Admiro a muchos políticos, formadores, conferenciantes, profesores, gurús y todos aquellos que tienen que comunicar habitualmente y hacen de ello su forma de estar o vivir. Impresionante como algunos logran mantener un mismo criterio, un mismo mensaje, algunos incluso usan los mismos chistes en el mismo segundo, otros apenas varían la presentación de acuerdo a un público o al lugar donde se presentan, pero siempre con la base de su trabajo por detrás. Es como mantenerte fiel a un discurso, a un formato, eso es perfecto. Lo admiro porque en realidad no logro hacerlo, no he conseguido aprenderlo, no he logrado ser consistente.
Ahora mismo siento que no hay nada en mi que sea igual. Nunca lo es, parece una total inconsistencia. Nunca logro mantener un tema de un día para el otro. En un segundo surge y si no estoy en ello, pasado unos segundos ya no hay nada a decir sobre ello. Ha desaparecido, apenas fue observado, fue sentido, apenas ha estado. Me ha surgido la idea que esta inconsistencia está porque no hay nada para hacer en este momento. Al estar, llega, al llegar puede ser comunicado, puede ser visto en silencio, con alguna palabra o en el contexto de una frase. Al ver que no hay nada consistente en mí, me siento como el agua en día de lluvia en una calle inclinada. Sabes que es agua, pero no sabes a dónde va ir, ni sabes qué va pasar. Todas las resistencias parecen caer y mis ideas, mis creencias que es la verdad que tiene que ser transmitida, se muere antes de nacer. Esto provoca un cierto temor al inicio, ese mismo temor que sentimos cuando creemos que no vamos ser aceptados, que algo va a ser rechazado, que lo que diga puede que no sea totalmente verdad.
No hay nada aquí para defender, todo está para ser visto en el momento que surge. Al caer la resistencia a ser, se abre la creatividad a ver. Y en esa creatividad la regla del juego dejó de tener una regla, pasó a ser vista como una potencial verdad que tiene que ser observada a la luz del espacio donde surge. Defender esta misma inconsistencia sería entrar en el mismo juego que tiene que haber una consistencia. Apenas surge aquí esta idea, esta observación que no hay nada consistente en mí, aunque puede que haya una consistencia, puede que incluso esa inconsistencia sea más consistente de lo que yo puedo ver ahora mismo. Así que no hay más que abrazar esta posibilidad y dejar que ella se exprese sola, realmente hoy, no hay nada para hacer.