Este 21 de marzo se celebró el día mundial de la poesía y el 30 de marzo el día del pueblo palestino. Justo en esa semana de cuarentena mi amigo, el abogado Alfonso Arango Escudero me obsequió un libro titulado “Poemas de la resistencia del pueblo de Irak y Palestina”, editado por la editorial la Espada y la Pluma en el 2004. Es un libro lleno de bellas y desgarradoras sorpresas, que no esconde su intención y que toma partido desde el primer momento. Son tres escritores iraquíes y catorce palestinos que hacen parte de esta compilación. En el prólogo del editor puede leerse un manifiesto tan contundente que bien podría aplicarse a cualquier causa humana considerada contrahegemónica:
“Es un hecho demostrado históricamente que, en la lucha por la liberación del pueblo, de los varios frentes, el principal es el militar, el de la espada. Pero éste no basta por si solo y el frente cultural, el de la pluma, es absolutamente indispensable para cohesionar las fuerzas de la resistencia y para reducir la influencia de la cultura del opresor, la cultura de sumisión. Para hacer frente a la cultura de resistencia, de rebelión o de revolución, los opresores no tienen más salida que oponer la cantidad a la calidad, inundándonos con su visión, no solo en los medios de comunicación de masas sino en todas las formas de difundir su ideología, su concepción del mundo”
De este modo, comienza un lamento poético, de dos pueblos que se han visto envueltos por la guerra, masacrados, olvidados y subestimados, (al igual que Siria, el Kurdistán, los armenios, los Chechenos o los Rohingyas). Muchos de los poetas que hacen parte de esta antología han participado en festivales y eventos alrededor del mundo, entre ellos el Festival internacional de Poesía de Medellín, tal es el caso de Mushsin Al-Ramli quien estuvo en la ciudad en 2006 y que sorprendió con la naturaleza de sus letras. Pero no solo el prólogo del libro impacta, en la introducción, del acápite sobre poesía iraquí, Al Ramli escribe acerca de la condición de “ser iraquí” y del injusto trato que recibe su cultura.
Poesía Iraquí
“A los iraquíes, en general, y a los intelectuales en particular, les entristece e indigna el hecho de que hoy solo se hable de Irak como si de una amenaza se tratara: se dice que es el eje del mal, que tiene armas de destrucción masiva, dictaduras y un mar de petróleo. Apenas se menciona a Irak como el país de las mil y una noches y la primera cuna de las civilizaciones: sumeria, Akkad, Nimrud, Uruk, Asiria, Ninive, Babilonia; Irak como Mesopotamia, lugar donde hace cinco mil años nació la escritura y aparecieron el primer código, la primera religión, la primera democracia y los primeros poemas épicos[1]” y es que no se puede olvidar que con el pretexto que menciona Al Ramli, (armas de destrucción masiva) fue con el que el gobierno de George W. Bush decidió invadir la tierra de Nabucodonosor, en marzo de 2003.
Sin más preámbulos, quiero transcribir tres poemas de los que a mi juicio considero más representativos de este pequeño pero preciado libro, uno de un poeta iraquí y dos más de poetas palestinos, muy pertinente (este primero) para estos tiempos de pandemia e insensatez. Comencemos por: Abdulrazaq Al-Rubayi:
Coctel en la despedida del siglo
Somos innecesarios,
Igual que los ladridos del barco en un océano ancho.
Somos innecesarios,
Igual que el esqueleto de un tren que ha envejecido
Debajo de las ruedas
Del oxido del olvido
Y los eruptos de los animales perdidos.
Somos innecesarios,
Igual que el polvo de las tizas
al final de la clase
Somos innecesarios,
Igual que los poetas en el siglo veintiuno.
