Por: Camilo Muñoz García
La política pública de seguridad y convivencia de Medellín se presenta como un modelo integral de gestión local de la seguridad y convivencia. Mas podemos evidenciar que en realidad la administración del señor alcalde Federico Gutiérrez en la ciudad paisa ha sido de tinte punitivo; esto se puede demostrar en el incremento de homicidios, hurtos y desplazamiento de algunas comunidades.
En el año 2018 la capital paisa llegó a la cifra exorbitante de 626 homicidios según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC), continuado así la tendencia ascendente de muertes violentas en la ciudad de Medellín. Esto es paralelo a la materia de hurtos que acosa a la ciudad, donde en el año 2018 se reportaron 20.607 casos de hurto a personas, 4,161 casos de hurtos de motos y 888 casos de hurtos a carros según cifras de la Secretaría de Seguridad de Medellín
En cuanto al problema de desplazamiento, en la capital del departamento de Antioquia en el año 2018 se registraron 3.242 personas que debieron abandonar sus hogares debido a la violencia originada por la disputa de territorios entre bandas criminales, siendo las comunas (13) San Javier, (7) Robledo y (16) Belén, las más afectadas. A esto se suma la gran migración de personas del Bajo Cauca a la ciudad de Medellín debido a las confrontaciones entre grupos armados tales como el Clan del Golfo y los Caparrapos. Otro gran agravante que intensifica esta situación es la llegada masiva de venezolanos, que se radican en la ciudad de la eterna primavera buscando una mejor condición de vida.
Aun existiendo estos grandes problemas el señor Federico Andrés Gutiérrez Zuluaga se presenta como un ser mesiánico que solucionará los problemas de seguridad en la ciudad de Medellín, usando estrategias tales como el famoso helicóptero donado por la Policía Nacional que sobrevuela la ciudad desde el 29 de abril del año 2017, pero el cual le costó a la Alcaldía de Medellín 6.007 millones de pesos por temas tecnológicos. Esta se presenta como una estrategia populista que solo genera gastos a la ciudad, la cual debe desembolsar alrededor de 144,000 pesos por cada hora que sobrevuela la ciudad. Utilizando propuestas como estas se dejan de lado algunas que tal vez causaran un impacto más determinante en la ciudad, propuestas que incumban en el ámbito cultural, académico y laboral de los medellinenses serían de gran ayuda para abandonar esa cultura reprochable que ha sucumbido por años y años a la ciudad de Medellín a la eterna violencia, herencia que de seguro deberíamos cambiar.
Finalmente se evidencia que la política de seguridad y convivencia de la Alcaldía de Medellín no tiene nada de integral, o muy poco, la cual solo se ensaña en el carácter punitivo de la ley. El señor alcalde de la ciudad de Medellín debería cuestionar si los resultados de su gestión en materia de seguridad sí han sido los esperados para la denominada “ciudad mundial de la innovación”.
Otra conclusión sería si en realidad los ciudadanos de la capital Antioqueña son conscientes de los resultados de este tipo de políticas, las cuales se presentan como todopoderosas, cuando por el contrario generan más violencia.