No hay «buenos» muertos

La Constitución Política de Colombia garantiza, en el artículo 11, el derecho a  vivir de la siguiente manera: “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.” Sin embargo, algunas personas lo han pasado por alto y están procediendo a arrebatarle la existencia a aquellos que piensan diferente o defienden causas sociales, como es el caso de los líderes asesinados que han sido noticia recurrente en los últimos días.

Las cifras son alarmantes: según Indepaz (Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz) se han registrado 123 muertes entre el 1 de enero y el 5 de julio del presente año. Los departamentos que encabezan la lista son Cauca con 19 casos, Antioquia con 18, Norte de Santader con 11, Valle del Cauca con 11, Córdoba con 9 y Nariño con 8, manteniendo la tendencia de los años 2016 y 2017 de ser las regiones más afectadas por este tipo de violencia.

No menos alarmantes son las reacciones de personas que publican en sus redes sociales frases con las que justifican esta clase de asesinatos: “eso le pasa por hacerle campaña a un guerrillero/paramilitar”; “se necesitan estas ‘limpiezas sociales’ para liberarnos de tanta gente mala”; “ese muchacho /muchacha es un ‘buen’ muerto”; “se lo merecía por andar jodiendo con sus ‘vainas’ de Derechos Humanos”.

A pesar de los comentarios desafortunados, las redes sociales también están jugando un papel importante en estos momentos porque son muchos más los que se encuentran indignados por la situación, de tal manera que han sido tendencia en Twitter con hashtags como #NosEstánMatando, #VenceráLaVida #SerLíderSocialNoEsDelito y hasta convocaron una Velatón Nacional el 6 de julio (en la que también se unieron colombianos en el exterior).

El presidente saliente, Juan Manuel Santos, e incluso el entrante, Iván Duque, deben tomar las medidas necesarias para asegurar que no continúen ocurriendo estos casos lamentables, que ponen a Colombia en el ojo del huracán ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, al ser considerado uno de los países en los que más se cometen homicidios en contra de líderes sociales.

El llamado no solo es para las entidades gubernamentales, también es para aquellos que, en medio de la difícil y triste realidad que atraviesa el país por esta situación, están agrediendo a otros con palabras de rencor y odio, aumentando así una guerra de ideologías, argumentada en frases como: “si apoyas a la derecha, eres paramilitar y si apoyas a la izquierda, eres guerrillero” o “si no piensas como yo, eres mi enemigo”.

La paz se comienza en casa, por ejemplo, enseñándoles a los niños la importancia del respeto a la diferencia, el respeto a decidir en qué religión creer, el respeto a los grupos considerados como minorías (afrodescendientes, indígenas, comunidad LGBTI). La paz empieza educando a los más pequeños para que entiendan que el otro, aunque piense y sienta diferente a mí, puede ser mi amigo.

Una imagen que ha circulado durante varios meses es ideal para reflexionar en este momento, una en la que aparece un niño preguntándole a su padre: “-Papá, si matamos a todos los ladrones, asesinos, violadores, defraudadores ¿solo quedaremos la gente buena, verdad? A lo que él le responde: -No hijo, si matamos a todas esas personas solo quedaremos los asesinos.”