana. Sin duda, las ideas liberales que han marcado hitos transcendentales para el advenimiento y concreción de un nuevo orden social, gracias a ellas se concretaron prioridades como la prohibición de la esclavitud, la libre creación de empresa y la libertad de cultos. Hay que rubricar la actual libertad y pluralismo de partidos políticos; para poder conocer quienes tomaron las decisiones que llevaron a la actual situación del estado y de la nación.
Las campañas políticas en Colombia, están tendiendo a una situación extrema de analogía proselitista sin retorno; lo que hoy percibimos en los debates es un constante direccionamiento a la destrucción personal, profesional, familiar y curricular; no hay verdadera solvencia democrática de ideas entre los candidatos que aspiran a tomar los próximos gobiernos de nuestros territorios, que sufren necesidades y conflictos que acentúan negativamente los procesos sociales, lo cual casi siempre derivan en violencia. Hemos ido sucumbiendo en extremismos, que se hacen ver a través de los contrarios, olvidándose de la verdadera necesidad de nuestros pueblos, sin tener en cuenta que lo que debe profesar un candidato es la defensa de sus ideas estadistas, sus conocimientos futuristas y que privilegie la puesta en escena de experiencias constructivas, acordes con las tendencias y las necesidades reales.
En realidad, no estábamos preparados culturalmente para la elección popular de alcaldes y gobernadores, era un proceso que había que diseñar de acuerdo a la situación país, nos faltaba más maduración y conciencia del voto. Se perdió la responsabilidad que existía en los presidentes y los gobernadores. Como consecuencia de haber dado lugar a esa praxis para la que no había verdaderos cimientos, aparecen campañas que desplazan las ideologías democráticas y la función social del gobierno, y tristemente convertidas en campañas que predomina la capacidad patrimonial, garantía contractual y redes del trueque gobiernista. Los partidos políticos perdieron sus ideologías y prueba de esto, son las coaliciones con partidos de discrepancia extrema, porque el fin no es de medios sino de resultado. Lo que se repite termina tantas veces se termina convirtiendo en costumbre.
La otra parte de las campañas políticas con suspicacia lógica e inaudita para el electorado, es que los que votan no son los que eligen, sino que los eligen son los que cuentan los votos, situaciones convertidas en una deuda moral multifacética de justicia, legalidad y transparencia con la democracia.
Tal situación ha desplazado los preceptos económicos, que en realidad urgen en nuestras regiones, y mucho más con esta crisis postpandemia, que nos retrasó en el crecimiento regional, y para llegar a donde estábamos, nos va a costar más tiempo y más trabajo del que preveíamos, con la latente incertidumbre de que lleguen otras circunstancias más extremas.
Los gobiernos, está obligado a reestructurar la estrategia para hacer transcender los problemas, para retomar el crecimiento económico, disminuir los niveles de pobreza, someter el endeudamiento y el gran desafío que es la política fiscal.
Con tantos temas mundiales como el cambio climático, con referentes de la agenda 2030 de las Naciones Unidas, con las migraciones, la seguridad alimentaria, con las violaciones de los derechos humanos y con la necesidad urgente de la paz mundial, es pertinente replantar las agendas, y las prioridades urgentes. El deterioro del tejido empresarial, que es la base fundamental de los productos internos brutos de las regiones, la destrucción del agro como base del sustento diario de nuestras poblaciones presentes y futuras, obliga a la pronta reestructuración de la deuda de los entes territoriales, de los esquemas financieros para que se pueda acometer la ejecución de obras que acaben las grandes deficiencias de infraestructura, tan necesarias para el desarrollo de las regiones que, en conjunto, hacen un país. La forma de afinidad de la política y la religión, es el miedo y por eso es que no hemos superado el primer artículo de la constitución de Colombia y el primer mandamiento de Dios en la tierra.
Democracia es el nombre que se le da al pueblo siempre que se le necesita. Marqués de Flers
Frente al certero analisis, y para que la democracia y la moral no se sigan deteriorando, entonces por quien votamos?
Carlos Arturo, gracias por este artículo nos coloca en una disertación más profunda del acontecer político.
Te felicito por el importante papel que nos representa como país.
!Sera que abra democracia en Colombia¡
Esta totalmente claro lo que dice tu Articulo.
Para el electorado, es que los que votan no son los que eligen, sino que los eligen son los que cuentan los votos,
En tonces mientras no tengamos un sentido humanisticos con nuestross regiones y patria no podemos utilizar la palabra democracia.
Dr Carlos Arturo, excelente artículo, tiene usted una percepción de nuestra realidad, producto de una educación equivocada , basada en la ley del mas vivo, en el vil interés económico, y la exigencia de derecho pero olvidando nuestras obligaciones y deberes. Saludos
Esta realidad supera la ficción……
Excelente reflexión y, como persona propositiva, creo que la base de todo está en no menos de 50 años atacando a la familia y la estructura educativa en manos del cartel comunista de Fecode sin la presencia y participación de toda la sociedad.