Me parece fundamental hacer esta aclaración, no soy petrista. No es que tenga temor a que me tilden de guerrillero – lo cual por cierto, es absurdo- sino más bien, porque cuando hago una comparación de los comportamientos uribistas y petristas, son más la similitudes que encuentro, que las diferencias.
Ambos están en búsqueda de un caudillo, un pseudo Dios que salve la patria; cuando en realidad estos son los ingredientes principales para crear un dictador. Y lo digo porque cuando se endiosa a alguien, se nula completamente el pensamiento crítico y bajo estas condiciones se hace imposible realizar una veeduría ciudadana o un control político con el rigor que se requiere.
Por otro lado, he visto que Petro, a pesar todo su populismo, ha sido el candidato más coherente en los últimos años, y adicional a esto, muchas de sus propuestas tocan puntos neurálgicos de importancia nacional, los cuales nadie más ha tenido el carácter o voluntad política para hacerlo, ya que van en contra de los grandes poderes que siempre han dirigido este país; Como es el caso de una reforma rural incluyente que garantice la seguridad alimentaria, a la cual le temen todos los latifundistas.
Por último, me parece importante aclarar por qué no creo que lleguemos a “convertirnos en Venezuela”. Si bien es más un discurso falaz de la extrema derecha, con el que ha ganado muchos votos, comprendo que se pueden encontrar algunas similitudes entre Petro y Chávez. Mis argumentos son muy simples. En caso de que Petro sea elegido presidente, va a tener quizá, la oposición política más grande y feroz que jamás haya tenido un presidente en la historia reciente de Colombia, a esto se le suma que no va a contar con el apoyo de las fuerzas públicas, que fueron el bastión principal sobre el cual Chávez se convirtió en un dictador. Y económicamente, es muy evidente que el gran problema de Venezuela es su dependencia de las rentas petroleras y la inestabilidad que tiene su precio, lo cual va en vía contraria a la propuesta de Petro, que prioriza el fomento de la reindustrialización y la agroindustria, lo cual permite descentralizar los ingresos de la nación y a su vez evitar que esta sufra el fenómeno de la enfermedad holandesa, tal como le ocurrió a Venezuela.
Estos argumentos me dan la convicción de reafirmar que no soy petrista, pero voy a votar por Petro.
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