#PoemaDiario: Gustavo Adolfo Bécquer

Y qué mejor que empezar por en este recorrido poético, con uno de los poetas y escritores que más admiro, Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, nació a mitad del Sexenio revolucionario, en la calle Conde de Barajas de la ciudad de Sevilla. Hijo del pintor José Domínguez Insausti y Joaquina Bastida Vargas, por parte de padre, descendía de una familia de nobles y comerciantes flamencos que se instalaron en Sevilla en el Siglo XVI (el primero de ellos fue Guillermo Bécquer, natural de Meurs) y que contaban desde 1622 con su propia capilla y lugar de enterramiento en la catedral de la ciudad.

Además de Gustavo Adolfo, José y Joaquina tuvieron siete hijos más: Valeriano, Eduardo, Estanislao, Alfedro, Ricardo, Jorge y José.

Desde muy pequeño, junto a su hermano Valeriano, Gustavo se inclinó por las artes, ya que también su tío paterno Joaquín Domínguez Bécquer era pintor. No obstante, la vida de Bécquer no fue fácil, ya que su padre falleció en 1841 y su madre en 1847. Tras quedarse huérfanos, Gustavo y sus hermanos fueron adoptados por María Bastida, hermana de su madre, aunque fue realmente su hermano Valeriano, tres años mayor que Gustavo, quien se convirtió en el principal apoyo de Gustavo.

Ahora bien, hablado de la formación de Gustavo, éste ingresó en 1846 en el Real Colegio de Humanidades de San Telmo donde tuvo como profesor a Francisco Rodríguez Zapata y donde conoció al que fuera uno de sus mejores amigos: Narciso Campillo.

Tras un año en el colegio de San Telmo, éste fue desmantelado por el gobierno de Isabel II y Gustavo se fue a vivir a la casa de Manuela Monnehay Moreno, madrina suya y con un nivel de bienestar suficiente para contar con una buena biblioteca donde Bécquer, con 11 años, se inició en la literatura. Al mismo tiempo, empezó a cursar estudios de pintura en el taller del pintor Antonio Cabral  Bejarano, para luego hacerlo en el de su tío Joaquín.

Hasta este punto, vamos entendiendo un poco del magnífico camino que inspiró a Gustavo, de tal manera que ahora sus legados son solo magia para nosotros, los románticos soñadores. Unos años después, aún en Sevilla, Bécquer comenzó a escribir en revistas como El Porvenir y La Aurora, hasta que en 1854, con 18 años se marchó a Madrid para comenzar su carrera en literatura; algo que no consiguió a las primeras de cambio teniendo que vivir unos años con pocos recursos. Es en esta época cuando comenzó a escribir zarzuelas y obras de teatro e inicia junto a su hermano, en un viaje a Toledo, el proyecto Historia de los templos de España.

 En 1857, Bécquer empezó a trabajar en la Dirección de Bienes Nacionales. También por esta época, enfermó de tuberculosis, dolencia que se cree acabó con su vida años después. Con una salud débil, consiguió publicar el primer volumen de Historia de los templos de España, con las ilustraciones y dibujos de su hermano Valeriano. Este será el único volumen publicado.

En el año 1858, en la casa del músico Joaquín Espín, con el que había colaborado en una zarzuela, conoció a sus hijas Josefina y Julia. Aunque en un primer término se sintió interesado por Josefina, fue Julia, cantante de ópera, la que ejerció una fuerte influencia en el poeta hasta convertirse en su gran musa y amor platónico, ya que Julia acabó rechazándole… Algo que más que un reto, es la mejor inspiración para nosotros los poetas.

Durante el año 1859 y 1860, Bécquer trabajó en revista La Época desempeñando las funciones de crítico. Tras dejar esta publicación y gracias a la mediación de su amigo Rodríguez Correa, entró a trabajar en el Contemporáneo, en el que escribiría hasta 1865 y donde llegó a ser director durante unos meses.

El año 1861 fue el año en el que Bécquer se casó con Casta Esteban y Navarro, al parecer tras un desengaño amoroso con otra mujer que durante un tiempo se creyó que era Elisa Guillén, un personaje ficticio. Del matrimonio nacieron tres hijos.

En el año 1863, Bécquer enfermó de nuevo de tuberculosis y, junto a su hermano Valeriano, se trasladó al Monasterio de Veruela, en el Moncayo zaragozano. En este lugar Bécquer trabajó en sus Cartas desde mi celda que se publicaron en el Contemporáneo.

