Una estudiante del INEM, un colegio público de Medellín, fue literalmente víctima de un intento de homicidio por parte de otras dos jóvenes sin valor alguno. Mientras ella clamaba por que la dejaran en paz, estas dos jóvenes tomaron un cuchillo y comenzaron a rasgarle el pelo hasta cortárselo. En un escape desenfrenado, una de estas dos jóvenes le propició una puñalada que perforó su pulmón y, por si fuera poco, todas las demás personas sólo se impresionaban ante el hecho de estar viéndolo y grabándolo todo sin ayudar en nada: casi como si fuera una especie de escena de cine filmada por todos en la cual apuñalan a la víctima inocente para meterle indignación al público.
No cabe duda entonces de que hay un tremendo problema en esta sociedad respecto a los valores -no sé si sea en Medellín, en Antioquia, en Colombia o en el mundo, pero lo hay-. La cuestión está es en que podría decir que la gran mayoría, luego de ver el aterrador video que se viralizó en redes, dijo que a estas dos jóvenes les faltó “educación”. Que los papás no sabían lo que hacían. Yo les pregunto, ¿de verdad creen que eso es porque los papás no les ‘metieron correa’ como se dice por ahí? ¡Para nada! Antes están perfectamente educadas por su entorno, sus amigos, sus compañeros de clase, sus ídolos y demás: aprenden y hacen exactamente lo que ven de las demás personas y lo que consideran correcto.
Eso sólo deja una decepcionante idea: en esta sociedad persiste la cultura del mafioso, del pandillero, del delincuente, del vivo y demás. Si una persona percibe violencia en su entorno, observa que casi siempre la forma de solucionar un problema es a través de la violencia, se convence de que una vida de éxito es aquella en la cual te agarras a puñaladas con una menor totalmente indefensa y desprotegida -no sólo por ella mismo sino por todas las personas que estaban “filmando la película”-; entonces eso será lo que hará durante toda su vida. Y no lo digo sólo yo, lo dice la sociología: a esta teoría se le llama la “Reproducción Social”. En términos simples, es entender que cualquier valor -en este caso la violencia- se replica o reproduce muy fácilmente si la sociedad lo lleva adentro. Es casi como la genética: si usted se reproduce, sus hijos salen con los mismos genes suyos. En este caso, con las nuevas generaciones que son los niños del mañana, los genes de la violencia se reproducen y terminan infectados de por vida por ellos.
Es por todo esto que les pido, de todo corazón, que no se reproduzcan. Ojo, tengan los hijos que quieran. Pero por favor, no transmitan los genes de la violencia hacia ellos. No dejen que se infecten por lo que ven en la televisión, en las películas, por lo que hacen sus amigos, por lo que hace su familia; y mucho menos, no lo hagan ustedes. En nuestras manos, literalmente, está el deber como sociedad de impedir que esa violencia pandillera y mafiosa de nuestro país no se le infecte a nuestros hijos. Recuerde que hay enfermedades genéticas que nunca se pueden curar, y me genera temor pensar que ésta puede ser una de ellas.