Petro el timador

“Gustavo Petro puede ser el presidente de Colombia pero no puede pasar por encima de ley, Colombia y Bogotá no son feudos de su ideología política ni de sus caprichos imaginativos, la ciudad de Bogotá, la capital de todos los colombianos les pertenece a ellos no a una persona y el metro elevado – ya contratado y en construcción – va porque va, no se puede caer en el chantaje de un timador profesional como Petro.”


Colombia está próxima a cumplir seis meses de haber elegido como presidente de la república al “exguerrillero” del M-19, Gustavo Petro, han sido meses bastante peculiares con supuestos aires de cambio, que en la realidad solo han mostrado un retroceso monumental en todos los estamentos del Estado y de la sociedad. El colombiano de a pie y no los que ostentan cargos públicos que son los que viven sabroso, siente que el país va por mal camino, que no hay esperanza, que la proyección a corto, mediano y largo plazo es negativa y que la suerte de Colombia está echada en manos de incompetentes, hablantines y aspirantes a tiranos.

Han sido meses bastante desesperanzadores, el colombiano no encuentra por ningún lado un ápice de esfuerzo por parte del presidente y su gobierno para mejorar los problemas y ayudar en las necesidades del ciudadano, al contrario, cada cosa, decisión o trabajo del gobierno tiende siempre a destruirlo todo, a corroerlo por completo, a buscar la manera con la cual se puede destruir lo que otros gobiernos han hecho, en vez de construir sobre lo construido lo que hacen es demoler los cimientos que otros pusieron para que avance el país.

No solamente el gobierno y el presidente han dicho cosas que son extremadamente peligrosas que rayan en la locura, y no hay mayor peligro para una nación que una manada de locos, y además, incompetentes, que andan diciendo locuras por donde pasan solamente por sus incoherencias con la realidad y su lealtad con la ideología, porque seamos francos, el presidente Petro y todo su gabinete sin excepción no ejercen sus cargos públicos porque tengan una motivación altruista o bienhechora, para nada, lo que ellos hacen es imponer sus sesgos ideológicos sin importar las consecuencias. La historia ha demostrado que hubo ideas que mataron millones de personas, por ejemplo, el comunismo.

La realidad no responde a las ideas, son las ideas que deben responder a las realidades, todas nuevas, que día a día se presentan en la sociedad. El mundo vive en constante movimiento, no es un grupo de personas que viven a diario con una misma perspectiva, es la realidad diaria la que hace que los planes humanos cambien y en consecuencia los gobiernos deban trabajar para entender y proponer las soluciones que corresponden. Es evidente que el gobierno Petro hace totalmente lo contrario, no lee la realidad, no se da cuenta (o no quiere) de los múltiples problemas de los colombianos, parece tener los ojos puestos en otras naciones dejando de lado la que “gobiernan”, anda de gira en gira cada tanto en vez de viajar a los sitios más recónditos de la patria para llevar el mensaje de que el Estado está pendiente de las necesidades y que las va a solucionar, en suma, Petro y su gobierno están viviendo en otro país, por cierto imaginario, y los colombianos si están sobreviviendo a las penumbras de la realidad social y soportando las malas decisiones del actual gobierno.

Pero como al gobierno de “el cambio” no le basta con estar desconectado de la realidad ahora se interpone en el trabajo que hacen arduamente las regiones, es decir, el gobierno nacional no solo tiene sus ojos puestos en el exterior sino cuando tiene la posibilidad de estar en el país trata de acabarlo todo, de ponerle un palo en la rueda del progreso, afortunadamente las regiones tienen algo de autonomía del gobierno central más sin embargo sigue dependiendo de él, se pudiera decir que la descentralización todavía sigue siendo una utopía o que existe a medias.

Es el ejemplo de Bogotá, la capital del país, ciudad que alberga a millones de colombianos en un ambiente de trabajo, oportunidades, pero también con mucho frio, ciudad que dicho sea de paso gobernó el presidente Gustavo Petro y según la evidencia ese gobierno fue un desastre por no decir una hecatombe. La metrópoli lleva decenios esperando la construcción de un sistema de transporte público que beneficie a los ciudadanos, pero todavía los políticos siguen peleándose y los bogotanos esperando y sufriendo diariamente la casi imposible movilidad de la capital.

