“En el 2020 comenzamos un proyecto junto a la Secretaria de Juventud y la Universidad de Antioquia sobre participación ciudadana con juventudes y temas de diversidad y salud pública. Cuando se iba a comenzar a convocar a espacios de conversación, justo se anunció el cierre de espacios públicos y presenciales debido a la pandemia, tuvimos que mediar con lo que mediaron universidades, colegios y empresas: el encuentro y la participación desde la virtualidad.”
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han abierto nuevas puertas a la participación ciudadana y al acceso al conocimiento, especialmente entre las juventudes. Sin embargo, este avance también plantea desafíos significativos. La diversidad de canales dificulta discernir el nivel real de participación y su impacto en las decisiones políticas.
La accesibilidad a la información en línea puede crear una ilusión de participación. Andrew Keen (2010) describe esto como una fantasía de democratización, donde la gente parece estar activamente involucrada al expresar sus opiniones, pero en realidad, interactúan en burbujas digitales, limitando el verdadero debate.
A pesar de la amplia disponibilidad de información en la web, la participación virtual tiende a quedarse en niveles básicos como la comunicación y consulta, sin llegar a discusiones políticas o toma de decisiones. Esto se debe a que los desafíos van más allá de lo técnico e involucran brechas de inequidad digital y aspectos político-sociales.
El comienzo de un proyecto sobre juventudes y salud pública en medio de la pandemia
La Política Pública de Juventud (PPJ) de Medellín reconoce la juventud como una construcción social que varía según el contexto y que se entrelaza con diversos factores políticos, económicos, territoriales y culturales. Esta visión busca entender a los jóvenes como parte de una compleja red de relaciones sociales, donde se les asigna un lugar en función del poder y el acceso a diferentes tipos de capitales. La PPJ tiene como objetivo garantizar el goce efectivo de los derechos de los jóvenes, promoviendo la generación y difusión de conocimiento para comprender mejor sus realidades y dinámicas, y tomar decisiones informadas.
En coherencia con este enfoque, la Secretaría de la Juventud de Medellín y la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia colaboraron en un proyecto para fortalecer la PPJ desde una perspectiva de salud pública. Este proyecto se basó en el concepto de Apropiación Social del Conocimiento (ASC), que busca comprender e intervenir en las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad con la participación de diversos grupos sociales, acercando estos conocimientos a la ciudadanía y evitando brechas impulsadas por la hiperespecialización técnica.
¿Qué aprendizajes quedaron de este proceso?
El proceso de ASC llevado a cabo dejó múltiples aprendizajes, algunos de ellos aún en proceso de reflexión y de conceptualización. En este apartado, enfocaremos los hallazgos alrededor de dos temáticas de alta relevancia para el proyecto: la ASC como mediación entre las poblaciones a las que van dirigidas las políticas públicas y el rol del sector académico en esta relación; las potencialidades y los retos que implica la no presencialidad para los procesos participativos de ASC. La relación entre los/as jóvenes, la Secretaría de la Juventud y la mediación de la academia La puerta de entrada para que se produjera la relación entre la UdeA y la Secretaría de la Juventud fueron las disposiciones contenidas en la PPJ, entre cuyas finalidades está la «generación, difusión y apropiación de conocimiento».
Durante el proceso, comprendimos que la ASC con acento en la praxis –desde la perspectiva teórica y epistemológica aquí planteada– exige de una participación deliberativa de los actores involucrados en la acción (en este caso, las juventudes de la ciudad) así como de las/os gestores/as institucionales de la política; y requiere, además, que se generen las condiciones para que estos/as participantes reconozcan y reflexionen sobre sus prácticas en los territorios
La forma como circula el saber dentro de las sociedades está cada vez menos centralizada debido a la variedad de medios y de entornos tecnológicos con los que se cuenta. La virtualidad se ha vuelto un aspecto fundamental en nuestra cotidianidad, lo que a su vez representa nuevos retos y abre preguntas acerca de las formas en las que se concretan los escenarios de participación y de construcción de conocimiento en la actualidad. La experiencia de ASC sobre la que aquí se reflexiona se ha visto mediada por la obligación del relacionamiento desde las TIC y nos deja reflexiones acerca de los procesos participativos en la virtualidad, los cuales se presentan en dos sentidos: frente a su relación con lo político y respecto a cuestiones metodológicas.
A partir de esta experiencia en este proyecto, precisamente, se identificaron unos desafíos y oportunidades:
Desafíos:
Brecha digital: Uno de los principales retos es la brecha digital, que se refiere a las disparidades en el acceso y la habilidad para utilizar tecnologías digitales. Muchas comunidades, especialmente aquellas en áreas rurales o marginadas, pueden carecer de acceso a Internet de alta velocidad y dispositivos adecuados, lo que limita su capacidad para participar de manera efectiva en plataformas virtuales.
Exclusión de grupos vulnerables: La virtualidad puede excluir a grupos vulnerables, como personas mayores, personas con discapacidades o personas de bajos ingresos, que pueden tener dificultades para acceder o utilizar tecnologías digitales. Esto puede amplificar las desigualdades existentes en la participación ciudadana.
Seguridad y privacidad: La participación en línea puede plantear preocupaciones sobre la seguridad y la privacidad de los datos personales de los ciudadanos. La información sensible podría estar expuesta a riesgos como el robo de identidad, el acoso cibernético o la vigilancia gubernamental.
Desinformación y manipulación: Las plataformas virtuales también pueden ser propensas a la desinformación y la manipulación, lo que socava la integridad de la participación ciudadana en línea. La propagación de noticias falsas y la manipulación de la opinión pública son riesgos potenciales en este entorno.
Oportunidades:
Acceso ampliado: A pesar de la brecha digital, la virtualidad puede ampliar el acceso a la participación ciudadana al permitir que las personas se involucren desde cualquier ubicación con conexión a internet. Esto puede incluir a personas que de otra manera no podrían participar debido a barreras geográficas o de movilidad.
Innovación y colaboración: La virtualidad puede fomentar la innovación y la colaboración al permitir la co-creación y el intercambio de ideas entre una variedad de actores. Las plataformas virtuales pueden facilitar la colaboración entre ciudadanos, organizaciones de la sociedad civil, empresas y gobiernos para abordar problemas complejos.
Es fundamental abordar la participación virtual desde una perspectiva de justicia social (Fraser, 2008), asegurando no solo el acceso, sino también el apoyo en el aprendizaje y la adquisición de conocimientos para una participación significativa.
La participación juvenil en entornos virtuales requiere sensibilización y compromiso. Es necesario crear un equilibrio entre el fomento de la participación y el cuidado de la salud mental y física de los participantes.
La construcción de conocimiento en línea va más allá de lo técnico y se centra en aspectos como la subjetividad, la conciencia comunicativa y la generación de acuerdos. Es esencial considerar aspectos cognitivos, psicológicos y emocionales para una formación integral.
Para fomentar la participación desde entornos virtuales, se deben crear ambientes emocionalmente seguros y promover la autonomía del individuo. Las metodologías deben ser creativas, dinámicas y dialógicas, reconociendo las diversas condiciones de los participantes.
Es crucial reflexionar sobre la planificación y la didáctica en entornos virtuales, manteniendo principios pedagógicos que fomenten el respeto, la pluralidad y la participación activa.
Finalmente, es esencial reconocer que la participación efectiva requiere un ambiente acogedor y la capacidad de cada individuo para influir en su entorno. La integración de lo virtual y lo presencial es clave para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades que ofrecen las TIC en el ámbito político y educativo.
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