El retorno a clases se encuentra a la vuelta de la esquina, sin embargo, no solo experimentaremos la euforia de muchos infantes de volver a ver a sus compañeros o de los docentes a volver a ver a sus estudiantes, el retorno a clases también arrastra problemáticas como un duelo no sanado, problemas de con relación al área afectiva, crisis de ansiedad o ataques de pánico y lo que más resuena cada año, el acoso escolar.
Prevenir estas problemáticas no solo compete al docente, el psicopedagogo, psicólogo y/o auxiliar, también erradicar dichas problemáticas involucran a las familias, sensibilización desde la importancia de una cultura de paz familiar, armonía y un proceso de sanación y bienestar emocional individual y colectivo para así pueda guardar una correlación con el rendimiento académico.
La crianza interviene mucho en el proceso de crecimiento del ser humano y si en las familias existieron antecedentes de formación con índole agresivo y violento en cualquiera de sus formas, lo más probable es que esto sea cíclico y se repita si es que no se tiene una concientización sobre ello, arrasando con conflictos en la pareja o entre padres delante de los niños privatizando así el derecho a gozar de una buena salud emocional, mental y psicológica.
Por otro lado, es labor de los padres de familia involucrarse en el proceso de acompañamiento pedagógico con sus hijos y derribar los mitos que solo quien aprende letras o números es “un típico buen estudiante” cuando por antecedentes se tiene conocimiento que cada ser humano nace con diferentes capacidades, destrezas y habilidades que va desarrollando y fortaleciendo a lo largo de su vida.
Un bajo rendimiento académico no solo es un factor ligado a un problema de aprendizaje, esta variable puede tener muchos factores, siendo una de esas causas, el acoso escolar.
Debemos preparar a nuestros estudiantes y deconstruirlos desde una formación libre de prejuicios y estereotipos sociales para así contribuir con la erradicación del racismo, la discriminación, la xenofobia y la exclusión social, construyendo bases ligadas en respeto, igualdad, asertividad equidad y entrenar a los estudiantes a denunciar cualquier acto de violencia que afecte en cualquiera de sus formas, incluida la moral.
Asimismo, sensibilizar a los estudiantes en la importancia de acudir al servicio de psicopedagogía o consejería y como compañeros de aula, establecer un proceso de acompañamiento amical más no terapéutico y comprender que el dolor y la expresión de emociones forman parte de la vida humana y que hay ocasiones en las que no siempre estaremos con sentimientos de alegría y no está mal, deconstruir la idea de quién es más fuerte es quien no llora y aprender a que como comunidad es normal sentir pesares pero también es normal buscar ayuda.
No solo los estudiantes regresan a clase, toda la comunidad educativa regresa a seguir trabajando por una educación libre de violencia y basada en respeto y equidad.
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