Una breve descripción de estos tres personajes…
Gustavo Petro: Es aparentemente un hombre ‘elocuente’ en su discurso, es hábil en la persuasión del conglomerado y, además goza de plena habilidad para hacer uso de los términos incendiarios que algunos colombianos infortunadamente desean escuchar: ‘gratuidad, igualdad e inclusión’ a sabiendas de que, por lógica matemática, jamás podrán ejecutarse sus ‘propuestas’ surrealistas. Es un funesto administrador, no obstante, siendo economista, no le gusta la economía toda vez que, se opone al óptimo funcionamiento de aquella. Su personalidad es voluble: cambia de parecer, de discurso y hasta de posiciones ideológicas con miras a confundir al electorado y captar mayores votos. Verbigracia, hace unos días contaba con la osadía de presentarse como un socialista neto, pero, recientemente, ha mutado de manera sustancial al manifestarse con una propuesta, según él, capitalista. Es egocéntrico, intolerante, autoritario y repulsivo, pues a como dé lugar impone su voluntad, puesto que se autoproclama conocedor innato de la realidad sociopolítica colombiana. No acepta crítica alguna, tampoco tolera que le reprochen errores, puesto que, siempre tiene un ‘argumento’ para justificar sus desmanes y desaciertos administrativos. Aborrece la retroalimentación personal y carece de capacidad ejecutiva- gerencial para gobernar. También, prescinde de los valores democráticos, encarnando el populismo radical a flor de piel. Como si fuera poco, fue asesor y mentor de Hugo Chávez, apoyó durante algún tiempo la barbarie venezolana guardando silencio, y se catapulta actualmente de manera negativa, como el candidato de las Farc. ¡Qué peligro!
Antanas Mockus: Hasta hace unos años nadie conocía de su existencia, pues se volvió famoso no precisamente por su probidad, sino por haberse bajado los pantalones de manera indecorosa en la Universidad Nacional. En el 2010 fue candidato presidencial por la denominada ‘Ola Verde’. En dicho momento despotricó de manera vehemente en contra de su contendor, Santos. Luego sin más ni más, apoyó al traidor cuando decidió vender su alma a la mermelada habanera, convirtiéndose en un potencial contratista del Estado. Además, expresamente ha reconocido haber fabricado cédulas falsas a los guerrilleros para que aquellos pudiesen accionar en su actividad delictiva. Este profesor recientemente se adhirió a Petro, luego de haberlo considerado un mal alcalde con su ‘Bogotá humana’. Y así lo dijo en el programa de Yamid Amat. Esto es un acto de inconsistencia dado que, aparte de que no se le entiende absolutamente nada en su ‘oratoria’, también se contradice sin sonrojarse.
Claudia López: Es la típica deslenguada que pasa por encima de las personas, a través del ‘moralómetro’ de la transparencia. Ella, en su verborrea gritona, incendiaria y desatinada ha tenido que retractarse en múltiples ocasiones por mancillar la honra y el buen nombre de las personas, pues es una señora bravucona, irrespetuosa, pero, sobre todo, incoherente. Primero, criticó la reelección de Santos, empero apoyó la misma votando por él. Posteriormente, apoyó a Peñalosa en la alcaldía de Bogotá, pero después le exigió una revocatoria. Ahora, más recientemente sostuvo en reiteradas ocasiones que nunca se uniría a Petro, pero así lo ha hecho también. Y como si fuera poco, lo hizo sin sonrojarse y sin sentir vergüenza, después de que tildó al populista de ser el mentor del dictador Chávez, y de polarizar a los colombianos con su lingüística del odio.
Con esto, encontramos razones de sobra para no creer nunca en estos tres personajes, pues todos son distintos, pero tienen un común denominador: La inconsistencia y la inconsecuencia. No es factible confiar en quienes un día dicen alguna cosa, pero después para hacerse al poder sostienen otra cosa.
Aunque valga decir que, la adhesión de Mockus y Claudia López tiene propósitos electorales, muy particulares. Alguno de los dos aspirará a la alcaldía de la capital y el otro se limitará a cazar prebendas burocráticas a través del populista. Pues bien sabemos que Petro será senador y es ello lo que le parece atractivo a estos dos oportunistas: se unieron para mantener una vigencia que les permita mojar prensa y obtener algún provecho económico. Principalmente Claudia López, quien no tuvo reparo en desatender las directrices de su otrora fórmula Sergio Fajardo, consistentes en evitar la polarización petrista. Con miserableza hemos visto que a Fajardo lo han abandonado a su suerte. ¡Algo despreciable!
Bien dijo un reconocido Senador: “Es malo mirar la paja en el ojo ajeno, sin percatarse de la viga en el ojo propio”. En efecto, así se comporta la izquierda radical disfrazada dizque de ‘centro’.