Para el Caribe: menos división y más atención

Si somos capaces, no sería raro que se duplicase el aporte al PIB de la región hasta llegar al 30% mejorando las condiciones de equidad y de pobreza. Y de paso habría recursos de sobra para en ese modelo más federado hacer inversiones importantes en infraestructura y conectividad.


El Caribe colombiano es un territorio estratégico. No sólo ha sido protagonista de nuestra historia y de nuestra cultura y biodiversidad, sino que representa el 15% del PIB nacional, 30% de las exportaciones, 20% de la población, 89% de la conectividad en bienes con el resto del mundo, epicentro logístico, energético, industrial, turístico y de inversión extranjera y posiblemente el área con mayor proyección de Colombia al mundo.

¡Pero hay que decirlo! Recientes decisiones o anuncios del gobierno nacional reflejan un inmerecido desgano con la región. No por el argumento pueril de que fueron grandes electores, porque al final eso poco importa. Un gobierno se elige para trabajar en beneficio de todos. Por eso no se entiende que hayan dejado perder los juegos panamericanos por simplemente no girar a tiempo 0,006% del presupuesto nacional, o tener en vilo la concesión del caribe que conecta a Barranquilla con Cartagena por no administrar la gobernanza de dos simples peajes, o gastarse casi dos años sin tener una salida al tema de las tarifas eléctricas o tomar la decisión de cancelar la efectividad de una alianza público-privada para lograr más inversión en la navegabilidad del rio Magdalena o simplemente no ser capaces de enviar carrotanques con agua a la Guajira.

Por estas pequeñeces y ese ánimo de seguir dividiendo el país, hemos perdido la visión en grande y de largo plazo de una región que lo tiene todo para ser la capital exportadora de Colombia.

Soñémonos un Caribe, como lo ha propuesto el Gobernador Verano, como una gran “Ciudad Caribe”, más federado, con más recursos y menos responsabilidades centralizadas que construya una Mojana como despensa del mundo con un sector agro más productivo, un San Andrés como centro de comercio global y paraíso fiscal, un Cesar, Magdalena y Guajira acelerando proyectos de turismo sostenible y etnográfico, energía eólica y solar que reemplacen el carbón y sin trabas en consulta a comunidades o licencias ambientales. Un corredor Cartagena-Barranquilla en el que brille el nearshoring y una nueva etapa de la industria petroquímica, de alimentos y acerera. Un sector agroindustrial en Córdoba, Magdalena, Sucre y Bolívar que se destaque en el país por su tecnificación, economías de escala, nuevas plataformas educativas de cuarta revolución industrial, microfinanciamiento y modelos cooperativos novedosos. Un sector de servicios basados en conocimiento (incluido el turismo) mucho más fuertes en las grandes capitales, con talento totalmente bilingüe, aprovechando la calidad de las universidades y el acento. Un “Caribe Saudi” que sea protagonista de la transición energética con grandes exploraciones que aceleren las autorizaciones a menos de dos años y nos permitan extraer nuevo gas y petróleo offshore.

Si somos capaces, no sería raro que se duplicase el aporte al PIB de la región hasta llegar al 30% mejorando las condiciones de equidad y de pobreza. Y de paso habría recursos de sobra para en ese modelo más federado hacer inversiones importantes en infraestructura y conectividad.

Todo, en lugar de las pequeñeces de dividir, por ejemplo, entre los que viven en Bocagrande y los del resto del departamento de Bolívar.

Se vale pensar y actuar en grande querido Caribe en semana de resurrección.


Todas las columnas del autor en este enlace: José Manuel Restrepo Abondano

Rector Universidad EIA

José Manuel Restrepo Abondano

Economista, Rector Universidad EIA | Exministro de Hacienda y de Comercio, Industria Turismo

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