“Yo le concedo el beneficio de la duda a Gustavo Petro. Le concedo de paso mi voto que ya no es secreto. Yo le concedo la oportunidad de creerle, de pensar que sí es posible el país que propone y como lo propone.”
He decidido usar esta vez este espacio para algo diferente. Había pensado desde el principio de esta campaña, que comenzó desde tiempo más atrás de lo que todos creen, no hacerle campaña política a ningún candidato. Pero las circunstancias en Colombia, siempre se presentan para tomar una posición clara. “El voto es secreto”, dice la constitución, pero en este país, lleno de fanatismos políticos, de violencia desmedida, de guerras interminables, de pobreza extrema, del robo inolvidable de setenta mil millones de pesos y el fraude repetitivo de elecciones presidenciales ganadas con fotocopias de tarjetones electorales y formularios E-14 tachonados, se hace necesario dejar siempre una posición clara, una postura objetiva.
Por lo tanto mi posición es clara hoy. Yo no voy en contra de nadie específicamente. Pero sí voy en contra de la corrupción, de las maquinarias clientelistas, de la guerra, de la violencia y el odio infundido por personas inescrupulosas que por años, siglos ya, no se han dedicado a otra cosa diferente que desfalcar las arcas del erario público de este país saqueado desde tiempo conquistadores y colonialistas.
Colombia en estos precisos momentos pasa por una época que se presenta cada treinta o setenta años. En varias ocasiones ha tenido en sus manos la oportunidad casi inalcanzable de cambiar radicalmente el rumbo de su destino, de su costumbre normalizada y cotidiana de estar repitiendo aquellas frases que tanto daño le hacen a esta democracia dañada: “que roben, pero que hagan”, “qué mas se le va a hacer, si todos los políticos roban”, “hizo una guerra con muertos ajenos, pero por lo menos se podía ir a la finquita”.
Que se acabe ya este martirio, que no haya más guerra, que dejen de robar así roben poquito, que se acabe ya esta incertidumbre de saber qué pasará, si logrará llegar al poder el populista de los tiempos modernos de twitter, el que genera la misma ilusión que en nuestros abuelos causó Jorge Eliecer Gaitán, y en nuestros padres generaron Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo Ossa, Jaime Pardo Leal y toda aquella generación de jóvenes progresistas del M-19 y la Unión Patriótica por sus ideas revolucionarias y progresistas de cambio y transformación.
Yo no defiendo acá a nadie, ni le hago campaña política a ninguno, sin embargo algo sí hay que reconocer, y es que Colombia lleva aplazando hace décadas un cambio radical, un re direccionamiento que cambie el rumbo hacia el despeñadero al que nos han conducido los mismos sujetos con apellidos repetidos que se han turnado el solio de Bolívar en dos siglos de historia republicana, y que por lo menos ayude a este país a salir del abismo profundo de la destrucción, de la violencia, de la ignorancia.
Que todos los políticos no hacen más que prometer, le escucho repetir cada nada a mi mamá con tono desanimado y decepcionado. Tiene razón, es el trabajo de ellos. Pero quién quita que algún día Dios se acuerde de esta tierra paradisiaca convertida en un infierno inhabitable, y se cumpla el sueño de esas generaciones asesinadas y desplazadas encarnadas en estas últimas generaciones que en realidad parecen preocupadas por el presente y el futuro de su país, y podamos hacer por fin de estas tierras una potencia mundial de la vida. “Ay, papi, a usted sí le gusta soñar mucho”, me dice mi mamá. No miente.
Puede que pase lo que pasa siempre, que suba al poder aquel senador que descubrió y denunció el sabotaje a la paz por parte de esa ultraderecha que se niega a soltar el poder y dejar la guerra en el pasado. Pueda que suba al poder ese hombre de 62 años que le entregó su juventud a la revolución y a los debates democráticos donde se dedicó a denunciar a los que hacían riquezas mal habidas con la guerra, pueda que la presidencia, merecida por su trabajo, la gane Gustavo Petro, y no alcance a desarrollar todo lo que ha prometido y ha predicado durante su carrera política que de por sí ya tiene un mérito por su larga lucha contra los corruptos y los violentos, pero de igual forma, yo personalmente le concedo el beneficio de la duda.
Imposible, me digo. Acumula veinte años de experiencia como congresista, dos periodos en la cámara de representantes y otros dos en el senado de la república. Denunció la presunta infiltración paramilitar en la fiscalía General de la Nación durante la gestión de Luis Camilo Osorio. Denunció la presunta participación de grupos paramilitares en la campaña presidencial del entonces presidente de la república Álvaro Uribe Vélez. Denunció la corrupción por contratación indebida y sobre costos en la alcaldía de Bogotá, precedida por Samuel Moreno, un miembro del mismo partido político al que pertenecía (Polo Democrático Alternativo); junto con este hecho renunció a su partido después de denunciarlo y advertirlo como el caso de corrupción más grave en los últimos años; el caso después sería conocido como Carrusel de la Contratación. Si este acto de coherencia no es suficiente razón para creerle, dígame usted, lector, lectora, qué otro se necesita.
Este acto le serviría después para presentarse como candidato independiente a la alcaldía de Bogotá, cargo que logró con el 32,22% de los votos ganándoles a sus contendientes Enrique Peñalosa y Gina Parody.