Poesía Palestina
Introducción de Nelly Marzouka: “Es imposible entender el arte palestino de los últimos cincuenta y cinco años sin incursionar en la historia de su pueblo. Si en el mundo existe una amalgama indisoluble entre gente y tierra es el pueblo palestino” en 1948 se produce la llamada Nakbah o catástrofe y marca el inicio del fin de la soberanía del pueblo palestino, cada 14 (o 15 de mayo según el caso) mientras los palestinos conmemoran, los israelíes celebran el nacimiento de su estado, sobre el desplazamiento de los pobladores nativos; así nace el declive y la confinación de un pueblo, que ha luchado con piedras y con palos frente a la potencia sionista. A continuación, un poema de Tawfig Zayyad:
Con los dientes
Con los dientes
Defenderé cada palmo de tierra de mi patria.
Con los dientes
Y no aceptaré otro lugar
Aunque me dejen
Colgando de las venas de mis venas.
Aquí sigo.
Esclavo de mi afecto…A la cerca de mi casa.
Al rocío…Y a la frágil azucena
Aquí sigo
No podrán derribarme
Todas mis cruces.
Aquí sigo. Teniéndoos… Teniéndoos… Teniéndoos…
En mi regazo.
Con los dientes
Defenderé cada palmo de tierra de mi patria.
Con los dientes.
Las imágenes de los atropellos y asesinatos cometidos por el ejército israelí contra mujeres, niños y ancianos palestinos le han dado la vuelta al mundo, mientras el mundo calla. La indiferencia de la comunidad internacional es cruel y pasmosa. Para terminar esta breve reseña, un fragmento de una oda a Palestina escrita por Mahmoud Darwish, renombrado poeta que falleció en agosto de 2008 en los Estados Unidos.
Enamorado de Palestina
Te vi junto a la puerta de la cueva,
Junto al laurel,
Tendiendo los vestidos de los huérfanos,
En las calles te vi… En las hogueras.
En la sangre del sol…
En los corrales.
Te vi en las canciones huérfanas, desesperadas.
Te vi en la plenitud de las sales del mar.
En las arenas…
Buena como la tierra,
el jazmín
y los niños.
Y juro:
Que he de hacer un pañuelo de pestañas,
Donde grabar poemas a tus ojos,
Donde escanciar un nombre-corazón
Que extienda como una letanía,
Por las viñas espesas.
Y escribir una frase
Mas dulce que la miel y que los besos
“¡Que Palestina era… y sigue siendo!”
Palestina de ojos y tatuajes
Palestina de nombre
Palestina de sueños y de penas.
Palestina de pies, de cuerpo y de pañuelo.
Palestina en palabras y en silencio.
Palestina de voz.
Palestina de muerte y nacimiento.
Te llevé, como fuego de mis versos,
En mis viejas carpetas.
Te llevé de alimento en mis viajes.
Y te llamé, gritando, por los valles.
Conozco los caballos de los bárbaros,
Aunque cambien los campos.
Pero, tened cuidado…
Del rayo que sacó mi canción del granito.
Porque soy el ornato de los mozos
Y el mejor caballero.
Yo destruyo los ídolos
Y siembro las fronteras de Siria de poemas
Que vencen a las águilas
Con tu nombre grité a los enemigos:
¡Comeos, oh gusanos mi carne si me muero!
Porque no nacen águilas
Del huevo de la hormiga;
Porque el de la serpiente oculta víboras.
Conozco los caballos de los bárbaros,
Pero tambien
– Y antes –
Que yo soy el ornato de los mozos
Y el mejor caballero.
Sé que son tiempos de coronavirus, tribulación y cuarentena, pero esta condición no puede crear un velo de ignorancia sobre lo que acontece en el mundo, no podemos olvidarnos del Kraken que nos asola fronteras adentro ni mucho menos desconocer la cruda realidad que acontece en el planeta, el hambre de Yemen por culpa del bloqueo Saudí, la situación de Nigeria, Angola o Siria, países invisibilizados (como el nuestro) por la comunidad internacional, que tiene los ojos puestos en la expansión del Covid-19 en Europa y Estados Unidos, mientras la opresión y expansión imperialista no se detiene. Estos poemas que no necesariamente son de color rosa nos muestran una realidad incomoda, pero como reza el afiche promocional “al mal tiempo poesía”
[1] Gilgamesh o la creación.