Segunda Guerra Mundial, la guerra relámpago de Hitler. El Blitzkrieg ha sometido a toda Europa, y el último gran reducto de tropas francesas e inglesas se encuentra arrinconado en Dunkerque (al norte de Francia). Churchill enfrenta el dilema de seguir en la batalla o abandonarla –hacer una retirada estratégica y vivir para pelear otro día–; la historia le dio la razón con la segunda opción.
No es fácil reconocerlo, pero Colombia es un país fracasado. Somos un pueblo optimista por naturaleza, pero las cifras no mienten. Tuvimos un respiro con la Presidencia de Uribe, pero pronto el corrupto tartufo de Santos invirtió las tendencias, y Duque, con su afán de quedar bien con todos, nos dejó de herencia al guerrillero dictador. Recuerdo de niño, que Belisario Betancur nos puso a pintar palomas de la paz, que porque esta “ya había llegado”, ¿cuántas veces nos han vendido esa mentira? Ahora estamos viviendo la más reciente y sangrienta iteración, que sin dudas, dejará cicatrices aún más profundas, notorias y dolorosas.
Aunque la violencia no es ni la única, ni la más grave de las variables que miden nuestro fracaso. No. La corrupción es el cáncer –frase tristemente trillada y desgastada por los mismos corruptos– que nos ha anestesiado al punto que, un corrupto inepto como el petimetre que desgobierna a Medellín desde el 2020, seguramente saldrá incólume y forrado de dinero, propiedades y hasta con un futuro político. Y ni qué decir del guerrillero dictador, que cada semana cae en un escándalo de corrupción nuevo, comprobado por sus más cercanos “colaboradores”, pero nada pasa. Lo que hace un par de siglos hubiera llevado al pueblo a pasarlos por el invento del cirujano Joseph Ignace Guillotin, en la Colombia de hoy no pasa del corrillo a la hora del café el lunes en el trabajo.
O reconocemos rapidito que Colombia no es viable, o nos vamos por el camino de Venezuela, con la desventaja de no tener la chequera que tenía el comandante Chávez al inicio de su demolición del país hermano. El guerrillero dictador logrará en su primer mandato lo que el comandante y su busero lograron en 20 años, porque ténganlo por seguro, los comunistas no llegan para un solo periodo ni para salir con votos, sino que lo digan los cubanos, cuyos dictadores admira, envidia e imita el nuestro.
Ahora, al título de este escrito.
Antioquia está llamada a liderar con un grito de independencia la ruptura de este círculo vicioso que nos mantiene en la pobreza, la violencia, la inequidad y el subdesarrollo. El mundo, a pesar de los desastres que la izquierda viene haciendo en los países más desarrollados, se seguirá alejando cada vez más, sobre todo en la era de la inteligencia artificial que apenas inicia. Antioquia le declaró en 1813 la independencia al imperio más fuerte de la época, y hoy, estamos llamados a volver a dar ese paso y adueñarnos de la libertad que nos da el Creador, no la que nos presta un tirano.
Luego, ¿por qué Antioquia? Seamos sinceros, los paisas somos un pueblo difícil. Nos creímos el cuento de que “el vivo vive del bobo”, nos tragamos la frase de los abuelos de “mijo haga plata, si es honestamente mejor, pero haga plata” y convivimos con la narco-cultura de los 80’s –que estamos volviendo a ver hoy–. Tenemos, probablemente, la capital mundial de las prepagos y los nuevos ricos (reguetoneros, “influencers”, Youtubers y, por supuesto, muchos traquetos). A pesar de todo lo anterior, somos un pueblo que ha sobrevivido a las épocas más oscuras.
Antioquia no es la “última Coca Cola del desierto”. Para nada. No obstante, hoy tenemos que leer “la escritura en la pared” (Daniel 5:27). O damos el paso adelante, como lo hicimos hace 210 años, o como nuestros hermanos venezolanos, ¡preparémonos para buscar semáforos en otros países!
Ahora bien, si Antioquia da este paso sola, el terrorista dictador fácilmente y sin perder una noche de sueño, apuntará las armas del Estado hacia el pueblo paisa –masacre más, masacre menos, le resbala– y esta historia será otra más de mártires olvidados. Necesitamos unos Santanderes independientes. Necesitamos una Costa Caribe independiente. Necesitamos una Amazonía y una altillanura independientes, un Centro independiente y un Pacífico independiente. Necesitamos a toda Colombia independiente para formar un Estado confederado libre, donde cada región defina su futuro, no uno impuesto por un politiquero corrupto y millonario desde Bogotá, sino desde el corazón de cada región, con los intereses y sueños de sus habitantes como guía. Lo que funciona en Antioquia no necesariamente es la receta requerida en la Guajira, por ejemplo, y sí que menos lo es la receta elaborada por la corrupta élite bogotana, cuya única eficiente receta es la que les garantiza los miles de millones a ellos y a su cartel de bandidos.
En poco más de un mes, los colombianos vamos a las urnas para “elegir” (si el que cuenta nos deja) mandatarios locales. Metamos una Octava Papeleta, donde los paisas le digamos al Gobernador que queremos nuestra independencia. Si damos ese paso valiente, los demás departamentos nos seguirán y un Estado confederado colombiano si puede tener aspiraciones de futuro.
Llegó la hora de hacer una retirada estratégica como la de Churchill, y así, el país de Cien años de soledad, podrá –solamente podrá– aspirar a tener una segundad oportunidad sobre la Tierra.
Notas:
- SOBRE LA OBRA EN LA IMAGEN DESTACADA: Cano, F. A. (1913). Horizontes [Óleo sobre lienzo]. Museo de Antioquia, Medellín Colombia.
- Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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