Su administración en la alcaldía de Bogotá es recordada por la creación de la secretaría de la mujer, la inauguración del Centro de ciudadanía LGBTI, la creación de centros para el control natal y la atención de abortos en los casos permitidos por la ley.
En su gestión también se adelantaron medidas como la prohibición al porte de armas de fuego, que llevaron a la reducción de la tasa de homicidios, alcanzando la cifra más baja en las últimas dos décadas. En su alcaldía se realizaron diversas intervenciones por parte de la policía en la calle de El Bronx donde se realizaron incautaciones de droga y armas.
Estableció como política pública en 2012 la ampliación del mínimo vital de agua potable consistente en (6m3) para las viviendas de estrato 1 y 2. Se instruyó el programa “MI Vital”, en reemplazo a los comedores comunitarios, el cual consiste en entregar un paquete alimentario o mercado, a cambio del almuerzo que se daba en otras administraciones.
Abrió 417 jardines distritales infantiles bajo un esquema de contratación distinto al que se venía llevando a cabo, que era el de casa vecinal administrada por madres comunitarias independientes.
Hizo reformas transformadoras en el sistema de salud pública, implementando un sistema de salud preventivo de las enfermedades y garantizando mejores condiciones de atención para los usuarios del sistema y para los trabajadores y trabajadoras del sector salud.
Dignificó el trabajo de los recicladores y trabajadores de la limpieza incluyéndolos a las labores remuneradas de recolección de basuras y brindándoles el reemplazo de sus carrozas de tracción animal, por carros movidos por gasolina. Al mismo tiempo implementó un sistema de recolección y separación de basuras sostenible con el medio ambiente, reemplazando la flota antigua de camiones recolectores de basura, por camiones nuevos, por lo cual tuvo problemas por demoras en la llegada de los mismos, hecho que causó un caos de basura en la ciudad y le costó su destitución por parte de la procuraduría de Alejandro Ordoñez quien lo destituyó por 15 años para ejercer funciones públicas, sin embargo, la sanción fue considerada como injusta y exagerada por gran parte de la sociedad bogotana, que salió a las calles a exigir el reconocimiento y la devolución del cargo al entonces alcalde, Gustavo Petro. Por lo tanto, tiempo después, la CIDH, emitió un fallo a favor del alcalde, para que le fueran restituidos sus derechos, hecho que le generó más popularidad a su gestión y a su figura política.
Siendo militante activo del grupo guerrillero M-19, fue personero en Zipaquirá en 1980 y llegó a ser concejal independiente de ese municipio entre 1984 y 1986. Fue cofundador junto a otros desmovilizados del proceso de paz, del partido político Alianza Democrática M-19. Entre 1990 y 1991, fue asesor de la gobernación de Cundinamarca.
Fue amenazado de muerte, gracias a esto decidió abandonar el país. En su exilio por amenazas de muerte, fue nombrado agregado diplomático en Bruselas por el gobierno de Ernesto Samper.
Imposible, me vuelvo a decir. Si su carrera política muestra una serie de hechos coherentes y acordes a su discurso. Si sus promesas muestran su lucidez, su inteligencia, su lucha incomparable. Si se nota que leyó aquel libro olvidado por nuestros gobernantes, la constitución política de 1991, si se nota que la tiene en su cabeza. Yo le concedo el beneficio de la duda, respecto a tantas cosas y calumnias que le inventan. Sí, llevan años diciéndonos que nos vamos a volver Venezuela o Cuba, como si ya no fuera un castigo injusto ser Colombia, la Colombia que ellos mismos han vuelto, esa Colombia terrorífica, violenta y desangrada. Como si no fuera suficiente vivir en la Colombia donde matan 70 líderes sociales en menos de 5 meses. Como si no fuera suficiente vivir en la Colombia que mata a cuatro candidatos presidenciales en un solo año. Como si no fuera suficiente vivir en esa Colombia donde perfilan y persiguen a periodistas, profesores, sindicalistas y hasta tuiteros por tener pensamientos de izquierda. Como si no fuera suficiente vivir en esa Colombia de campañas sangrientas y fantasmas masacrados. Como si no fuera suficiente ser esa Colombia de la seguridad democrática, que mató a 6402 muchachitos para mostrar que estábamos ganando una guerra perdida desde antes del inicio. Imposible, si su alcaldía tuvo tanta acogida o popularidad, al igual que sus periodos como parlamentario; si en su alcaldía o en sus periodos parlamentarios luchó contra la corrupción, entonces convencido estoy que en una eventual presidencia hará lo mismo.
O se ha ganado un mérito merecido por su arduo trabajo y larga lucha, o en realidad es un populista. Yo creo en la primera opción, basta con ver sus debates e investigaciones propuestas.
Yo le concedo el beneficio de la duda a Gustavo Petro. Le concedo por lo tanto mi voto que ya no es secreto. Yo le concedo la oportunidad de creerle, de pensar que sí es posible el país que propone y como lo propone. De pensar que aún es posible, que por fin después de más de treinta años se ponga en práctica aquel libro escrito por constituyentes en 1991 que de tantas almas y vidas sacrificadas necesitó.
Yo me arriesgo a creer en esa última esperanza de alcanzar la paz tan anhelada.
Comentar