Con el título de esta columna, más o menos la mitad de mis amigos y familiares, seguramente, me negarán el saludo de acá en adelante, por lo cual es justo aclarar que he votado por Uribe o por el que dijo Uribe desde 2002. Voté por Uribe Presidente, volví a votar por él para su reelección, voté por Juan Manuel Santos –todavía me dan ganas de cortarme la mano por ese error–, voté por Oscar Iván Zuluaga, he votado también por la Senadora Paola Holguín desde que inició su carrera política, voté por el “NO”, voté por Iván Duque, y por último, voté por Fico Gutiérrez y luego por el paquete chileno de “el ingeniero”. Pero es momento de ser honestos: con los comentarios de Uribe sobre cómo nuestro Presidente/Terrorista no es un castrochavista y, más recientemente, apoyando las candidaturas de Gilberto Tobón para la Alcaldía de Medellín y la de Jorge Robledo para la de Bogotá, llegó la hora de decir “¡NO MÁS!”
Tal cual algunos entrenadores de fútbol –aprovechando la época mundialista–, Uribe llegó con las pilas puestas a su primera Presidencia. Hizo cosas grandes, le dio un revolcón al país –en la medida que la nefasta Constitución lo permitía–, nos devolvió la esperanza y abrió los ojos del mundo a las oportunidades que encontrarían en Colombia. No obstante, como muchos entrenadores, después de largo tiempo, de no generar renovaciones, de convivir con el estamento y, sobre todo, de muchas y muy dolorosas derrotas, llegó la hora de cambiarlo y de buscar migrar a un nuevo sistema.
Entre algunos de los errores más destacables de Uribe, están:
Juan Manuel Santos Calderón
La encarnación de todos los vicios políticos colombianos, la corrupción personificada, la traición en su máxima expresión, el arribismo y clasismo más vulgares, y la raíz de la muerte que hoy estamos viviendo del país. Uribe no vio como el mismo Santos, con el Escándalo de los “Falsos Positivos” y otras puercas jugadas contras sus potenciales rivales, lo arrinconó para dejarlo como única opción. Un estratega de verdad, hubiera entregado a Santos como responsable por los “Falsos Positivos” o hubiera dado su apoyo a Antanas Mockus en el último momento (hubiésemos tenido, al menos, un comunista decente en el poder).
Andrés Felipe Arias
Un muchacho que, por los acercamientos que alguna vez tuvimos, me resulta bueno, inteligente, juicioso, trabajador y, en especial, ¡honesto!
No conozco detalles íntimos, pero a Arias lo dejó linchar. Uribe no tuvo los pantalones para plantarse y defenderlo de los ataques dirigidos por Santos: no se gastó el capital político que se merecía esa defensa de un inocente, quien de verdad, le hubiera servido bien al país.
Oscar Iván Zuluaga
Zuluaga es tipo con experiencia, educado y preparado, aunque con cero carisma. Le robaron las Elecciones de 2014 y, desafortunadamente, lo mataron políticamente con la payasada del “hacker”.
Haber insistido con Zuluaga en el 2022 también fue un error garrafal. Pero peor aún, fue su salida intempestiva de la carrera, cuando pudo haber servido de escudo para desviar los dardos de la campaña de Fico.
Iván Duque
Igualmente, un tipo honesto, inteligente y metódico –por lo menos, eligió para las carteras ministeriales a gente con méritos–. Pero, no nos digamos mentiras: por más buen gerente que pudiese ser Duque, por su accionar político –es pésimo en ese campo– y otros detalles más, nos dejó al Presidente/Terrorista, es decir, hubo algo que hizo desastrosamente mal. Además, gobernó con toda la ralea corrupta de Santos, no limpió un solo puesto de la burocracia y le siguió el juego a toda la mafia globalista (globalismo de verdad, no las tonterías con las que ciertos personajes por ahí, se exageran y van hasta el límite).
Los candidatos ignorados
Actualmente, vemos con algo de envidia como un Estado fallido como El Salvador, sale adelante bajo la batuta de un tipo tan cuestionable como Nayib Bukele (aclaro que, no me gusta). Y acá, tuvimos esa posibilidad con María Fernanda Cabal o Rafael Nieto Loaiza, muy cuestionables también. Pasa que los cálculos políticos no le dieron a Uribe, y nos negó esa oportunidad que anhelábamos muchos más colombianos de los que él se imaginaba. Claro, Cabal o Nieto, en caso tal de que alguno fuera Presidente, tampoco es que estuviera haciendo muy bien las cosas, aunque el panorama no sería tan sombrío.
Alcaldía de Medellín
La caída de Colombia frente al social-comunismo despegó en Medellín. El Presidente/Terrorista tenía claro que Antioquia era el muro de contención para sus aspiraciones dictatoriales, y solo rompiendo ese muro, lograría llegar. Por eso es que el ahora, Virrey Daniel Quintero Calle, alias “Pinturita”, fue el ariete elegido para llevar a cabo dicha misión.
Entre el orgullo de Uribe imponiendo un candidato sub-par y el permitir la división de los votos entre “el de Fico” y “el de Uribe”, le abrieron de par en par el camino al Alcalde más funesto que hemos tenido en la ciudad: la otrora “Tacita de Plata”. Lo más grave de todo, es que con ello le entregaron las llaves al Stalin de Ciénaga de Oro para la destrucción final de Colombia, plan que anda cumpliendo a las mil maravillas.
Negociación del “NO”
Quizá, la peor y la mayor de las derrotas de Uribe. Logró arrancar de los brazos de la victoria la que fue una de sus más grandes hazañas políticas. Contra todo pronóstico, contra todo el presupuesto oficial y contra todos los mamertos de los medios, personajes de la farándula y clase politiquera tradicional, contra todo eso, Uribe logró ese histórico “NO”. Pasó que sus delirios mesiánicos lo llevaron a cometer el mayor error de su carrera política: negociar el sentimiento del pueblo colombiano. Ahí más que nunca, ¡NO era NO!, y ni yo ni nadie autorizamos a alguien para negociar nuestro voto. Los frutos de ese error los estamos viviendo hoy, pues los masacradores, los narcoterroristas, los pederastas y los desplazadores de tierras por excelencia, tienen en sus garras a todas las esferas del poder público. La guerrilla nos gobierna señores, así muchos pretendan hacerse de oídos sordos.
Para ir finalizando, debo decir que personalmente tengo una eterna deuda de gratitud con el Presidente Uribe, ¡más no lo volveré a apoyar! Creo que es una figura importante y tiene todavía mucho que aportar, en cuanto a crear conciencia política y amor por la patria, pero no nos podemos permitir más errores. ¡La cubanización/venezolanización nos llegó! Argentinización yéndonos bien. Ahora, los pasos siguientes son de vida o muerte, literalmente.
Antioquia y Colombia necesitan un cambio de modelo. ¡No más cambios de apellidos! No más uribismos, santismos, y sí que menos petrismos. Necesitamos cambiar de sistema, no de amos.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
Comentar