Otra vez: más impuestos para defender la dolarización

Comprensiblemente, el ciudadano común está alarmado con el incremento de la violencia.  Esta nueva falla del estado en brindar una de sus únicas funciones – la seguridad – está siendo ahora usada como excusa para subir los impuestos.  La violencia es el resultado de la falta de empleo, la falta de un sistema de justicia que deja libres a criminales y la falta de seguridad debido a gobiernos deshonestos y altamente corruptibles.

Ahora, debido a la emergencia causada por la ineficiencia, piden a los ciudadanos que volvamos a pagar las cuentas.  Para justificar sus impuestos se arman de cualquier excusa para evitar la reducción de gasto.

Para evitar hacer el trabajo difícil de despedir empleados y reducir el tamaño del Estado, es comprensible que se busque una salida alterna.   Aprovechando la coyuntura de la violencia actual el Ministro de Finanzas incrementó la alarma al decir que si no se le da lo que pide – un incremento del 25% al IVA – peligra la dolarización.  Como muchos predecesores optó por la muletilla del peligro de la dolarización para tratar de fortalecer su tesis y subir impuestos. Otro ejemplo de la manipulación política producto del Correismo se evidencia en el resurgimiento de rencores sociales contra los empresarios.  En este caso los blancos más fáciles son siempre los “banqueros” y pretenden cargarle otro impuesto exclusivo para esa industria.

Esto ignora la realidad que este incremento recaerá en los usuarios bancarios y las tasas de interés. Tasas de interés que acaba pagando el mismo estado porque pretende financiar parte de su déficit internamente: es decir de los bancos locales. Como si fuera poco, al no reducir el tamaño del estado, este financiamiento interno crea un “efecto desplazamiento” haciendo más difícil para el sector privado conseguir recursos para financiar actividades productivas.  Las mismas actividades productivas que son la fuente de ingresos para el gobierno.

Ya que hablamos de políticas extorsionistas y distorsionadoras: ¿Por qué no hacer como la Argentina y poner un impuesto a las exportaciones en vez?   En este caso sería menos distorsionante, y políticamente transeúnte dado que todo el modelo político económico del mercantilismo se basa en preferir las exportaciones y castigar las importaciones.  Seguro empezarían los grupos de interés a hacer presión apuntando a la pérdida de plazas de trabajo sin considerar que el mismo problema lo comparten todos cuando el gobierno les incrementa los costos de transacción unilateralmente.

Es que no hay remedios fáciles.  La violencia es un acontecimiento más que evidencia la falla del Estado en proveer los servicios básicos de la sociedad.  Este brote de violencia es un despertar que debemos aprovechar los ecuatorianos.  Un despertar a las verdaderas razones de la violencia y a las realidades del gasto público y su eficacia.  ¿Acaso tenemos más seguridad, salud y educación o simplemente hemos gastado miles de millones en un servicio de mala calidad y escasos?

La responsabilidad de la violencia recae enteramente en el gobierno quien no ha logrado procurar las funciones básicas que justifican su existencia.  A estas fallas podemos añadir la falta de educación y salud, dos parámetros en los cuales se sigue gastando recursos sin que los índices de educación o salud mejoren substancialmente.   Seguir gastando en fracasos no es la forma de salir del subdesarrollo.

Hay una disonancia cognitiva entre lo que queremos y lo que se puede bajo dolarización, y es imperativo que esta se resuelva para no causar más problemas en la economía.  La muletilla de “defender a la dolarización” es trillada y pervertida por la mayoría.  Hay mucha ignorancia de lo que significa y de lo que verdaderamente fortalece a un sistema cambiario como la dolarización.

Debido a su popularidad (89.7% según CEDATOS), es conveniente asociarse positivamente con la dolarización.  Solo Correa y sus secuaces se creyeron más populares y esto les ha costado caro en las últimas tres elecciones presidenciales.  Basta ver que la variedad de partidos políticos con sus dispares esquemas político-económicos que se declaran “defensores de la dolarización” para entender el bajo nivel de comprensión.

Es absurdo pensar que opuestas visiones al rol del estado sean ambas afines a las bondades de la dolarización.  En este entorno hay mucho desconocimiento en cuanto a lo que es, como funciona y cuales condiciones son las que apuntalan a una dolarización.

Es tautológico decir que defender a la dolarización es hacer todo lo contrario a lo que desean los enemigos de la dolarización.  Identificar esto en el Ecuador es fácil y  se traduce en que hay que desarmar todos los errores del Correismo y sus secuaces.  Falta coherencia entre el sistema político económico impuesto por el Correismo que sostiene una visión mercantilista de cierre de fronteras conjugado con un sistema de planificación central de la economía.

