El locutor, comediante y creador de contenido Pepe Cardona compartió un video en el que relató la incertidumbre que vivió durante los últimos meses, tras permanecer, según sus palabras, tres meses a la espera de la firma de un contrato que nunca se concretó.
En su testimonio, Cardona habla de la ilusión que le generaron las promesas de vinculación laboral, sin mencionar directamente a ninguna cadena. “Fueron meses de estar pendiente, de ilusionarse con que iba a empezar una nueva etapa profesional, pero lo cierto es que nada se concretó”, afirmó con tono de decepción.
Sin embargo, la conversación que generó su video entre sus seguidores abrió otra interpretación. En los comentarios, varios usuarios señalaron a Caracol y Radiactiva como los posibles responsables de haberlo tenido en suspenso con la expectativa de un contrato. Para muchos, el silencio de estas casas radiales alimenta la percepción de que fueron ellas quienes dieron las esperanzas incumplidas.
Cardona, por su parte, prefirió centrarse en el aprendizaje de la experiencia. “Uno se queda esperando la llamada, la firma, y al final no hay nada escrito. Solo queda el aprendizaje y seguir adelante”, reflexionó.
Hoy, mientras los señalamientos de sus seguidores siguen circulando en redes sociales, el creador de contenido continúa su camino en las plataformas digitales, donde ha encontrado un público fiel que valora su autenticidad y su humor. Su relato, sin dar nombres propios, vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre las dinámicas laborales en los medios de comunicación y la delgada línea entre la ilusión y la frustración profesional.
La situación de Pepe Cardona evidencia un problema frecuente en los medios: las expectativas laborales que nunca se concretan. Cuando una empresa abre la puerta a un talento, genera ilusión y compromiso, pero el silencio prolongado o la falta de claridad terminan siendo una forma de desgaste.
La responsabilidad de los medios no es solo económica, también ética: comunicar con transparencia, manejar tiempos razonables y evitar crear falsas esperanzas. En un entorno donde los propios creadores ya tienen audiencias, estas prácticas no solo afectan a la persona, sino también a la credibilidad de la marca.
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