Exabruptos en la patria,
quien se pronuncia impertinente,
lugares comunes sin retorno.
Espasmos de cordura con el caos,
huyen capitales
mientras se invierte en el erario.
Me recorre en todo el cuerpo
un hartazgo en pesadilla,
que me encuentra ya despierta en la batalla.
No es hoy cuando se ha ido,
toda identidad marchita con la guerra,
hecha droga cibernética
para alentar una fiesta de misiles.
Renunciando de lo humano porque sí,
ni qué temer del pensamiento de las máquinas,
programadas con los sesgos
de nuestra desidia ética
entorpeciendo toda acción.
Ya no es poca la mejoría,
desigualdad,
un efecto del lugar desde el que se observa,
nada sacia el hambre de sentido.
Vine entonces,
ya no tan sola,
al encuentro de mi país despedazado;
este cuerpo que tattooa las heridas como mantras.
Errante y digna con el fuego,
calentando esta habitación fría por tan cara.
Los atisbos del sol que me caben en esta caja
negra como la caverna,
procesando con car(á)cter-es.
Solo se teme en el presente,
en la inconsciencia de lo que se ignora,
salvarse es hacer frente
a la sentencia libertaria que la evolución exhorta…
para no morir por impotencia.
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