“Sus programas y contenidos también se han desarrollado y diversificado al punto de que hoy puede decirse que no hay emisora de salsa más destacada que esta. Su acertado criterio para la programación, le permite ofrecer un expandido universo sonoro entre la salsa clásica, siempre en conexión con el son y los nuevos ritmos y armonías que germinan sin cesar desde ese género musical.”
En alguna oportunidad la historiadora Diana Uribe dijo, haciendo un hermoso símil entre su experiencia vital y el cine, que la banda musical de su vida era el rock. Siguiendo esa afirmación y poniéndonos en la tarea de pensar lo propio para quienes hemos vivido en Medellín y contamos ya con una rotunda madurez, o cuasi vejez, como se quiera, esa banda sonora proviene de un dial en frecuencia modulada, nada más que desde la entrañable FM.
Los de esa generación somos gentes que al igual que nuestros padres y abuelos, crecimos con la radio. Tenemos la particularidad de asociar la hora del día con la emisora o el programa de radio que escuchamos. El hábito de las noticias matutinas no es lo que hace despuntar el día, como muchos podríamos creer, sino que es un producto, una construcción mayormente comercial que se introdujo definitivamente a nuestras casas, tan cercana y común que se nos hace incomprensible el desayuno mientras escuchamos, casi siempre con estupor, la olímpica subjetividad del periodista que nos habla, en especial cuando cada dos o tres palabras dice que es muy objetivo. Afortunadamente unos minutos más tarde siempre nos salva cambiar de emisora.
Pero para sintonizarnos con el asunto que sí deseo comentar con agrado, vámonos a los 100.9 f.m. en Medellín y el valle del Aburrá principalmente, y regodeémonos en la sintonía de la gran Latina Stereo que desde hace más de 36 años derrama salsa y sabor a manos llenas. El sonido de las palmeras, como también se la conoce, es una emisora que ha sido testigo del desarrollo reciente de Medellín y Antioquia. Sus programas y contenidos también se han desarrollado y diversificado al punto de que hoy puede decirse que no hay emisora de salsa más destacada que esta. Su acertado criterio para la programación, le permite ofrecer un expandido universo sonoro entre la salsa clásica, siempre en conexión con el son y los nuevos ritmos y armonías que germinan sin cesar desde ese género musical.
Durante un pasado que siempre fue peor, en el que el narcotráfico intentó entronizar para siempre la barbarie, la violencia y el mal gusto a las montañas de Antioquia, emisoras como Latina (tal como le decimos por cariño) nos salvó ofreciendo deliciosas serenatas de bolero y son en las mañanas; variados y profundos oleajes de músicas caribes a medio día; entrañables piezas melódicas con “El decano de la música caribeña”, la centenaria Sonora Matancera al filo de las dos de la tarde; vanguardias salsosas al atardecer y todo el repertorio de la “salsa brava y clásica” pletórica de ritmos afrocubanos para anochecer e invocar el día siguiente. Tal vez haya sido, en efecto, aquella modesta posición en el dial, que en un comienzo fue en los 102.3, la que nos salvó del naufragio de aquellos años a finales de los ochenta y comienzos de los noventa.
Hoy Latina es un referente que busca cultivar incluso altos valores ciudadanos invocando y creando espacios públicos de calidad, como el programa Ponte en salsa en familia, con el que hace presencia en la plazuela de San Ignacio, como emulando a su abuela la retreta del parque de Bolívar.
Algunos bienpensantes dicen que la emisora ha mantenido cierta condescendencia con el bajo mundo y el malevaje, pero no se dan cuenta que a una emisora popular como la que más, es propio que la escuchen detrás de los barrotes, en la sala de la casa o en los campus universitarios. Lo suyo es ser de todos y representar a todos, aunque cada quien la ensalce, literal, pensando que es a cada quien, con exclusividad a quien representa. Cuando escuchamos el jingle “Latina Stereo en Envigado e Itagüí… en El Poblado y Aranjuez… en todas partes”, así, nombrando uno a uno municipios y barrios, se experimenta una sensación de pertenencia y de proximidad sin par.
Para quienes padezcan la triste condición de no conocer o no gustar de la salsa, siempre estará ahí como posibilidad de redención, como bautismo salvador desde sus ondas purificantes de sonido, con bongó, cuatro, timbal, piano y trompetas, Latina Stereo: el sonido de las palmeras.
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