«No tengo ninguna coincidencia política con las FARC, no comparto sus ideas.»: Claudia López

Le tengo miedo a la competencia armada y no a la competencia política y creo que esa es la esencia de ser demócratas.

Al Poniente conversó con la senadora Claudia López acerca del debate que ha impulsado en los últimos meses sobre la corrupción y la necesidad de que la sociedad comience a debatir los temas que realmente deberían preocuparle al país.

AP: ¿Cómo fue esa decisión de pasar de la academia a la política?

Claudia López: He hecho en cada momento de la vida lo que he querido hacer, toda la vida he estado en cosas de política y de ciudadanía activa. Desde pequeña me había propuesto ser candidata a algo y además quería hacer muchas cosas en la vida como trabajar, estudiar, aprender nuevos idiomas; y sentía que el tema de políticas públicas me desviaba en otro sentido.

Creo que cada momento de la vida tuvo su acierto. Cuando me dediqué a la universidad fue un acierto, estar en la universidad en la Séptima Papeleta fue una contribución importante para romper el bipartidismo y crear la Constitución de 1991; después me gradué de la Universidad El Externado en Gobierno y Relaciones Internacionales.

Me dediqué a hacer una carrera profesional cerca de diez años, trabajando en diferentes cargos con la administración pública; me fui a aprender inglés, y a hacer una maestría en Administración Pública y Políticas Urbanas, en la Universidad de Columbia, Nueva York.

Recién llegada, enciendo el televisor y veo a los paramilitares en el Congreso, autorizados por el gobierno de Uribe; hacia cuatro años no vivía en Colombia y sentí mucha curiosidad porque realmente no entendía nada. En “la Colombia de la Séptima Papeleta” uno marchaba en contra del narcotráfico y aquí, los traen al Congreso.

Me pregunto ¿esta gente quién es?, ¿por qué los aplauden?, ¿quién los eligió?; llevaba cuatro años por fuera y me pongo a investigar qué está pasando; por ese camino es que encontré la parapolítica y eso me cambió la vida. Comienzo en el periodismo de investigación, en investigaciones sociales con ONG hasta el 2010.

En el 2010 pasaron dos cosas; publiqué mi primer libro sobre ese tema, titulado Y Refundaron la Patria; y decido hacer un doctorado, sobretodo porque estaba convencida que la segunda reelección de Uribe iba a salir y yo no me aguantaba mas esa presión en el país. Gané una beca, me voy a estudiar y se cae la segunda reelección.

Estaba haciendo el doctorado en Chicago, en la Universidad Northwestern en Ciencia Política y mi inquietud era; ya entendido el problema, cómo entender las soluciones. Colombia no era el único país con ilegales, con conflicto armado; existían muchos países que habían logrado salir de ahí construyendo una democracia, economía y Estado moderno. Así que, continuo mi doctorado y en 2013 vengo a Colombia a hacer mi investigación de campo para mi propuesta de tesis.

Pasan tres cosas que me hacen meter a la política electoral. La primera es que el Proceso de Paz estaba muy avanzado, yo podía escribir un libro sobre “cómo fue el Proceso de Paz en Colombia”, o venir e influir al tener yo una idea y una visión para aportar relativa al proceso. Lo segundo que pasa es que, antes de regresar a Chicago hice una última investigación sobre “vínculos entre candidatos ilegales del 2011” y en esa había denunciado a cien candidatos, entre ellas a Kiko Gómez; quien para el 2013 ya lo habían comenzado a investigar y habían expedido orden de captura.

Antes de regresarme a Chicago, me hago unos chequeos médicos y me informan que los resultados están mal y tengo cáncer en el seno izquierdo. Salgo del exatemen y al día siguiente me llama el director de la UNP diciéndome que Kiko Gómez está planeando un atentado contra mí y no tiene cómo brindarme un mejor esquema de protección, por lo que me sugiere irme del país. Entonces sino me mataba el cáncer, me mataba Kiko; me hago la operación y me voy del país.

Después de casi veinticinco años de huirle a la política electoral, decido meterme en ella y me vengo nuevamente para Colombia; entonces, suspendí el doctorado y me lanzo como candidata al Senado.

A.P.: Para algunas personas es muy rápido para iniciar la carrera a la presidencia ¿qué piensa usted sobre eso?

C.L.: Yo no creo, todo en la vida tiene una razón de ser. Lo arranqué porque genuinamente yo ya hice esta tarea, estuve en el Congreso, considero he aprendido, pero humana y espiritualmente es algo desgastante. Yo debo compartir tres días a la semana con veinte personas que yo he denunciado, entonces no es el ambiente más simpático; es tenso.

Además, me acerqué al Congreso con propósitos concretos que eran, ayudar a que Colombia acabara una guerra, estructurar una transición democrática solida; creo que esa tarea se hizo en estos cuatro años. Logramos desmovilizar a las FARC, algo que parecía imposible.

