Da la impresión que los gobernantes del siglo XXI para ejercitar su poder, mantienen cierta dicotomía entre el burócrata y el político. ¿quiénes son los titulares finalmente del poder? Me asalta sobre esta pregunta, más dudas. Sin embargo; esas formalidades de estar en el poder no hacen que efectivamente lo estes ejercitando. Alejandro Nieto, agudo intelectual español, con el que estoy de acuerdo, expresa que “en las áreas del poder no se piensa: se improvisa”.
Los gobiernos que se van de la administración pública, así como, los que llegan, traen consigo y por distintas razones- entre ellas-, acuerdos con los partidos políticos, o uno que otro, personal administrativo-amigo de confianza para asumir el cargo conforme a su experiencia “técnica”. Por lo general, son políticos distantes del burócrata, que usurpan el poder de la administración pública, para conceder a otros políticos las funciones de quien ya tiene memoria institucional y administrativa de las dependencias, solo para afianzar lealtades, de quienes no tienen la más mínima idea de cómo es el cuento de la función pública.
El escenario anterior, se repite de múltiples maneras, aquí van algunas de ellas, por lo que conduce al burócrata a no dejar arrebatarse el micropoder que ha construido con años. Es tan así; que cada vez, que llega un nuevo gobierno, el burócrata solo otorga la mínima información a sus superiores. Subsiste porque solo se limita a cumplir órdenes, para luego ser tomado en cuenta en las decisiones y ejecuciones, que van a ser determinantes en los planes de desarrollo y las políticas publicas con la que van a operar en el tiempo de mandato dicho gobierno.
Cuando pienso en la improvisación del poder en el ejercicio de la administración pública, creo que, no solo lo limita, sino que desarticula una serie de acciones consuetudinarias. Es decir, hay tanto político, burócrata y funcionario individualizado y atado a su micropoder, que ponen en riesgo la administración, sus funciones, programas y proyectos en todos los niveles del Estado. ¡Solo basta!, con acercase a cualquier ventanilla de atención al ciudadano; para darnos cuenta de como no solo, no hay continuidad de los funcionarios, sino de procedimientos que no tienen el mínimo respeto por el trámite que la ley les exige, donde cada quien define cómo, cuándo y a que horas se presta el servicio a la petición realizada por el ciudadano.
Tampoco entienden que todos son invitados ocasionales al servicio público, y como notaran cualquier error que se pueda cometer en el ejercicio de sus funciones, las sanciones son tardías. Lo que se avizora, es que poco se gobierna para los ciudadanos, y dan consecución y relevancia a solicitudes formales que terminan siendo inerciales.
En conclusión, quienes ostentan el poder desde la administración pública, saben que los cargos más altos son reservados para los políticos, que aun con el desconocimiento técnico, jurídico o financiero de su cartera, estos personajes tienen algo que por lo general no lo tiene el burócrata: el apellido de la familia o la casta. Llegan al poder sin ninguna pericia técnica, abusan del poder y generan desconfianza de la función pública en el pueblo.
Todos llegan al poder, son gobierno. ¿Quién piensa en el poder para el pueblo?
Andrés. Es lo que pasa hoy. Empleados que vienen de años trabajando con gobiernos anteriores y hoy siguen en las mismas y responsabilizando al actual presidente.