
«La consulta busca, entonces, un doble objetivo: movilizar a su base social y reposicionar su narrativa de confrontación entre ‘el pueblo’ y ‘las élites”
El hundimiento de la reforma laboral en Colombia este 18 de marzo y la propuesta de consulta popular de Gustavo Petro marcan un hito crucial en la coyuntura política y social del país. Más allá de la derrota legislativa, este episodio revela profundas tensiones entre el Gobierno, el Congreso y los sectores empresariales, mientras proyecta un horizonte de incertidumbre de cara a las elecciones presidenciales de 2026.
El trasfondo del fracaso legislativo
La reforma laboral impulsada por el Ejecutivo no era solo un intento por mejorar las condiciones de los trabajadores, sino también una estrategia de Petro para consolidar su liderazgo en un momento de creciente desgaste político. Con propuestas como el aumento de los recargos dominicales y nocturnos, la regulación del trabajo en plataformas digitales y la ampliación de derechos sindicales, el proyecto respondía a las históricas demandas de los sectores populares y sindicales. Sin embargo, su hundimiento en la Comisión Séptima del Senado demuestra que el oficialismo no logró articular una mayoría sólida dentro del legislativo.
Esta derrota no es casual. Más que la resistencia empresarial al incremento de costos laborales, lo que se evidencia es un reacomodo de fuerzas dentro del Congreso. La coalición de Gobierno, fragmentada y debilitada, no logró sostener el respaldo de sectores clave, mientras que la oposición encontró un punto de cohesión en el rechazo a una reforma que percibían como ideológicamente cargada y económicamente riesgosa. Este reequilibrio de poder en el legislativo indica que cualquier otro intento de reforma estructural tendrá un camino tortuoso en lo que resta del mandato.
Implicaciones para el país, los trabajadores y los empresarios.
El fracaso de la reforma tiene consecuencias directas para los trabajadores, quienes seguirán enfrentando condiciones laborales marcadas por la informalidad, la precarización y la falta de protección social. Aunque el Gobierno ha insistido en la necesidad de actualizar el marco laboral para garantizar derechos fundamentales, el rechazo de la reforma refuerza la narrativa empresarial de que un modelo más flexible es clave para la generación de empleo.
Desde la perspectiva empresarial, la incertidumbre legislativa genera un escenario de estancamiento. Si bien evitaron lo que consideraban una carga excesiva, la falta de un marco regulatorio claro perpetúa la informalidad y la inestabilidad jurídica, afectando la inversión. Sin reglas claras, el mercado laboral colombiano seguirá operando bajo la lógica del corto plazo, con consecuencias negativas en términos de competitividad y productividad.
Petro y la apuesta por la consulta popular
Ante el bloqueo institucional, el presidente ha optado por llevar la disputa al terreno de la consulta popular, una jugada que trasciende el ámbito laboral y se inscribe en una estrategia electoral de largo plazo. Petro entiende que, sin una base legislativa confiable, su margen de maniobra para implementar reformas se reduce drásticamente. La consulta busca, entonces, un doble objetivo: movilizar a su base social y reposicionar su narrativa de confrontación entre «el pueblo» y «las élites», una estrategia que ya le resultó efectiva en su campaña presidencial de 2022.
Sin embargo, esta apuesta no está exenta de riesgos. Lograr la convocatoria de una consulta requiere superar altos umbrales de participación y enfrentar una oposición que buscará deslegitimarla, así como el concepto favorable del Senado de la República. Además, si el resultado no es favorable al Gobierno, el golpe político podría ser devastador y debilitar aún más su capacidad de liderazgo. No obstante, si Petro logra articular una estrategia de movilización eficiente, la consulta podría convertirse en una herramienta para recuperar la iniciativa política y marcar la agenda hacia 2026.
Más allá de su viabilidad jurídica y política, la consulta popular plantea una pregunta fundamental sobre la capacidad del Gobierno para gobernar mediante mecanismos de democracia directa en un sistema presidencialista diseñado para el juego legislativo. Si bien Petro busca trasladar la disputa a las calles, la experiencia reciente en América Latina muestra que este tipo de estrategias pueden ser un arma de doble filo: si la consulta no genera suficiente respaldo o es percibida como un acto desesperado, podría acelerar la erosión del capital político del Gobierno.
Por otro lado, la consulta podría convertirse en un punto de inflexión en la narrativa del Gobierno, permitiéndole encuadrar el debate en términos de justicia social y derechos laborales, en contraposición a una oposición que defendería la estabilidad económica y la atracción de inversiones. El éxito o fracaso de esta consulta no solo definirá la capacidad de Petro para gobernar en lo que resta de su mandato, sino que también delineará los contornos del debate electoral de 2026.
Escenarios futuros y proyección estratégica.
El hundimiento de la reforma y la consulta popular se inscriben dentro de un tablero político más amplio que influirá en la carrera presidencial. Actualmente, el desgaste del Gobierno se traduce en un creciente desencanto ciudadano, lo que podría abrir espacio para un candidato opositor con un discurso de estabilidad y orden. Sin embargo, si la consulta logra revitalizar la base petrista y ampliar su alcance, el progresismo podría llegar con fuerza a las elecciones.
Uno de los principales retos del petrismo es la sucesión. Sin una figura clara que encarne su proyecto político, la consulta popular podría servir para posicionar a posibles herederos políticos, que aún están por definir, en un escenario donde la polarización seguirá siendo el eje del debate electoral. Por otro lado, la derecha y el centro político buscarán capitalizar el fracaso de la reforma como un símbolo de la ineficiencia del Gobierno, apostando por un discurso tecnocrático y pragmático que apele a la necesidad de gobernabilidad y crecimiento económico.
En conclusión el hundimiento de la reforma laboral y la consulta popular no solo impactan las relaciones laborales, sino que redefinen la estrategia política de cara a las elecciones legislativas y presidenciales. Petro enfrenta el desafío de convertir esta crisis en una oportunidad para reforzar su base y reposicionar su legado, mientras la oposición buscará consolidarse como alternativa viable al desgaste del Gobierno. El desenlace de esta disputa será clave para entender el futuro del progresismo en Colombia y su capacidad para disputar el poder más allá del actual periodo presidencial. Lo que está en juego no es solo una reforma laboral, sino el rumbo político del país en los próximos cuatro años.
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