Lo que viene entonces es un momento de nuevos liderazgos; en Colombia somos especialistas en publicar leyes que nadie cumple. Entonces el cambio que hay que liderar ahora es convocar a la sociedad para que se meta en política, derrote la corrupción, modernice la política y por esa vía, construir un país más equitativo.

Acabar la guerra era una condición necesaria pero insuficiente. Necesario porque la guerra profundiza la inequidad y la pre modernidad; pero insuficiente porque si no se cambian las prácticas y se moviliza a la ciudadanía, las cosas continuaran igual. Se debe iniciar esa pedagogía, a fondo.

El cuarto de hora que estoy viviendo, lo quiero gastar en lo que estoy haciendo en este momento.

 

A.P.: Usted nos dijo que no estuvo de acuerdo con lo que se hizo con los paramilitares, ¿qué opina de la vinculación en política de las FARC?

C.L.: Le tengo miedo a la competencia armada y no a la competencia política y creo que esa es la esencia de ser demócratas. No podemos preferir en una guerra, en la mitad de una balacera para contener a una gente con unas ideas; que derrotarlos políticamente.

No estoy hablando de ninguna alianza política porque no tengo ninguna coincidencia con ellos, no comparto sus ideas políticas; lo que no puede ser es que me dé más miedo combatir sus ideas que sus balas.

A.P.: ¿Usted haría una alianza política con el partido político de las FARC?

C.L.: No, porque no tengo ninguna coincidencia política con las FARC, no comparto sus ideas. Hay unos ciudadanos que apoyaran las ideas de las FARC y ese no es el problema, ellos podrán exponer y proponer sus ideas y nosotros debemos tener la capacidad de explicarle a la sociedad porqué su modelo de socialismo es un fracaso y a la vez, exponerles algo mejor.

Si no se quiere populismo y socialismos, debemos brindar modernidad, transparencia e inclusión; no puede decirse  que no se apoyen las ideas de las FARC pero inmediatamente se ofrece clientelismo y corrupción. Lo que le abrirá puertas a esa gente es que no hagamos la tarea que nos toca; mientras haya esa diferencia salarial entre un congresista y el ciudadano común es difícil que el pueblo no se incline ante el socialismo ofrecido por las FARC.

 

A.P.: Si llega a la presidencia ¿qué propuestas implementarías?

C.L.: Sin querer ser arrogante, soy la única candidata que ha presentado un proyecto serio de propuestas; se llama ¡Adiós a las FARC! y hago no solamente una evaluación y seguimiento al proceso de paz con las FARC, los desafíos, aciertos y desaciertos que tuvimos; si no que también expongo propuesta por propuesta, tema por tema y cálculo de cuánto va a costar lo que queremos hacer; cuánto valdrá modernizar a Colombia, reformas tributarias, políticas; cuánto va a valer la educación y de dónde saldrá la plata.

El problema de Colombia no es saber qué hacer sino cómo hacer, el cómo en Colombia es lo que ha obstruido la modernización, inclusión y equidad. Ya que salimos de la guerra, el gran cuello de botella está en la política; no hay dinero que alcance para ningún tema, en educación el tema está claro de lo que se debe hacer, no es irrealizable, pero es imposible en una economía en la que pagamos siete billones de pesos en impuestos y nos roban cincuenta billones de pesos al año; el plan de educación entonces está claro, cuesta catorce billones de pesos, pero es imposible si nos roban tanto.

Nos roban porque el grueso de la política colombiana es elegirse cobrando votos y llegar sobornando políticos, eso es carísimo. Esa gente no paga los votos de su cuenta de ahorros personal sino, de quitar educación a los jóvenes, disminuir la financiación de los hospitales, quitarle la plata de la ciencia y la tecnología; entonces para hacer realidad esas seiscientas páginas en las que me quemé las pestañas cuatro años estudiando, mi principal obstáculo es la clase política corrupta y el manejo ineficiente del Estado. Yo necesito convencer a la sociedad de que nos propongamos derrotar ese cuello de botella y si lo derrotamos tendremos la legitimidad, las mayorías y los recursos para ejecutarlo.

 

A.P.: ¿Le parece razonable el tamaño del Estado en términos de recaudo?

C.L.: A la tecnocracia colombiana le encanta Chile, Chile recauda el 28% del PIB a partir de impuestos; en Colombia se recauda el 14%. El Estado chileno tiene un 10% de la corrupción de Colombia; entonces de acuerdo con el recaudo el Estado chileno es más grande, recauda el doble; pero como tiene menos corrupción provee mejores recursos públicos y entonces tiene mejores niveles de desarrollo.

En Colombia recaudamos mucho de muy poquito y a 15 millones de colombianos no se les da nada, ni salud, ni educación, ni garantías.

Entonces, se propone reducir el Estado; pero cuánto más se puede reducir el Estado en la Guajira, en Chocó o en Urabá. Así, no se trata de un problema de reducir el Estado sino de redistribuir para que podamos tener seguridad y justicia publica, un sistema tributario mucho más progresivo y generar mejores oportunidades.

 

 

 

Al Poniente

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