
A veces creemos que ayudar al otro es salvarlo, pero no sabemos en realidad lo que cada persona vive, siente o piensa. Imagina una persona que nunca ha podido salvarse a sí misma, que se ha refugiado en falsos amores, alguien lleno de vacíos y falta de amor, que intenta llamar la atención de su familia, amigos y conocidos. Alguien que llora en silencio, pero sonríe sin parar frente a los demás, alguien que parece muy firme y estable, pero tambalea cada día al despertar por no saber qué hacer, alguien que teme a su futuro y decepcionar a los otros. Imagina la vida de esa persona y piensa si ayudarla la salvaría.
Ahora imagina que esa persona no tiene a nadie, a nadie que la ayude. Imagina lo que podría hacer por sí misma para intentar salvarse. Así funciona nuestra mente, es como un remolino de emociones. Cuando estamos solos nos sentimos perdidos, pero en medio de todo el caos es cuando pensamos de manera clara en lo que realmente tenemos y lo que nos falta. Es cuando nos damos cuenta de que es poco lo que en realidad nos falta, al menos en el plano material, porque la mayoría de los vacíos son emocionales y espirituales. Pero ¿quién no se mantiene lleno mientras el placer existe? Desafortunadamente, el placer no es eterno, y son más las penas que las alegrías. Así funciona la verdadera felicidad.
Todo empieza en soledad, en ese preciso momento cuando no hay nadie a tu alrededor y te preguntas, ¿qué he hecho con mi vida?, aun sabiendo que es tan incierto el tiempo que nos queda y que es tan frágil la vida misma.
No nos percatamos de que hoy estamos viviendo situaciones que tal vez mañana no volveremos a vivir y no disfrutamos al máximo ciertas compañías y ciertos lugares. Es hoy, es hoy que debemos salvarnos, salir de las preocupaciones, de lamentaciones y ver lo que tenemos frente a nosotros: esas personas presentes, esos lugares presentes, y encontrar en lo mínimo ese placer efímero.
La autoayuda no es simplemente un acto de supervivencia, sino un proceso de autodescubrimiento y crecimiento personal. Enfrentar nuestros miedos y vacíos emocionales nos permite entendernos mejor y encontrar soluciones que realmente resuenen con nuestras necesidades internas. Este viaje de autoayuda puede ser doloroso y desafiante, pero es esencial para construir una vida auténtica y plena.
En medio de la soledad y el caos, la gratitud puede ser una herramienta poderosa. Apreciar las pequeñas cosas, los momentos efímeros de felicidad y las personas que nos rodean puede cambiar nuestra perspectiva y ayudarnos a encontrar paz y satisfacción en el presente. La gratitud nos conecta con la realidad y nos recuerda que, a pesar de las dificultades, siempre hay algo por lo que estar agradecidos.
La verdadera felicidad no se encuentra en el placer temporal, sino en la aceptación y el amor propio. Aprender a amarnos y aceptarnos tal como somos, con nuestras imperfecciones y desafíos, es el primer paso hacia una vida feliz y equilibrada. La felicidad duradera se construye desde adentro, y requiere un compromiso constante con nuestro bienestar emocional y espiritual.
Comentar