El panorama de violencias basadas en género no da tregua en la ciudad. Las noticias son tristes, los feminicidios frecuentes. Cuerpos de mujeres han sido encontrados en maletas, las agresiones no paran, y no suficiente con esto la violencia institucional y pública se ubica también en el panorama.
El pasado 11 de marzo la difusión por parte de la alcaldía de la Medellín, y de varios medios masivos, del cartel de las ocho mujeres que hicieron parte del 8M y que presuntamente habrían causado daños en las estaciones del metroplús causó una fuerte crítica por parte de diversos colectivos de derechos humanos en la ciudad.
La individualización, persecución a las mujeres, la exposición y el riesgo que implica estar en dicho cartel, el ataque al derecho a la protesta social fueron algunos de los argumentos críticos que dieron los colectivos y grupos feministas al debate público.
Se agregó también sobre los hechos en relación al daño de la estación del metro plus, que de hecho después de más de una semana no son aún del todo claros, la denuncia de irregularidades por parte de una de las mujeres que apareció en el cartel.
La mujer de apenas 22 años de edad, denunció para medios como El Espectador y en compañía de la Corporación Jurídica Libertad que fue detenida en compañía de una amiga por la policía sin razón alguna, por el simple hecho de llevar una pañoleta verde o morada y estar en la movilización ¡hágame el favor!
Al relato de esta mujer se suma que por la forma en cómo se dio la detención a las horas un juez de control de garantías declaró la ilegalidad del procedimiento por no cumplir con las exigencias de una captura en flagrancia.
No obstante, la imagen de las mujeres fue ampliamente difundida en medios masivos y canales institucionales y los insultos y comentarios que incitaban a atacar a estas mujeres fueron miles. Todo mezclado en una cadena de hechos donde además de no existir suficiente claridad, hay una vulneración de derechos más que evidente.
Pero, el cartel y la difusión del mismo es sólo una muestra de la frecuencia con la que se dan violencias basadas en género en Medellín. Como lo mencionaba al inicio en lo que va del año la ciudad se ha estremecido con varios feminicidios.
El primer feminicidio se dio el 1 de enero en contra de Ana Rosa Rodríguez, el victimario era su pareja sentimental. El segundo feminicidio fue en contra de Isabella Mesa su cuerpo fue encontrado en una maleta el barrio Doce de Octubre, el agresor fue Sebastián Villegas quien era su pareja sentimental.
El tercer feminicidio fue en contra de Laura Isabel Lopera Osorio, presuntamente a manos de Jesse Wiseman un canadiense que frecuentaba la ciudad. Deisy Vargas Castro fue la víctima del cuarto feminicidio, su asesinato fue frente de su hija y así la lista es larga, y los patrones similares: los principales victimarios son las parejas sentimentales y la violencia se ejerce mayoritariamente en espacios privados.
Asesinar a una mujer e ingresar su cuerpo en una maleta, como si su humanidad no valiera nada, como si el agresor quisiera suprimir por completo la dignidad que comparten ambos, recuerda que muchos hombres todavía pasan por alto el hecho de que no somos inferiores a ellos, que no somos sólo un cuerpo que se dispone a hacer lo que quieren para cumplir sus deseos, que no estamos desposeídas de almas.
Con todo, vale la pena preguntarse ¿en Medellín dónde estamos completamente seguras las mujeres? En los hogares no, pues la mayoría de abusos sexuales ocurren allí. En la calle no, porque nos acosan, porque como en los tiempos más arcaicos nos matan a plena luz del día.
En la academia no, porque a las mujeres se nos ubica en un segundo plano dando menos valor a nuestras ideas en comparación a nuestros pares. En los trabajos tampoco porque a los jefes les disgusta que los cuestionen, a veces invalidando lo que hacen sus empleadas cuestionando su “cordura”.
El recuento de lugares puede parecer amplio, pero la conclusión es determinante: las mujeres nunca están del todo seguras en ningún lugar…¿qué hacer ante tanto machismo? ¿qué hacer ante la quietud de las autoridades correspondientes? Ojalá los feminicidas tuvieran toda la atención que tuvieron las mujeres del cartel 8M, ojalá.
La voluntad colectiva de nuestros estudiantes y profesores, sin duda alguna, deber ser en el liderazgo de nuestra maestra Elvia. Esa es la voluntad de quienes habitamos la Universidad.