Plutocracia, fase superior de la democracia

Mucho se ha escrito sobre la democracia, en anaqueles de suntuosas bibliotecas reposan eximios textos llenándose de polvo; ha sido alabada como la salvación, ha sido atacada como el ostracismo y al final terminó siendo el único sistema que pervivió durante varios siglos, siendo su consolidación durante el siglo XX..  Su estructura se basó en el antiguo concepto griego de poder del pueblo pero con variaciones introducidas durante el siglo XIX por el modelo liberal económico que hizo una carrera notable y se enquistó en las profundidades más inhóspitas de la cultura al punto de que fue un mandato pétreo su irrevocabilidad.

La profundización de la democracia fue abrasante y avasallante, se impuso por encima de los fascismos, monarquías, comunismos, socialismos y dictaduras que buscaban, en teoría, corregirla; de los peores males se escogió el mal –tal vez- menos peor de todos. Sin embargo con la entrada de la última década del siglo XX y el inicio del siglo XXI la democracia se destapó dándole carta libre al neoliberalismo (fase del capitalismo) para imponerse al punto de quitarse la máscara que tanto usó para reflejar su verdadero rostro: la plutocracia (gobierno de los adinerados).

El pueblo fue relegado, se impuso la ciudadanía y sus formas para avalar esas dictaduras económicas atosigantes mediante la refrendación con el voto.  Les enseñaron a las personas a comer arrodilladas porque comer de pie era subversivo.

La plutocracia existente es el triunfo final de la revolución industrial y de la doctrina americana-democrática; es impensable otro modelo que atente contra lo que le ha costado tanto… Y no precisamente vidas. La plutocracia impone la ganancia excesiva a costa de las personas; la ganancia está bien, la acumulación está bien, pero cuando a costa de éstas se comienzan a poblar cementerios, como ocurre hoy por hoy, está mal.

Ni la democracia. ni la plutocracia son propias al ser humano; la democracia es un invento del ser humano y la plutocracia es su exageración, ninguna está en su naturaleza. Al hacer una observación de los animales se puede observar que la colaboración es natural para subsistir, pero no el interés acumulativo ni especulativo; la naturaleza enseña que entre iguales se ayudan pero solo en la democracia la ayuda proviene por pertenecer a una clase y en la plutocracia cuando se es dueño de un raudal económico, más no por una condición natural como lo es el ser un humano.

Tampoco se puede afirmar que el socialismo, el comunismo o el fascismo son los resultados necesarios para dejar de lado tan oprobioso hecho pues su supuesta coherencia de unidad es tan solo una plutocracia “camuflajeada” que provee iguales o superiores males al humano que en ellas habita.  No hay que sacar impune al comunismo, al socialismo o al fascismo pues en su esencia lo que han logrado es enriquecer a una clase parasitaria que ha terminado siendo plutócrata abiertamente, con consecuencias nefastas; lobos disfrazados con piel de oveja.

La ideología plutócrata se ha construido en torno a unos valores que para muchos resultan siendo declaraciones incumplibles en un medio enajenado al interés. En los contratos de adhesión llamados constituciones políticas se han consagrado capítulos extensos o reducidos que hablan de unos derechos básicos y  de unas ciertas libertades individuales, postulándolos como logros de luchas pasadas que deben ser recordadas por siempre, para que el mismo hombre no olvide que son suyos; pero, esos derechos básicos y esas libertades han terminado siendo una espada de Damocles pues al ser sostenidas de la manera en que han sido sostenidas se convirtieron en placebo para calmar a las personas inertes, haciéndolas creer que pueden lograr algo cuando en verdad todo es ficto pues el capital económico es el rasero con que se interpretan esas conquistas. La tutela, la acción de grupo, popular y otros dispositivos de corte jurídico han consolidado a la plutocracia al punto de ser impensable su ausencia; los grupos económicos defienden su capital con ellas y los seres humanos solo han logrado arañar una porción para mantenerlos en calma.

