Atacar a la clase media se ha convertido en la narrativa más aguda del gobierno de Gustavo Petro. Cuando se desprestigia a este sector poblacional no solo se desacredita al 30% de los colombianos, sino a más de mil millones de familias en el mundo que en los últimos 30 años han emergido hacia este sector de la poblacional. Es el Banco Mundial, soslayo del globalismo, el que pronostica que el 50% del total de familias en el mundo serán parte de la clase media al llegar el año 2030. Es un grave error de cálculo político y social que el gobierno del ‘’cambio’’, en cabeza de un exconvicto, promulgue como política pública en Colombia la persecución de los gregarios económicos de la nación. Las consecuencias no solo desencadenan en la fragmentación severa de la pirámide social, sino que reprimen también la frugalidad monetaria de la dignidad.
En el año 2002, primero de mandato de Álvaro Uribe, solo el 17% de los colombianos pertenecía a la clase media (6.8 millones de personas). Hoy el 30% de los colombianos (15.6 millones de personas) es clase media. Gracias a los ‘fachos de siempre’ que nos han gobernado en los últimos 20 años, millones de personas han superado las adversidades económicas del sistema. Y pensar que todo este gran cambio de dos décadas puede ser extinto por la ignorancia de un dirigente político al que solo le conviene que los pobres sigan siendo pobres, y los ricos rindan su fortuna al Estado.
Entre un ingreso estable y un perfil de consumo predecible, la clase media en volumen genera un consumo sostenido de bienes y servicios perceptible por el producto interno bruto. Es el consumo de la clase media la vertiente de generación de empleo y crecimiento indiscriminado del empresariado y el trabajador. Las cifras oficiales muestran un desempleo en Colombia del 10,5% a la fecha, sin mayores cambios desde que Gustavo Petro llegó al poder, alto sin lugar a duda. Ante la persecución económica que hoy lanza el gobierno, se advierte, no obstante, la decadencia de la productividad, la generación de pobreza y desempleo; se avecina lo peor de la avanzada socialista por acabar con el modo de superación natural del hombre. El problema no es el sistema, es la educación financiera que recibimos.
La clase media sigue a su vez una ecuación dictada por las generaciones que nos anteceden en el ejercicio de la superación de la pobreza. Vas a la escuela, consigues un trabajo, ahorras. Es esta una forma vulnerable de volver a ser pobre, pero también una esperanza en la acumulación de riqueza. ¿Por qué perseguir el fruto de la superación? La capacidad de ahorrar e invertir también le contribuye al sistema financiero, el emprendimiento y la innovación hace a los nobles más ricos y a los pobres más ricos a su vez. En el 2022 se crearon un poco más de 350.000 microempresas en Colombia, capitalizadas no del bolsillo de los ‘oligarcas’, pero sí de la superación de los, alguna vez, no tan pudientes. A estos los llamamos gregarios económicos perseguidos hoy por el gobierno Petro.
¿Por qué le conviene al socialismo que la clase media regrese a la pobreza? Estadísticamente hablando en los países emergentes es la clase media y la clase pobre superada la que más acceso tiene a la educación. En Colombia para el año 2022 se estima que el 56,4% de la población segmentada en la categoría de educación superior tuvo acceso a la misma. La clase media resulta ser la más involucrada en la participación cívica y política, tomando así popularmente las riendas democráticas de los colombianos. El 80% de la corrupción electoral colombiana ocurre en las elecciones regionales, mientras que las presidenciales son verdaderos golpes de opinión. La persecución económica del gobierno Petro lleva entonces una campaña de terrorismo social que erradique la mentalidad emprendedora, productiva, y detenga el desarrollo sostenible permeándolo de corrupción. Cual revolución bolivariana. De manera que sostenerse en el poder parece depender de volver a la sociedad más ignorante.
La dignidad se hará costumbre cuando el socialismo entienda que la erradicación de la pobreza depende de catalizar la clase media a costa de todo, no perseguirla por la posibilidad de acceder a los activos materiales e intelectuales de quienes nos gobiernan. En el 2018 las revistas económicas más importantes de Colombia reportaban que por estadística en el 2030 el 68,4% de la población sería parte de la clase media; al parecer en aquel entonces no contarían con que Gustavo Petro y el discurso de odio alrededor de la superación de la pobreza llegarían al poder.
Ojalá nunca se haga tarde para entender que no necesitábamos un ministerio de la igualdad de 485 mil millones de pesos para cerrar las brechas de desigualdad, ni una reforma tributaria que extinguiera al ciudadano, sino mejor un presidente que desde su lógica política respaldara a la clase media como gregaria económica de la sociedad. La gran amenaza se presenta como la persecución que hoy hace el gobierno del Pacto Histórico al 98% de la población colombiana que se clasifica entre clase media y pobre, y que de avanzar perdería toda esperanza de superación ante la pobreza intelectual de quien hoy gobierna Colombia. Pasará así a la historia política del país la persecución sobre la clase media como el legado oscuro del gobierno Petro.
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