El Lunes de esta semana un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que para que la deuda griega fuese sostenible en el largo plazo y no siguiese una trayectoria expansiva, los acreedores de este país deberían perdonar una parte sustancial de este monto y así, garantizar no solo la estabilidad de la economía griega, sino también la de la Unión. A esta noticia, se le sumó el anuncio del gobierno de Atenas de necesitar 7 billones de euros para cumplir sus obligaciones financieras que se vencen en Julio de este año.
Estos dos anuncios no fueron bien recibidos por los funcionarios en Berlín cuya posición oficial, hasta el momento, es la de no autorizar ningún desembolso a las arcas griegas a menos de que este país cumpla con el objetivo de un superávit primario el cual, equivale al 3,5% del PIB . Sin embargo, para el FMI esta cifra parece poco realista, ya que implicaría mayores políticas de austeridad sobre un país cuya inversión ha caído un 60% mientras que el PIB lo ha hecho en un 25%.
Simultáneamente, en los mercados financieros, estas noticias junto con las declaraciones del ministro de finanzas alemán que insinuó un posible “Grexit” , despertaron el temor en los inversionistas que desde inicios de esta semana, comenzaron a demandar un mayor retorno de los papeles de deuda griega debido al mayor riesgo que se percibe sobre la capacidad del gobierno en Atenas para pagar sus deudas, generando así, un aumento del 9,7% en el valor de los papeles de deuda helena desde que se conocieron estas noticias.
Esta situación, ha puesto en una posición difícil al creciente debilitado gobierno en Berlín que no ha logrado con sus acciones alinear sus deseos de mantener la Unión de países y de desincentivar comportamientos fiscales riesgosos en sus miembros. De hecho, al momento de escribir esta columna, se hacía conocer en Bruselas que el déficit fiscal primario francés estaría a punto de tocar el límite de 3.1% del PIB violando así las normas fiscales de la Unión y obligando al gobierno en París, a tomar medidas de austeridad lo cual fortalecería el movimiento anti-unión europea de cara a las elecciones de Abril.
Es precisamente el inicio del periodo electoral europeo, que comienza con las elecciones holandesas el próximo mes, lo que más ha atemorizado a los inversionistas que ven como el asunto del nuevo rescate griego se puede politizar causando, de esta manera, un fortalecimiento de los partidos pro salida de la Unión haciendo inevitable el default griego y por consiguiente, la salida de este país de la mancomunidad europea. Otro factor adicional ha sido la posición del FMI frente a los otros miembros de la Troika ( Banco Central Europeo y Banco Mundial) de mantenerse al margen de los rescates a menos que, a través de condonación de deuda, se vuelva a una trayectoria sostenible de esta. Esta posición del FMI ha sido incompatible con las posiciones alemanas y la condición del Reichstag (Parlamento Alemán) al gobierno de Merkel de que solo aprobaría un rescate a Grecia si el FMI participa incrementando así, las probabilidades de que no se logre un acuerdo antes de Julio.
Se acerca una tormenta que azotará fuertemente a los países de la Unión Europea y que, como un barco sin uno de sus mástiles principales, al borde de un motín y con el capitán atado de manos, parece tener contados sus días a flote.