Perdimos el respeto por otras culturas

Nada es gratuito en una cultura y uno no puede simplemente obviar el valor que tiene para otros.”


Festivales de música, semanas de la moda, tiendas de cadena, los ejemplos de apropiación cultural en la actualidad sobran. Esta acción de apropiarse de un elemento de otra cultura (como los bindis hindúes, bonets de guerra amerindios, kimonos japoneses, entre otros) y explotarlo se ha convertido en un fenómeno en los últimos años, pero es de suma importancia reconocer que es un acto irrespetuoso y ofensivo a las culturas de las que se toman estos objetos, y que debe parar.

La profesora Susan Scafidi, de la universidad de Fordham, define esta práctica como “tomar propiedad intelectual, conocimiento tradicional, expresiones culturales o artefactos de otra cultura sin permiso”. Bueno, si se puede definir así, pero no es como que debamos ir por el mundo, puerta por puerta, pidiendo permiso para utilizar ciertas cosas. El punto central de este gran debate que se da sobre apropiación cultural es que esos elementos que uno decida usar y no vengan de nuestra cultura, se usen con respeto, entendiendo su contexto, significado e historia; y sin intención de explotación económica.

Una de las razones por lo que hacer esto es tan problemático es porque usualmente es la cultura dominante la que toma esos elementos de culturas minoritarias y oprimidas, por lo que seguir haciendo esto significa perpetrar una tradición de dominación. Por ejemplo un artículo para la revista The Economist criticó la temática de hace dos años de la gala anual del Museo Metropolitano de Arte, más conocida como The Met Gala, en Nueva York: ‘China a través del espejo’ el cual causó mucha controversia precisamente porque la mayoría de las estrellas de Hollywood no sabían qué significaban los símbolos que traían puestos. Y también el de este año ocurrió lo mismo con el tema ‘Cuerpos Celestiales: moda y el imaginario católico’, en el que los invitados se vistieron con símbolos católicos. Y se fue además en contra de la hipocresía de llamar a uno apropiación cultural y aceptar el otro.

La gran diferencia está en que en occidente la historia que cuenta la Biblia es ampliamente conocida y entendida, pero la cultura china es como un misterio para muchos. Además en el caso del imaginario católico se está hablando de una religión, lo cual no es considerado como una cultura, China si tiene una tradición cultural milenaria porque es una sociedad. Por lo tanto no, no es ninguna hipocresía.

Hay quienes dicen que esta es una manera de apreciar las culturas del mundo o que esto no importa. Pero entonces ¿por qué a un hombre blanco que utiliza rastas no se le dice nada y a uno negro que las usa como parte de su cultura se le encasilla en un estereotipo? Es muy fácil tomar peinados u objetos pertenecientes a otras culturas y obviar a los demás, con esto no pretendo decir que no se tenga un libre desarrollo de la personalidad o que estoy en contra de intercambios culturales, a lo que me refiero es que es peligroso y ofensivo perpetuar dinámicas de dominación de manera inconsciente.

Tenemos que ser conscientes de que estas acciones por más inocentes que nos parezcan, tienen un significado para otros que probablemente son una minoría. Lo vemos también anualmente en Halloween, páginas que venden disfraces alusivos a otras culturas y que sexualizan esos símbolos o los convierten burlas banales. O en festivales de másica como Coachella, mujeres blancas que piensan que están a la moda, que se ven bohemias y muy ‘chic’ utilizando sus trenzas afroamericanas, bindis y accesorios amerindios. Inclusive la industria de la moda lo ha hecho varias veces, en el 2012 Victoria’s Secret en su icónico show vistió a la modelo americana, Karlie Kloss, con un bikini de cuero y un Bonet de guerra amerindio. Y en el 2015 la diseñadora francesa Isabel Marant fue acusada de copiar los estampados de una comunidad en Oaxaca, México. Ambos casos son evidentemente apropiación cultural y debemos entender que no nos corresponde utilizar sus creaciones de manera ignorante.

El fondo de esto es darnos cuenta de a quiénes ofendemos con nuestras acciones. Nada es gratuito en una cultura y uno no puede simplemente obviar el valor que tiene para otros. La apropiación cultural es un problema tan grabado en nuestra cabeza y nuestra tradición que sabemos del dolor histórico que cargan muchas culturas oprimidas pero aparentemente no nos molesta seguir perpetuando de manera simbólica esa opresión.

Andrea Jaramillo Caro

Estudiante de Comunicación Social en la Ponticia Universidad Javeriana en Bogotá. Nací en la capital pero toda mi familia es de Medellín. Hago énfasis en periodismo y editorial en mi carrera y me apasiona el periodismo cultural e investigativo. Me encanta el arte en todas sus formas, una pintura, un ballet, una ópera; amo los animales y también me interesan temas como seguridad internacional y derechos humanos.