Hay días que estamos más emocionales y tal vez esos días son aquellos que florecemos y sacamos el mejor poeta que hay dentro de nosotros, y en esos días también, nos atrevemos a recordar poetas que no nos habíamos atrevido a conocer antes, y esos días, son mágicos… Eso me pasó a mí, que siendo poeta, y siendo amante de la buena poesía, aún desconozco la historia de poetas ejemplares, esta semana estaba explorando un poco, y de pronto me crucé con una poesía que me dejó atónita, y me llevé una gran sorpresa al leer más sobre su autor, debo confesarles que leí por horas su poesía, y me sumergí en un mundo de fantasía, amor y realidad a la vez.
Esta semana en nuestro especial #PoemaDiario, les presentaremos al escritor y poeta Jaime Sabines.
Jaime Sabines nació en Tuxtla Gutiérrez en 1926 y murió en la Ciudad de México en 1999.
Desde sus inicios, se alejó de toda capilla literaria y grupos intelectuales de uso y moda, siendo así un escritor solitario, escribiendo su propia poesía, permaneciendo al margen de lo que hacían sus contemporáneos. Es esa soledad la que se ve reflejada como una constante dentro de sus obras, en especial Horal, la primera de ellas.
Sabines no siempre se dedicó a la literatura, de hecho, estudió medicina, pero lo dejó al cabo de tres años para estudiar lengua y literaria castellana en la Universidad Nacional Autónoma de México, siendo becario del Centro Mexicano de Escritores. Marcando de esta forma su camino hacia la literatura.
Una vida política y textil (vendió telas y confecciones durante su regreso a Chiapas) fue sorprendida por el premio literario que otorgaba el Estado en 1959. A partir de aquí, comienza a cultivar seriamente el arte de la escritura, alentado por su padre, el Mayor Sabines, hombre al que le llegó a dedicar algún poema.
Sin embargo, esto no significaría que abandonaría la política por completo, pues volvió a inmiscuirse en varias ocasiones. En 1976 fue elegido diputado federal por Chiapas, su estado natal, cargo que ostentó hasta 1979. Y en 1988 se salió elegido de nuevo, pero esta vez por un distrito de la capital federal.
En su obra se confunden temas profundos como el amor, la soledad y la muerte, impregnados por sus propios sentimientos, que se rebelan ante la realidad de una sociedad cambiante y en decadencia. Su mensaje es profundo, apasionado y realista, reflejando crudamente y en lenguaje sencillo, las oposiciones más trascendentes de la vida cotidiana.
En 1950, escribió «Horal», en 1951 «La señal» y en 1952 «Adán y Eva».
En 1956, publicó «Tarumba», recibiendo en 1959 el premio «Chapas»en su ciudad natal, en reconocimiento a su obra. En 1961, crea «Diario semanario y poemas en prosa», en 1962 «Poemas sueltos», en 1967 «Yuria» y en 1972 «Maltiempo». Ese mismo año fue galardonado con el premio Xavier Villaurrutia.
En 1982 obtuvo el premio Elías Sourasky y en 1983 el premio Nacional de las Letras