Colombia está viviendo un boom de medios alternativos. Usted está leyendo uno de ellos. Estos medios ofrecen las voces de nuevos “columnistas”, que, como yo, escriben sobre temas de actualidad. Estos medios generan más confianza en algunos lectores que los medios tradicionales, pues a diferencia de éstos, no trabajan por dinero sino por convicción. La corrupción y falta de transparencia encuentran su único refugio en internet, donde la información sigue siendo libre y la verdad se hace difícil de ocultar.
Estos medios están cumpliendo una función democrática fundamental, pues aquí se evidencia claramente que Colombia está cambiando. La formación de las últimas generaciones de la clase media está siendo el motor principal de ese cambio y seguramente estamos ante la oportunidad de hacer el revelo de élites más importante de la historia del país en los últimos cien años. Pero pilas, que no es el debate político, sino la transformación social la que conlleva a la democracia y el desarrollo humano. Para lograrlo, hay que ir del dicho al hecho, es decir, trascender el discurso y hacerlo realidad. Pero en Colombia hablamos mucho y en Antioquia más. Somos un pueblo de culebreros y tradición oral. Nos gusta más decir que hacer. El espacio público, real o virtual, se usa mucho para desahogar la opinión pública pero poco para emprender iniciativas ciudadanas. En este sentido, los medios alternativos están canalizando nuevas voces, lo cual sin duda es positivo, pero les están permitiendo caer en lugares comunes, repitiendo fórmulas vencidas y críticas obsoletas.
Un buen ejemplo de esta situación son las noticias sobre la pésima calidad del aire y la escasez de energía y agua, que en las últimas semanas generaron opiniones y reacciones hasta viscerales de muchos. En los medios alternativos se comentó el tema más que en los medios oficiales. Es entendible, pues hay una afinidad implícita entre la juventud y los temas de medio ambiente. A pesar de esto, nuevas voces se limitaron a hacer la misma crítica de siempre: echarle la culpa de todo al gobernante de turno. Este truco suele funcionar, pues el gobernante de turno efectivamente es el responsable de los temas que normalmente se critican, como salud y educación. Pero no sucede así con los temas ambientales, ya que éstos son universales y nos afectan a todos por igual; son perfectamente democráticos. La culpa de haber llegado aquí es de todos y en todos está una parte de la solución. Nadie por sí mismo puede resolverlos, ni siquiera el Alcalde. Resolverlos va a requerir más creatividad que tergiversar slogans políticos en señal de protesta.
Colombia tiene una democracia disfuncional, pero Medellín ha logrado transformar el panorama político local en los últimos años, inyectando dosis de participación ciudadana nunca antes vistas en administraciones públicas colombianas. Por tercera vez en los casi 340 años de historia de la ciudad, llega un Alcalde sin partido político al poder. Su elección se debe en buena parte a los jóvenes y su administración está abierta al diálogo y la colaboración. Este experimento político que es el fenómeno político de Federico Gutiérrez, va a tener éxito si como ciudadanía lo apoyamos, y va a fracasar si decidimos sabotearla. Hemos visto experimentos paralelos en Bogotá tomar ese curso con pésimas consecuencias para todos. ¿Queremos lo mismo?
No, desde luego no queremos lo mismo. Queremos seguir adelante nuestra transformación, pero ¿sabemos para dónde vamos? Creo que estos nuevos medios alternativos, más que a la opinión y la crítica, deben aportar a la articulación y la construcción del norte al que nos debemos dirigir y que no está claro. La voz y opinión de los jóvenes que escriben en estos medios puede servir de faro para nutrir esa construcción que debe ser ciudadana. Llevo varias semanas pensando cómo convertir este espacio en algo útil (he dejado de escribir las últimas semanas convencida de que mi opinión no genera ningún valor). La problemática ambiental me ha ayudado a ver cómo pasar del dicho al hecho, de la crítica a la construcción, de la omisión a la reparación, a través de una columna. Por lo mismo, y con el fin de proporcionar puentes para ir dialogando y construyendo conjuntamente, en adelante este espacio se dedicará a publicar entrevistas con personas que están ocupando claves en la ciudad que determinan “para dónde vamos”. La idea es que el público pueda conocer de primera mano la visión de los principales tomadores de decisión y a dónde nos llevan con esta, a la vez que se adelanta un ejercicio de transparencia y veeduría ciudadana. De esta manera espero lograr que una columna sea más que sólo palabras.
Ojalá les guste.
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