Petro contra Colombia

ALDUMAR FORERO ORJUELA

“Los colombianos tenemos un presidente que cree que sus enemigos son los propios colombianos. El presidente se siente amenazado por la democracia que lo eligió y hoy tiene enfilada sus armas contra la República.” 


Es imposible no darse cuenta que desde que Gustavo Petro llegó al poder, todas sus acciones, han sido dirigidas para afligir al pueblo colombiano. No hay ninguna persona en el país que diga que con el gobierno Petro su calidad de vida siquiera a mejorado un 5%. Sus políticas, en sus casi tres años de gobierno, se han encaminado a destruir el tejido social y económico de cada colombiano.

Gustavo Petro, haciendo uso de lo que más sabe, es decir, de la verborrea, ganó las elecciones prometiendo cosas fantasiosas y, también, promoviendo el odio, la envidia y la desesperanza. Con esa «estrategia», muchos colombianos pensaron que con Petro Colombia sería mejor, que ya no habría corrupción y violencia y que se realizarían las cosas que no se habían hecho hasta el momento.

Listo, Petro llegó al poder bajo esas banderas. Estando ya en el poder siguió haciendo lo que sabe hacer: hablar, hablar y hablar pero nada de solucionar, ejecutar y gobernar. Una Colombia que en 2022 estaba exacerbada por el odio poco le puso cuidado de la forma en cómo Petro empezaba a dirigir a Colombia. En otras palabras, Petro llegó a administrar un país con improvisación de administración pública y con una alta dosis de ideología mientras los colombianos decían: «es muy temprano para calificar su gestión, esperemos unos años más a ver cómo le va. Es la primera vez que el progresismo y la izquierda gobierna. Entre otras cosa».

La cuestión es que nadie sabe el futuro, somos simples seres humanos que, en su gran mayoría, nos domina las emociones por sobre la razón. Así las cosas, a ya casi tres años de gobierno, los colombianos ya empezamos a sentir la improvisación y la saña con que Petro «gobierna» el país. Colombia está destruida por la falta de ejecución y en peligro porque no se sabe si el ordenamiento republicano pueda aguantar los embates diarios de un gobierno que quiere imponer la visión autoritaria y totalitaria del comunismo.

La estrategia de Petro, entre varias, es cabalgar sobre la destrucción que él, directa o solapadamente, promueve; así llegó al poder y en vez de solucionar los problemas los ha agravado tremendamente. Es decir, Gustavo Petro no comprendió ni comprenderá que fue elegido presidente de Colombia y no un fundador de una nación que ya existe.

Si antes la democracia, las leyes, el ordenamiento institucional y republicano de Colombia para Petro eran sus enemigos, ahora que es presidente con esa institucionalidad que él odia también los sigue considerando enemigos. Luego lo que cabe reflexionar seriamente es que Petro es el enemigo infiltrado para implosionar lo que conocemos como la democracia colombiana.

Si antes Petro consideraba que desde el poder lo perseguían, ahora que es presidente considera que la rama legislativa y judicial también lo persiguen. En suma, Petro considera a todo el mundo que no está de acuerdo con sus alucinaciones, como un enemigo acérrimo que trata de «censurarlo» y «acallarlo».

Los colombianos tenemos un presidente que cree que sus enemigos son los propios colombianos. Seriamente hay que considerar y, poner sobre la mesa del debate público, el estado de la salud mental del presidente Petro. Es imposible creer que las acciones del presidente estén alejadas de su estado de salud mental, hay cosas que son extremadamente preocupantes en el sentido de que toma decisiones sin siquiera considerar las consecuencias que puedan traer para el pueblo colombiano.

El hombre más poderoso de Colombia, políticamente hablando, es el señor Gustavo Petro. Es él quien toma las decisiones más importantes de la nación en temas de política pública y, por tanto, él es el responsable de su aplicación y de sus consecuencias. Hoy Colombia vive momentos de extrema gravedad en seguridad, salud, educación, transporte, vivienda y del buen desarrollo institucional de la nación.

Francamente y, no exagero, Colombia hoy está enferma de un virus que si no se trata a tiempo (2026) puede caer en cuidados intensivos y hasta llevarla a un coma de largos años que será difícil de resolver en el corto plazo. Las medicinas están y son efectivas, esto es, los individuos que votando pueden cambiar el rumbo de la nación y las instituciones que son fuertes pero hay que blindarlas y apoyarlas.

Las naciones de la tierra siempre están expuestas a los virus de personajes que quieren destruirlo todo, gobernar sobre cenizas e instaurar un modelo imperial y autoritario, pero, «no hay mal que dure 100 años», sin embargo, si se detecta el virus hay que extirparlo con la medicina de las elecciones libres y de la democracia sólida. Esa es la tarea próxima de Colombia.

Aldumar Forero Orjuela

Joven oriundo de Bogotá D.C. Nacido en 1998, de familia conservadora, se ha adherido a las ideas del liberalismo que aboga por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad como los valores más importantes de una sociedad.

Economista de la Universidad de La Salle. Con diplomados en cultura democrática y juventud constructora de paz.

Ha sido columnista en varios medios digitales de opinión y actualmente es columnista en Al Poniente.

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