Para convencer al pueblo y mantenerlo cautivo utiliza una lógica falsa llamada “post hoc propter hoc” que convence fácilmente al inocente.  La lógica falaz depende de la siguiente observación fáctica:  la dolarización depende de dólares (nota: ¡toda economía depende de dinero!).  El salto de lógica incorrecto consiste en llegar a la conclusión que la única forma de maximizar la economía es acorralando el dinero, haciendo difícil que salga del país.

Políticamente venden la idea vistiéndola de nacionalismo para sustituir las importaciones y proteger la industria local.   Este error de lógica es consistente con su visión mercantilista y sus objetivos de planificación central a través del control de capitales, restricciones de importación y regulaciones que entorpecen el comercio, la creación de precios y el cálculo económico.

Y es precisamente mediante impuestos que el estado incide importantemente en el sector privado.  La forma más fácil de financiar déficits para el gobierno es subir impuestos en vez de enfrentar la incómoda conversación de despedir empleados y reducir gastos.  A nadie le gusta enfrentarse a la realidad que tienen que bajar su nivel de vida y comunicárselo a sus seres queridos.  Pero esta es la bondad de la dolarización, no permitir que los excesos continúen impunemente con inflación.  Sin la dolarización el impuesto más fácil sería el impuesto inflación y gracias a ella no sufrimos perdida en el poder adquisitivo de nuestros ahorros, a pesar de sus malas prácticas económicas.

Es refrescante ver que la primera reacción por parte de partidos asociados al oficialismo haya sido mayoritariamente negativa al alza de impuestos.  Quizás por esto el Ministro de Finanzas haya usado la bomba nuclear de que “peligra la dolarización” si no se le da la salida fácil a un problema complicado.

Lo más sorprendente y grato fué ver las declaraciones del Partido Construye – otrora Alianza País de Correa –  que empuja la tesis que el Estado debería recortar gastos innecesarios antes de subir impuestos.  La Asambleísta Carla Cruz menciona específicamente el gasto de publicidad del Estado que entre otros incluye 400,000 dólares del Banco Central.  Si quieren reducir gastos y simultáneamente fortalecer la dolarización un buen comienzo sería cerrar el Banco Central, una institución que no debería existir en un país dolarizado.

Es importante recordar que el estado vive de lo que retira del sector privado mediante impuestos; asfixiar a la fuente de ingresos no es la forma de reducir un déficit fiscal.   Como se ha demostrado en la práctica económica los ingresos tributarios tienden a subir cuando los impuestos bajan debido al estímulo económico.  Este efecto se puede lograr también cuando las regulaciones se eliminan.  Una combinación de estos factores seria la forma mas rápida de lograr un superávit como el que anhela el Ecuador.  Bajar los impuestos y eliminar regulaciones/burocracia es lo que eliminaría el déficit en el Ecuador.   

Nadie quiere minimizar la violencia y la urgencia de recursos para poder combatirla.  De hecho, combatirla es una obligación ineludible del gobierno, so pena de perder la soberanía.  Pero el gobierno debe asumir su responsabilidad en haber creado las condiciones de bajo empleo mediante la aplicación de medidas de cierre de fronteras y antipatía a la inversión extranjera.  El “impuesto a la salida de los capitales” es un clarísimo ejemplo que ahuyenta cualquier inversión extranjera y mantiene afuera dólares que podrían ser repatriados por agentes nacionales. Quizás más importantemente es una señal inequívoca de controles de capital, lo completamente opuesto de lo que se necesita bajo dolarización.

Este gobierno enfrenta retos históricos, pero no debe caer en la tentación de subir impuestos sin reducir el tamaño del estado.  La solución al problema fiscal y de empleo en el Ecuador no se resuelve con más impuestos, sino con menos burocracia y más libertad.

Francisco J. Zalles

Es un economista cuya carrera abarca la academia, la banca y el mundo empresarial. En 1999 fue co-autor del libro La Segunda Muerte de Sucre y el Renacer del Ecuador (IEEP 1999) que desató el debate sobre la dolarización en el Ecuador y el mundo. Al momento de la dolarización era miembro de la Asociación de Bancos Privados y editorialista en periódicos locales y profesor universitario. Desde entonces ha colaborado con varios movimientos dolarizadores en diferentes países y es conocido por ser ávido defensor de los principios del dinero y la moneda sana. Su carrera lo llevó a Wall Street donde aplicó la Teoría de los Ciclos de la Escuela Austriaca y finalmente se retiró para empezar su carrera empresarial en el 2005. Es miembro de la Mont Pelerin Society y Académico Adjunto del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP). Actualmente está colaborando con Steve Hanke y la Johns Hopkins School for Applied Economics.

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