Petro, y el amigo del mecánico

“el actual presidente, antes de asumir su cargo debía 5 veces más de lo que le pertenecía”


Me quedé hablando con el amigo del mecánico donde voy sobre el manejo de su tarjeta de crédito, le pregunté cuál era el interés corriente que le cobraban, a lo que me respondió: no sé, yo solo la uso cuando se me acaba la plata. Después de un rato me preguntó ¿cómo hago para saber eso?, le mostré en su aplicación bancaria que debía estar pendiente de los extractos mensuales, porque ahí podría conocer el tipo de interés (corriente o moratorio), y ver que tan rentable era tener esa tarjeta.

Cuando le mostré cuánto pagaba de intereses, pareció como si tuviera un fuerte dolor de cabeza. Le recomendé llamar a su banco a cancelar la tarjeta, para evitar la tentación de usarla y enfocarse en sanear la deuda que había acumulado en todas esas ocasiones que la había mal utilizado. Es posible que tú también debas llamar, si tus deudas son mayores que tus ingresos.

Así como el amigo del mecánico, algunas familias colombianas en una cultura de lo    inmediato y urgente, sufren. Estos dolores de cabeza no pasan por más acetaminofén que se tomen. Solo es posible dejar de sufrir cuando se comprende que el buen manejo del dinero comienza con las cosas pequeñas. Permítanme mostrarles un ejemplo visible de ignorar aquella verdad de “ser fiel en lo poco, para ser fiel en lo mucho”.

En 2022 el portal Tributi sacó un análisis de las finanzas personales del entonces candidato presidencial Gustavo Petro. Con base a la declaración de renta del año gravable 2019 explicaban que el actual presidente, antes de asumir su cargo debía 5 veces más de lo que le pertenecía. Si los acreedores, en un caso hipotético lo hubiesen buscado al mismo tiempo, no le hubiese sido posible cancelar sus deudas con el patrimonio líquido, la plata en mano, registrada en aquel momento.

Para quienes apostaron por el modelo económico promovido por el presidente, esto no afectaría pues una cosa es el manejo privado o personal de los recursos, y otra distinta el cargo de presidente como un ordenador del gasto público. Pero no hay evidencia de mejoras financieras cuando se pasa de manejar poco dinero, a cuando se pasa a manejar mucho dinero. Esto ocurre porque el rendimiento y eficiencia no dependen de la cantidad, sino de la capacidad administrativa.

Cuando Petro manejaba el dinero en su gobierno de lo pequeño, Petro tenía un alto nivel de endeudamiento. Ahora que Petro es presidente, maneja dinero en un gobierno de lo grande, continúa su hábito de endeudado, incumpliendo la regla fiscal, ejecutando parcialmente programas de las carteras de los ministerios, o incrementando el gasto público. Lo distinto es que esas deudas las pagamos todos los colombianos: vía inflación o vía impuestos.

De seguro estará de acuerdo conmigo en esto, si usted conoce a una persona que tiene una deuda 5 veces mayor a lo que tiene, es posible que no le entregue su dinero para que ese endeudado lo administre. Esa desconfianza natural se da porque de antemano usted sabe que no ha sido un buen administrador de lo propio, ¿como pretende que lo haga mejor con lo de otro? Por ejemplo, yo no le prestaría dinero al amigo del mecánico, porque sé que en su propia vida no lo ha hecho correctamente. ¿Por qué razón entonces los colombianos que votaron por Petro le entregaron la administración del Estado a un tipo que no responde bien por lo propio?

Es importante que reflexione en lo anterior, en especial porque ahora Petro tiene el dolor de cabeza de un “golpe de Estado” por las investigaciones del Consejo Nacional Electoral (CNE). En línea de lo que vengo explicando, este problema se dió, por una ambición acompañada de corrupción en la ruta que lo llevó al poder, ignorando con culpa o sin ella sus topes de campaña.

Quizás si a tiempo hubiese visto la aplicación de cuentas claras, se hubiese dado cuenta que estaba excediéndose y como el amigo del mecánico llamar a cancelar, no la tarjeta de crédito, pero si los aportes de los amigotes con los que hoy gobierna “a lo grande”.

Michael Leonardo Serrano Rincón

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