Páramo de los Domínguez, la llegada

Con el alma sana y el cuerpo dispuesto me dispuse a emprender esta aventura, un camino lleno de paisajes reales pero fantasiosos, para mi mente.

4:00 pm llegamos a la finca «Las mellizas» de Tolima, un campesino que junto a su esposa, Sor Lida y sus hijas, Ericka y Jennifer, nos acogieron con todo el amor y la amabilidad posible, y ni qué decir de las mascotas, Tyson y otra criatura a la que decidí apodar: mi pequeño Fileto.

Entre hermosa vegetación y animales especiales, nos organizamos. Quise tomar algunas fotografías y respirar un poco de aire puro, pero les confieso que mi pequeño Fileto, descuidaba por ocasiones su labor de cuidar las bestias, por sabotear mis fotografías, aunque me encantaba, y en medio de su corazón de perro, salió a flote un alma de niño inquieto, fue justo allí cuando los latidos de mi corazón se aceleraron un poco, mi pequeño Fileto cayó al lago de truchas, aunque afortunadamente Ericka lo sacó a tiempo.

Pensé que ese suceso lo aquietaría un poco, pero cada vez me convencía más de que era como un niño desobediente, continuó con su juego y encima de mí como una garrapata.

Me senté por un momento junto a Tolima y charlamos un poco, me contó algo de su vida, aunque nos quedó corto el tiempo, pero algo conocí de él.

Pasaron algunos minutos, para ver un espectáculo en el cielo, una hermosa luna asomaba su silueta y sin prejuicios ni penas, se desnudó ante los ojos morbosos de miles de espectadores… hermosa y bella, la admiré por un momento, hasta que cayó un poco más la noche y después de estar en calma y silencio y a la expectativa de la llegada de mis compañeros, escuché  a lo lejos las risas de las mujeres más maravillosas que he conocido, y dispuse mis pulmones para gritar con nombre propio a mis amigos caminantes.

Estábamos a unas cuantas horas de iniciar una travesía que nos llevaría a un colchón de frailejones que inundarían nuestras almas de total emoción, me dispuse a entrar en mi carpa para descansar al menos 3 horas antes de iniciar, pero Fileto me inspiro a componerle unos versos:

«Fileto: el guardián de las bestias
Al cuidado de las bestias
le das vueltas y las cuentas,
te muestras serio y responsable
con ladridos resonantes, 
como niño inocente
te pierdes entre la gente,
Le entregas tu gran cariño
y sigues otros caminos,
eres lindo y muy astuto
y hasta un poco conchudo,
te acuestas y poco a poco
vas cerrando tus ojitos,
madrugas y sigues pasos
como todo un caminante,
y hasta llegas a la cima
como todo un gran guía.
Cansadito y contemplado te duermes en la montaña,
y como agradecimiento solo brincas y saltas, 
has dejado enamorado a todo un grupo de caminantes,
con tu alma de niño inquieto, volveremos a saludarte.»

Después de descansar por al menos 2 horas y media, aproximadamente, emprendí junto a mis compañeros el largo camino, aquel que en medio un notorio cambio de vegetación, nos llevó a los 4000 MSNM, en 8 horas.