Tras algo menos de un año en el monasterio, los hermanos Bécquer se trasladaron a Sevilla con sus familias. Las diferencias entre Casta Esteban y Valeriano hacían difícil la convivencia y en 1864, Bécquer aceptó el trabajo de censor de novelas en Madrid y se trasladó a la capital con su familia. Tras la desaparición del Contemporáneo en 1865, Bécquer se centró en su trabajo como censor y en la escritura de leyendas y poemas. Durante este tiempo, Bécquer descubrió que Casta le era infiel e, incluso, que su tercer hijo, Emilio Eusebio, podía ser de su amante. Bécquer y Casta acabaron separándose.

La crisis consiguiente provocó que la salud de Bécquer se resintiera e intentó buscar refugio en Toledo, donde residió entre octubre de 1868 hasta diciembre de 1869 junto a su hermano Valeriano.

De vuelta a Madrid, Gustavo recibió una oferta de La Ilustración de Madrid (fundada por Eduardo Gasset) para convertirse en su director y contar con la colaboración de Valeriano como dibujante. Sin embargo el 23 de septiembre de 1870, con apenas un artículo publicado, su hermano Valeriano murió de una afección de hígado, lo que provocó que Bécquer recayera de su enfermedad y abandonara el proyecto de convertirse en director de La Ilustración de Madrid. Aun así, dos meses después de la muerte de Valeriano, Bécquer se convirtió en director de la revista El Entreacto. Tan solo un mes después, sin que el poeta hubiera podido publicar nada en esta revista, el 22 de diciembre, gravemente enfermo, falleció en el número 23 de la calle Claudio Coello.

Aunque la literatura de Bécquer encaja perfectamente en el movimiento romántico europeo y latinoamericano, a causa de su periodo vital, es considerado un posromántico, movimiento que se desarrolla en un tiempo en el que el realismo estaba en pleno auge tanto en España como en Europa. Esta es una de las razones por las que Bécquer no encuentra el aplauso del público de su tiempo, el cual había caído en los brazos de realistas como Campoamor o Echegaray, o aún giraban la cabeza a un romanticismo culto pero algo pomposo (ideal para la sociedad burguesa de la Restauración) de Espronceda o José Zorrilla.

Bécquer solo cuenta con un libro de poesía: Rimas. El texto es una recopilación póstuma que publicó Augusto Ferrán y otros amigos en 1871, a petición del propio autor y con el título de El libro de los gorriones. Aunque las Rimas de Bécquer requieren de un estudio profundo, las características principales de la poesía becqueriana se pueden resumir en los siguientes puntos:

  • Toda la obra poética de Bécquer mantiene un ritmo con rima asonante, excepto las rimas IX, XV, XX, XXVIN, XLVID, LID, LIV, LX, LXIV, LXIX, LXXII y LXXXV.
  • A nivel métrico, predomina el endecasílabo y octosílabo, aunque también hay estrofas de verso corto que busca priorizar el ritmo.
  • No hay un número fijo de versos, algo típico del romanticismo.
  • Las temáticas principales de la lírica becqueriana tratan sobre: el amor correspondido o no correspondido; el enamoramiento y la separación; temas tétricos y la épica.
  • Los versos becquerianos alcanzan un alto nivel metafórico y expresivo.

Aunque Gustavo Adolfo Bécquer ha pasado a la historia de la literatura como un escritor bohemio, atormentado, que murió joven y fracasó en el amor, a cada año que pasa y gracias a nuevas investigaciones, Bécquer no fue tan “romántico” como muestran sus obras. De hecho, Gustavo y su hermano Valeriano, estaban muy interesados en política, participaban de la vida pública de la España de su tiempo y, en concreto Gustavo, había iniciado y promovido numerosos proyectos culturales o, junto a su hermano Valeriano, una serie de dibujos pornográficos y satíricos de la familia Borbón donde la reina Isabel y su marido participan en orgías. No obstante, el sesgo profundamente romántico de su literatura ha provocado que lectores posteriores hayan mezclado vida y literatura para convertir al autor en un escritor alejado de la realidad.

De lo que no cabe duda es que Gustavo Adolfo Bécquer se ha convertido en un gran impulsor de la lírica española y ha influenciado enormemente en otros grandes autores, y aun en la actualidad, es un modelo a seguir, para los que hacemos poesía.

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