Pereza, desinterés, ignorancia. Son términos que definen lo que representan las elecciones para los colombianos.
Hace no muchos días, a comienzos del mes de enero de este año, estábamos celebrando la oportunidad de tener 365 días para cambiar, para hacer lo que nunca hicimos. Dietas, ahorros, etc… Son los propósitos más comunes, pero casi nunca los cumplimos, los colombianos parecemos reacios al cambio, a cualquier tipo de cambio, pero en especial en el campo de la política y en lo que respecta al porvenir del país.
En el 2018 hay elecciones, tanto del Congreso de la República como presidenciales. Y es en estas fechas, en el tiempo en el que sé que habrá elecciones cuando me siento a escuchar a las personas en diferentes espacios sobre las elecciones, “Yo no sé hermano, pa’ qué votar si todos son una sarta de ladrones”. Y así la gran mayoría de las personas tienen una opinión similar sobre los candidatos (aunque también cabe resaltar que los ánimos están más prendidos por la postulación de Rodrigo Londoño “Timochenko” postulado por el partido de las Farc).
Me sorprende lo que las personas opinan con respecto de los candidatos a la presidencia, no por que expresen sus sentimientos de rechazo o desaprobación sino porque es lo mismo que escuché hace 4 y 8 años, y en ambas fechas carecían de argumentos contundentes, se limitaban a repetir como grabadoras todo lo que salía por las noticias de las dos grandes cadenas de televisión del país. (¿Será que los colombianos estamos en una espiral infinita de ignorancia?¿ y qué papel juega aquí la educación?)
Las elecciones presidenciales en Colombia parecieran tener un patrón. Se lanza la campaña a la presidencia de un candidato, su marketing está basado en la difamación del otro candidato, promete la solución perfecta a muchísimos problemas que ningún otro antes había podido solucionar, pero que él sí podrá solucionar porque es más que un candidato, ¡Es la solución a todos los problemas! Y ¡la cura de un país que ha estado sumamente enfermo desde siempre! Los colombianos los escuchan, van de uno en otro, y votan por el que les de mercado, les prometa un puesto en tal parte o sino es por un beneficio personal o el favor para un familiar, (porque los que verdaderamente creen en su partido por una razón crítica son muy pocos) por el menos peor, y listo, a esperar a que vuelvan las elecciones siguientes.
Cada 4 años sucede lo mismo, pero deténgase un segundo: ¿Qué pasa una vez se elige al candidato? Una mayoría que lo escogió ( ni ellos mismos saben por qué, puesto que no leyeron su plan de gobierno ni entendieron sus propuestas) sube a su mesías al trono y luego después de un par de meses lo tiran en picada del trono al pavimento. “Ah es que ese no sirve para nada, no ha hecho nada, no hace más que robarse la plata, y nosotros acá sufriendo” (¿será que se les olvidó el por qué votaron por él?) Aunque también están esos, que igualmente se quejan pero no votaron porque “¿para qué si todos son unos ladrones que no sirven para nada? (pues usted no votó, permitió eso, fue indiferente a la dirección que tomaría el país por 4 años, ¿por qué ahora sí le importa?)
William Ospina menciona algo al respecto en su libro Pa´que se acabe la vaina. Los colombianos nos vemos ajenos a la ley, como si la ley fuera algo exterior, que no repercute en nuestras vidas y que solo se aplica en los casos que se escuchan en la televisión, casos aislados, pero no es así, nos pertenece, hacemos parte de ella y ayudamos a crearla y a modificarla, algo así como la frase de inicio de la película “A los que aman” de Isabel Coixet “ es más ajena a nosotros, cuando más cerca la sentimos”. Esto explica el por qué nos vemos excluidos de cualquier decisión, inclusive la de nuestro propio gobierno. Se invirtieron los roles, cuando alguna vez votábamos por ellos y no para ellos. Pero ese tiempo puede volver, podemos volver a votar por y para nosotros sin excluirnos de nosotros mismos.
Jaime Garzón en una conferencia lo dijo, ¿quién se va a ocupar del problema que somos nosotros mismos?
El abstencionismo es preocupante. La Registraduría General de la Nación en su página web habla de los altos índices de abstención electoral concuerdo con ella en lo siguiente: la intervención de los colombianos en estas decisiones que afectan el país, siempre quedan en manos de los pocos que acuden a las urnas, (¿será que nos falta conciencia política y ciudadana?)
¿No nos cansamos de que las elecciones en Colombia siempre sean en espiral? La carencia de la cultura política es preocupante, al final somos como la burra que siempre va al trigo, vivimos en un país con forma de elefante blanco pero ¡No se desanimen! La burra puede preferir otra cosa de comer y el país puede cambiar de forma.