La plutocracia reemplazo el ideal de Estado de Derecho por SU ideal de Estado de Derecho; el primero podía entenderse como natural a los propósitos organizacionales del ser humano en donde el derecho, las constituciones (cuando aparecen) y la burocracia tenían un sentido menos espurio; pero el ideal de Estado plutócrata es diferente, el ser humano no cuenta, es reemplazado su nombre por el de “unidad productiva” y en torno a esa “unidad” construye el derecho, la constitución y la burocracia… Importa la producción y sus réditos, no se puede mirar al ser humano de otra manera sino en su ganancia. Sumergen a la sociedad en un mar artificial de mandatos, de permisiones y prohibiciones para hacer de ella un núcleo mejor productivo que rinda más allá de lo necesario para lograr la ganancia. Podemos aplicar el símil del trapo escurrido, entre más moje el trapo al escurrirlo se le podrá sacar algo del agua que lo mojó y algo conservará el trapo; así entonces entre más se dote al ser humano de virtudes, de “derechos”, de libertades, de necesidades más podrá sacársele escurriéndolo y se dejará que conserve algo.

Sin embargo, eso que conserva termina por estar al servicio de los interés de la plutocracia, por ejemplo: el voto. La plutocracia al igual que la democracia ha hecho del ejercicio del sufragio universal una bandera de legitimación; lo que se ha ocultado es que el sufragio, es la manera en que se ha habilitado la plutocracia.

El voto es una falacia, que podríamos llamar de legitimación y evicción; legitimación porque le da un mandato a quien gana, pero de evicción porque con el sufragio se descalifica cualquier intento de reclamo, ejemplo: para que voto por A si B era mejor.

El voto no es la voluntad de las mayorías plenas sino de unas mayorías dentro de las minorías, las cuales terminan consolidando en el poder a quienes desean estarlo. El voto o sufragio es una imposición del querer particular pues la decisión de las masas estará permeada por el movimiento de intención que unos siempre hacen a favor de los propios.

Concordemos en que la discrepancia hace el acierto, pero sabiendo que la plutocracia debe enquistarse, qué mejor manera de hacerlo sino es a través del voto, porque se genera una falsa sensación de participación decisoria siendo en verdad un mero trámite que evite la reyerta.

Así las cosas, la democracia está fusionada a ideas organizativas de poder que distan de su propósito primigenio, la democracia ha dejado de existir y en su lugar fulgura la plutocracia. Son miles, millones que se regodean hablando de ella y pregonándola pero en el fondo solo unos pocos saben de su desdén y entienden que la plutocracia sirve de mejor manera a los intereses políticos y económicos de clases oscuras, acampadas aún más allá que en el dinero; así como sirven a esas clases el socialismo, el comunismo, el fascismo y las dictaduras.

Para muchos es impensable el mundo sin democracia, sin embargo así como era imposible pensar en que la tierra era redonda y se pensó y demostró o que la misma giraba alrededor del sol y se pensó y se demostró; así mismo es posible pensar en un mundo con otro modelo diferente a la democracia y es en el que vivimos: La plutocracia.

Colombia ya no es democracia sino una plutocracia, gracias a los gobiernos de la década de los noventa; el país es un campo de experimentación plutócrata en donde cada fuerza que surge busca su interés individual a costilla del ser humano que habita en la sociedad;  no nos prestamos a elegir a un presidente de nuestras apetencias sino a un presidente de la medida y talla de los grupos económicos por más que unos defienden su humana condición o por más que otros niegan, con vehemencia, su propósito.

Parece que fue ayer cuando un reconocido ex coronel del ejército de la república, quien repelía la toma del palacio de justicia, espetó una de las frases que marcaría el devenir nacional: “defendiendo la democracia maestro”; frase que deja muchas pues aún no se sabe el ex coronel que estaba defendiendo: ¿La democracia o la plutocracia? Me inclino por la última.

Pd: El próximo 17 de junio, votaré en blanco. La razón es fundamental: Tanto el uno como el otro defenderá una plutocracia que no comparto.

Andrés Felipe Pareja Vélez

Editor de la sección de cultura de Al Poniente, escritor por gusto, defiendo al hombre, la ciencia y la razón, ergo no puedo ser ni de izquierda ni de derecha.