Oración para todos los días

Por estos tiempos en donde la Inteligencia Artificial (IA) me ha tenido tan abrumada, encontré una única cosa en donde parezco haberle ganado la batalla, y es que estoy segura de que, por muy avanzada que esté, no ha logrado descifrar lo que ha sido mi año si su punto de partida es el resumen que me dio Spotify.

Aunque este último estuvo bastante acertado de cara a la montaña rusa de emociones y sentimientos que me han atravesado, le faltó datos relevantes como “este año has llorado durante 128139 minutos, lo que equivale a muchos meses desconcertada”, “te exigiste más de la cuenta por cumplirle a tu ego” y “te tardaste x semanas en aceptar lo que ya sabías desde antes de nacer”.

En todo caso, gracias Spotify, por haber resumido este año en el que, no solo yo, sino muchas de las personas con las que he coincidido en el camino, hemos calificado como el año de la maestría en cosas que nunca debemos olvidar en la vida.

Ahora bien, a propósito de las fechas decembrinas, de que “beben y beben” los peces o nosotros, y antes de empezar con los muchos rituales de agradecimiento, post para decretar y mapas de sueños que terminaran arrumados en el clóset, con lo aprendido este 2023, formulé una versión nueva para la novena, aprobada por Jesús, la Oveja Arisca y el Cordero Manso, en pro de ser fiel creyente de que cuando uno esta conectado con su interior, no hay nada que lo desenfoque.

*Aquí va el resultado, el cual puede combinar con cualquier cancion de Rodolfo Aicardi para mayor devoción.

Benignísmo Dios, Universo, señora del Tarot (o lo que quieras poner aquí), que tanto amasteis a los hombres, que nos diste dolores en el corazón como la mejor prenda de vuestro amor, para que hechos vulnerables en las entrañas de nuestros momentos más oscuros naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio todo lo que necesitábamos para aprender a soltar el control y ser un poquito más libres.

Yo, en nombre de todos los que perdieron el rumbo y se desconocieron este año, os doy infinitas gracias por tan soberano aprendizaje de que no es necesario volvernos pequeñitos para entrar en lugares en donde no cabemos por nuestra inmensidad, que siempre tenemos lo que necesitamos y que mirar hacía adentro incomoda, pero al final siempre reconforta.

En torno a esto, os ofrezco la capacidad de confiar en nuestra intuición, de amar como si no hubiera un mañana, la valentía de ir a terapia sin tener que estar mal y demás virtudes de vuestro corazón en construcción constante; suplicándoos por nuestros divinos méritos, por todo lo que nos ha tocado desaprender y por las tiernas lágrimas que derramamos, dispongaís nuestros corazones con humildad profunda, con amor sensato, con total desprecio a todo lo que implique huir de lo que sentimos, para que (vuelvan a insertar Dios, Universo o señora del Tarot), recién nacido tenga en nosotros su cuna y more eternamente, amén.

Se repite tres veces hasta honrar el proceso que nos ha hecho llegar hasta aquí y se lleva en el alma, como un recordatorio constante de que la vida, en su eterna sabiduría, nos pone justo en donde tenemos que estar.

Valentina Ramírez Gil

Comunicadora Social - Periodista, creativa por pasión y amante de las letras por vocación. Fiel enamorada de las historias de ciudad, del escuchar y de crear conversaciones honestas.

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