Lo peor de todo es que sea por culpa de los políticos que los ciudadanos sufran todos los días. El metro de Bogotá – todavía imaginario – ha sido la manzana de la discordia política, es decir, por únicamente posiciones ideológicas y no técnicas no se ha podido construir ni medio tramo de ese sistema de transporte público porque, por un lado dicen algunos, que el metro debe ser elevado, es decir, sobre la superficie y por otro lado que el metro de la ciudad debe ser subterráneo y cada quien tiene argumentos – si es que se le puede llamar así – para defender su posición, sin embargo y mientras se tranzan en peleas los bogotanos siguen sin metro, en otras palabras, siguen sufriendo.

Uno de los personajes que más problemas le ha dado a la construcción del metro de Bogotá ha sido precisamente el presidente Gustavo Petro, exalcalde de la ciudad. En su administración distrital no fue capaz siquiera de ordenar estudios de detalle y financieros del metro – aunque el diga que si lo hizo, no hay soporte para esa afirmación – luego no hizo nada por la construcción de este y ahora que ya existe un proyecto, unos estudios, la financiación por parte del gobierno central y de la administración distrital y avances importantes en la construcción trata de frenarlo porque él (Gustavo Petro) quiere un metro subterráneo. En pocas palabras, si no se hace lo que el piensa y cree que es lo mejor entonces no se hace nada y chantajea al gobierno distrital con quitarle recursos de financiación para otras obras de la ciudad. Petro y su gobierno al hacer eso es ruin y malvado.

El presidente Petro a través del ministro de transporte les notificó a los bogotanos en un mensaje evidentemente amenazador que:

Es muy claro, si no se acepta como se ha venido diciendo que se hagan las modificaciones propuestas dentro del marco jurídico, pues el gobierno también, en la medida que financia el 70% de los otros proyectos pues esos otros proyectos se van a tener que parar.

El gobierno fue claro, si no se hace el metro subterráneo como él lo quiere y no importa el tiempo que tarde, los sobrecostos que se produzcan y la espera de los bogotanos, entonces quitarán todo tipo de financiación para obras en la capital, en otras palabras, Petro y sus esbirros en el gobierno dejan abandonada a la capital si no se hace lo que el capricho personal del presidente quiere. Los bogotanos no pueden permitir esa felonía de Petro, esa niñada, esa actitud improcedente y chantajista propia de un embaucador, de un mercenario de la política, de un timador profesional.

Gustavo Petro puede ser el presidente de Colombia pero no puede pasar por encima de ley, Colombia y Bogotá no son feudos de su ideología política ni de sus caprichos imaginativos, la ciudad de Bogotá, la capital de todos los colombianos les pertenece a ellos no a una persona y el metro elevado – ya contratado y en construcción – va porque va, no se puede caer en el chantaje de un timador profesional como Petro.

El chantaje de Petro es inadmisible, el próximo 15 de febrero está convocada una marcha en contra de las medidas y propuestas del gobierno Petro, los bogotanos no pueden dejar pasar la oportunidad de alzar sus voces para defender su patrimonio, defender sus causas y cuidar su ciudad. Petro es un timador y se lo haremos saber el miércoles 15 de febrero en una marcha multitudinaria. ¡Bogotá no es feudo de Petro y sus esbirros!


Otras columnas del autor: https://alponiente.com/author/forero-orjuela/

Aldumar Forero Orjuela

Joven oriundo de Bogotá D.C. Nacido en 1998, de familia conservadora, se ha adherido a las ideas del liberalismo que aboga por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad como los valores más importantes de una sociedad.

Economista de la Universidad de La Salle. Con diplomados en cultura democrática y juventud constructora de paz.

Ha sido columnista en varios medios digitales de opinión y actualmente es columnista en Al Poniente.

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